lunes, 29 de noviembre de 2010

Querido diar... digo... querido confesionario.

Lunes 29 de noviembre del año 2010, 18:30 horas.

Las ganas de desahogarme me invaden. Me encontraba, hacía menos de cinco minutos, en mi habitación haciendo nada, simplemente estar encerrado amargándome tras un día (y una noche) plagados de agua en forma de lluvia, algo inusual por estos lares; y, en general, una jornada de lo más surrealista. La confusión me invade también, y es por ello que me decido a emprender un -corto- camino con el fin de despejar mi mente.

Me despedí rápidamente de la gente con la que dialogaba por distintos chats, me alcé de mi "trono", me abrigué, cámara, móvil, iPod, cascos, bili y libreta en mano. El perro, Gari, quiso acompañarme y no me negué, me ofrecí para sacarlo de paseo. Las nubes estaban altas, así que puedo prescindir de paraguas. Descendí decidido hacia un lugar inhóspito, con unas vistas aceptables. Mi cara era inexpresiva. Estaba como ausente. Pero no, no era un sueño, tranquilos. Todo es muy real. Me senté bajo un abstracto monumento, donde aún me encuentro. Ese que es posible de avistar cuando se accede a Adeje vía El Galeón (los adejeros me entienden...) y comencé a escribir con dificultades debido a la paulatina falta de luz.

Después de este punto y aparte, una pausa. Comienzo a meditar, portando mi Nikon en la mano y sacando unas cuantas fotos cutres debido a la paupérrima cantidad de luz y a mi falta de recursos y complementos. Paciencia... Medito, sí. Veo pasar una ingente cantidad de vehículos con las luces encendidas por la autopista. Vehículos pilotados por personas como yo, como tú, como cualquiera: con familia, amigos, con pasado, desgracias, angustia, alegría, con problemas... iguales, pero diferentes. Soy tan solo uno más dentro de la inmensa multitud... y no por ello me siento desgraciado ni olvidado ni rechazado ni obsoleto. Me surgen dudas: ¿Por qué nos enamoramos? ¿Por qué discutimos? ¿Por qué queremos? ¿Por qué existe el odio... el desamor? ¿Por qué deseamos ignorar? ¿Por qué existe la discriminación, la xenofobia? ¿Tan necesario es hacerse tantas preguntas? La solución a todos estos enigmas es quizás la misma: la ausencia de solución. ¿Son de verdad inexplicables? No se. Se pueden encontrar respuestas totalmente subjetivas, obviamente. La mía es infinita: irá construyéndose a base de aprender, pensar, experimentar, intentar, fracasar, levantarme, etcétera. Y cuando piense que ya tengo una respuesta claro, surgen cinco dudas más. Y así siempre. Dura vida la del pensador, pero vale la pena... ¿vale la pena?

La luz existente aquí ya no me permite ni ver lo que escribo. Son las 19:06 (¿¡36 minutos ya!?). Pienso dar por concluída esta obra-reflexión-descripción, pero me doy cuenta súbitamente del error cuando empiezo a ver gente y gente dirigiéndose hacia un punto determinado: el bar. Claro imbécil... es el Barça - Madrid. El evento del año junto con la visita del papa. Impresionantes ambos. Decenas de fanáticos reunidos en distintos bares, consumiendo y esperando el "gran clásico". Quedan unos 45 minutos. Ya estaba a punto de girar hacia la derecha, para emprender la recta final que me llevaría a mi casa, pero giré hacia el otro lado. Me senté en un banco, donde me encuentro ahora mismo, y donde escribo lo que lees. Até al perro al banco.

Mientras pienso, acompañado de la música de Vetusta Morla a todo volumen en mis oídos, soy testigo de un acto quizás nimio para muchos, pero relevante para mí. Quedé fascinado. Gari the dog, de repente, muy alterado comienza a ladrar, pero pronto para. Es un gato. Blanco y con un ojo verde y el otro azul. Precioso. Corre nada deprisa hacia el, ya que le solté, y veo como el felino no se mueve. Ambos se miran fijamente. Extraño es que mi perro no le hiciera alguna golfada, muy propio en él. No había peligro de ningún tipo: los dos tenían el mismo tamaño más o menos... mi perro es pequeño y el gato grande. ¿Que qué pasó? Nada. Se olieron, como si se conocieran de toda la vida. Incluso se mimaron un poco. Acto seguido, el gato, animal individual, comienza a andar y, tras él, Gari. Un perro y un gato. Parece como si se amaran. Y nosotros aún discriminamos a gente de otras ¿razas? ¿Es que existen razas? Para mí son todos personas.

Probablemente muchos no comprendan el mensaje que intento transmitir. Pero no importa. Sé que hay alguno que sí lo entenderá. Esos son los valiosos para mí.

Son ya casi las 20 horas. Tengo que ver el partido.

Y así termino.

2 comentarios:

CryptoQuid dijo...

Bieen... has vuelto a tu estilo jaajaja... te echaba de menos ya xD

Basicamente... da que pensar... hablando de nada...

Unknown dijo...

Ricky sin paranoias es medio-Ricky. Lo siento jajaja