lunes, 28 de febrero de 2011

Arte.

Preso de estos versos
cual corazón cautivo
huyendo del destino
ciertamente dubitativo.

Perfeccionista
con vos
como con mi vida misma.

Sin embargo
el esplendor
paulatinamente
dista.

Mis ilusiones
por con alguien
desahogarme fracasan.

Arranco la hoja,
la arrugo,
la rompo,
la arrojo
y reaparece. Otra.

Maldito sea quien
allí te coloque.
Y gracias.

Hállase mi comprensión
en aquel que haya rozado
tus labios
en los que pintaba
infinidad de sueños.

O en aquel que haya
observado en tus aguados
ojos su reflejo
y ese apaciguado
mar de esperanza.

O en aquel que haya
al menos
garabateado en tu
piel templada
geroglíficos sin sentido.

Disfrutaba cuando
cantabas, reías,
callabas, hacia abajo
mirabas.
Me comprendías.
Me comprendes.

Y se cuestionan aún
que qué es el arte;
inútiles:
arte eres tú.

domingo, 20 de febrero de 2011

Confesión de un poeta.

En un etapa anterior de mi vida, llena nos más que de amargura, desorden mental, pensares molestos e impuros, una etapa en la que dedicaba cada segundo, cada neurona o odiar y despreciar a todo ser que me rodease, y como no a odiarme y despreciarme a mi mismo por el simple hecho de mantener mi cuerpo activo y mi alma ligada a este mundo,sin mencionar a mi mente, que muy pocas veces se dignaba a actuar y otras tantas ni si quiera a estar presente. Hablando de este don,que nos ha dado Dios... ( dejar claro que hago caso nulo a “este ente”, y que solo utilizo esta frase hecha,por estúpidos ilusos, para dar algo de énfasis a, este, mi relato) ...la mente, el don de pensar por uno mismo, o eso solemos creer, que en mi caso y en esta etapa disponía de absoluta corrupción y donde solo había oscuro odio, lugar corrupto al igual que mi corazón rodeado de un muro de agobio, que impedía la entrada y salidas de sentimientos buenos, tiernos y felices. Un agobio que echaba por mi alma entrelazadas raíces, alimentándose de la ira y agrietando la calma, en cada intento en el que estiraba la posibilidad de alzarse sobre el miedo que mis ojos sembraban en este elemento hielo.


Un día, en el que me senté en el frío suelo cansado de mirar al frente, solo viendo vació y oscuridad, incapaz de ver algo de luminosidad, llegó a mi un sentir que siguió el recorrido de mis venas,un sentir que quebró la coraza de mi corazón y de la que, ahora, queda rastro a penas,un sentir que con dulzura se abraza a mi como si de una luz blanca y pura se tratara. Y sí, hablo de ti, mi Musa, que se o al menos espero que en este momento de lectura sonrías,pues este escrito a ti de dedico,pues espero que te guste tanto como a mi tu sonrisa,pues te tengo tantas cosas que decir que palabras pocas han de existir.

Tras darme cuenta de tu timidez al pedirme un beso, decirte tengo que este es el secreto y sentido de mi universo, que tras mucho andar a tientas me tropecé con tu mirada y me aferre a ella como si de una razón para vivir se tratara, que si no fuera por el calor de tu piel, el brillar de tus ojos, la dulce miel de tus labios... Si no fuera por todo esto y más mi corazón hubiera muerto ya. Pero no me importa haber pensado en este mal pues todos aquellos pesares he obviado ¿ Por qué? Me pregunto yo, pues por el simple hecho de tu presencia,me respondo yo, al mirarte,al apreciarte,al adorarte, al tocarte, al abrazarte, al besarte,me respondo por cada segundo que contigo he pasado,paso y pasaré.


Aquí termina mi confesión, en la que he intentado simplificar y resumir lo que siento,ya que aunque quisiera no podría expresarlo todo en su totalidad. Gracias mi Musa, gracias por haberme ofrecido la opción de confesarme,no ante un cura ni ante dios,sino ante tu ojos,ante tu mirada que cual alma pura emana tranquilidad y calma... ese estado anímico tan anhelado por mi,y que tu me has ofrecido.

jueves, 17 de febrero de 2011

Estudiar en tu casa y estudiar en la biblioteca. Busca las siete diferencias.

Era lunes, y las ganas de estudiar nulas. Un día, ya de por sí pesado, verdaderamente pesado. Quizá lo fue aún más tras un fin de semana de relax absoluto. El día venía marcado por algo: era San Valentín. Yo no celebraba nada, pero ese no es el tema (otro día puedo hablaros de lo que siento por esta clase de festividades). De hecho pasaría la tarde en la biblioteca estudiando para un examen de historia que tendría al día siguiente, una diversión cojonuda, lo sé. Además, tan solo me sabía un cuarto de lo que entraba, tirando por lo alto.

¿Por qué en la biblioteca y no en mi casa? Muy sencillo: en mi casa no logro concentrarme. "Pa' estudiar, como en la biblioteca, como en ningún sitio". Entre la constante deambulación de mi hermano por cada una de las habitaciones del adosado, el "Ricky haz esto" o el "Ricky haz lo otro" de mi madre, los ladridos, los llantos e incluso ambos juntos de mi perro... Soy capaz de despistarme hasta con las grietas que tratan de abrirse camino por la -durísima, claramente- pared. Así, decidido a encaminarme hacia la biblioteca del centro cultural -por llamarlo de alguna manera, digo yo- de mi pueblo, Adeje -el que pueda que lo deje y el que no que no se queje-, con Jose, mi coleguita.

A nuestra llegada, todo estaba aparentemente normal. Un tanto intranquilo, pero pasable. Pero, ¿cuál fue nuestra sorpresa al abrir la puerta del "santuario del sabio"? Un gentío bestial ocupando casi el número total de sillas y mesas y actuando, no en un escenario ni en ninguna sala de ensayo, sino en la propia biblioteca. De hecho, la gente hacía como si estudiara, entre un guirigay perfectamente disimulado gracias a los susurros y las vergonzosas -o a veces no tanto- risas que recorrían la sala. La expresión de mi cara cambió y expresaba algo así como "vaya tarde... si lo sabía, me quedaba en casa". Pero ya nos encontrábamos allí. Tenía que encontrar la fuerza de voluntad de no cagarme en nadie, además de encontrar un poder de concentración tal, que me ayudara a evadir la realidad y a posicionarme en la piel de los mismísimos personajes que protagonizaron los momentos históricos que en ese momento estudiaba: el imperialismo y la Primera Guerra Mundial. No son temas especialmente difíciles, pero con Máximo, ese profesor de historia tan tan "tontito", nada es sencillo -y en verdad es un beneficio en parte-.

Sin más, abro el libro, saco los apuntes, el boli y comienzo a empollar. Tan solo veía una cantidad ingente de letras formando palabras que a su vez formaban frases y oraciones, y así consecutivamente, las cuales no me decían absolutamente nada. Aún así, a duras penas pude memorizar y esquematizar algo.

Lo mejor estaba aún por llegar. A eso de las 18 horas se comienza a escuchar una canción a un volumen exageradamente alto. No provenía del interior de la sala, sino de la pequeña plaza que se encuentra paralela a la biblioteca, al exterior. Lo peor no es que sonara música, sino qué música sonaba: cumbia, bachata, merengue y salsa juntas (o no, ya que no las diferencio). Sí señores, allí me encontraba yo. En medio de una biblioteca convertida en discoteca similar al Achamán o cualquier "quinqui-latin-disco" (y no lo digo sólo por la música), intentando estudiar, o al menos llevar a cabo un amago de estudio.

Claro imbécil. Hay gente que celebra San Valentín. Existen. Los enamorados existen, independientemente de la edad que tengan. Intentad poneros en mi lugar: un chaval con un libro abierto de Historia del Mundo Contemporáneo, unos ocho mil papeles esparcidos por toda la mesa, sin tener ni puta idea del tema que estudiaba, mientras leía hazañas -por hacer algo, básicamente- de personajes como Schlieffen, Bismarck o Nicolás II con un chico enfrente con cara de "no entiendo una mierda, Ricky explícamelo" (sí Jose, lo sé, no entendías una mierda, pero yo me encontraba en el mismo estado), y, de fondo, cumbia y sus derivados estilos, un leve -y susurrado- alboroto que enerva casi más que uno con pretensiones estimadas. Mientras, por mi cabeza corría eso de "pa' estudiar, como en la biblioteca en ningún sitio". Me cagué en diez. Me cagué en mí mismo.

Fue, no obstante, al salir, tras haber logrado memorizar a duras -durísimas- penas el temario que debía saberme "de pe a pa", y al observar con cierto asco un tanto injusto el "concierto" que se celebraba al exterior, con un mínimo gentío pero un tedioso escándalo producido por las cancioncitas repetitivas y una variedad de edades que rondaba entre los que no llegaban a los quince y los que ya eran octogenarios, cuando verdaderamente me planteé cuán patéticamente somos capaces de llevar a cabo los planes en este mi país, España y, concretamente, en esta mi comunidad autónoma: Canarias. Huelga decir que plenos inútiles los hay en cualquier rincón del globo, aunque en el país donde Cervantes nació es, probablemente, donde más los hay por metro cuadrado. Quizá sea porque es el Estado que mejor conozco. Quizá me encuentre en lo cierto. Quizá no. Quizá sea el segundo. No lo sé. Pero, señores, pensemos: nos encontramos en una época donde los exámenes en los institutos pintan de rojo la plenitud de los calendarios escolares; tan solo hay una biblioteca en un radio de 7 kilómetros -tirando por lo bajo-, la única en Adeje; la docencia en la mayoría de los institutos no es del todo penosa, pero las facilidades de estudio son nulas y el individualismo y la autonomía juegan un papel casi principal, más aún en bachillerato; y, ¿ponen un concierto justo al lado de la biblioteca -rincón al que aún algunos recurren para cultivarse-? Después llegan las quejas y las comparaciones con otros sistemas educativos, nacionales e internacionales: "el mayor fracaso escolar de España" "la peor educación de Europa".

Sí, de acuerdo, es un poco drástico el tema de que por no tener parcimonia en un espacio donde teóricamente sí debe haberla, seamos el tercer mundo europeo, o español en el caso de Canarias. Pero, hay que cuidar los pequeños detalles. Se debe empezar desde muy abajo si se quiere ciertamente progresar y mejorar. Quedan temas en el aire como pueden ser: ¿cuáles pueden ser las alternativas para gozar de una educación arquetipo? o ¿qué debemos hacer con los profesores carentes de profesionalidad?, entre otras. Quizá algún día las trate. Quizá.

Escribiendo...

Escribiendo... y a la vez viviendo. Sin andar bebiendo, diciendo que aquello perfecto no es lo desposeído de defectos. Cientos de miles, con miles y cientos, alrededor de un fuego, hermoso, contando cuentos. ¿Para qué mentir? Si lo que de verdad gusta es un escarmiento. Derribando a cada imbécil, su mente es débil a mis sentimientos. Postrados a mis pies miles de papeles en blanco, rezando a un Dios que no existe, tan solo porque mi boli les visite. Riendo, borracho de Amor y letras. Atranco la puerta, cuchillo en mano. Siendo dulce a un lado, al otro muy amargo. Sin lazos, enamorado. Clavo en mi cara el artilugio afilado, buscando algo más valioso que me han dicho que se esconde debajo...

Caminando. Mirando a la vida a los ojos, declarando espacios, no letras. Pinchando globos y relatando todo. ¿Será un cuento de hadas o una historia de terror? Unas hadas que sembraban desolación, sin más pasión que la sin-razón del corazón. Será un cuento real, donde no hay hadas ni duendes, pero sí relatos fantásticos. No podré ponerlo aquí hasta que no termine de mi vida sus largos años. Haciendo todos los espejos añicos, tentar al mundo es mi peor vicio, no temerle es mi virtud. Puede que valor, puede que esté loco, solo sé que no me dedico al miedo y los sollozos...

Existen muchos, pero me he alzado de entre todos. Abriendo paso aunque sea con los codos, así sea haciendo saltar mi vida a trozos. ¿Quién está donde yo estoy? No hay nadie más, pero no estoy solo. Que nadie haya elegido mi camino, no significa que no tenga a gente a mi lado. Cada uno de ellos tiene su propio tránsito, cada uno cúspide de su ámbito. Esto no es clásico, pero sí mágico. Deja que fluya, que tu mente huya y que escape de la limitación de los que pisan tu entusiasmo. Que no es de nadie, sino tuya.

Hasta fenecer, abierto hasta el amanecer. No afectaran treces con memeces, mas sí dando aluvión del centurión que trae el ocaso con creces. La sensación del déjà vu, visto cientos y cientos de veces. Sentimientos que crecen y mecen a aquel que se deje convencer. Argumentos validos, les hago mis rehenes, a las tonterías que les den. Sin monerías faltas de quicio que el entendimiento estremecen.

Oficio de escritor, no me es mester, pero sí es mi menester hacer de cada texto, cada obra, cada línea, cada palabra una lanza que porte mensajes de esperanza a cualquier raza. Que porte mejores los deseos, que obvie a los reos y que transforme cada segundo en un profundo resquicio bendito, en el que creo.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Ensayo sobre el amor.


Después de mucho pensarlo, darle vueltas a la cabeza, freírlo en materia gris durante horas y por las dos caras aprovechando realmente mis clases de Historia de la Filosofía, puedo llegar a afirmar con verdadera certeza que el amor no es un sentimiento. No me malinterpreten, no quise en ningún momento insinuar que el amor no es algo real. Es un hecho que existe: que es la sangre que lleva el oxígeno al mundo. Sin embargo, y vuelvo a repetir, no podemos calificarlo como emoción. Tal y como lo podría ser la facultad racional, la posibilidad de amar es una característica del ser humano, que apenas muestra un tenue brillo en pocas especies de la fauna terrestre.
 
Creo que la palabra más apropiada para llamarlo, en este idioma que es el castellano sería la de 'idea', siendo, de igual manera, poco precisa. Aunque – en mi humilde opinión de ser viviente– es algo más que eso, que conlleva un sentido empírico tan importante como el sentido emocional.
  
Amor, es despertar cada mañana con un único pensamiento, que trasciende intermitentemente durante el día para al llegar la hora de terminar, sea también lo último que ronde tu mente. Amor es ese momento en que te ofrece su mano, y la tomas dispuesto a dejarte arrastrar hasta el fin del mundo si llegase a ser necesario: amor es nadar cada uno en los ojos del otro dejando pasar el tiempo en un silencio muy lejos de ser incómodo, y que dice todo a lo que las palabras no llegan. Es esa fuera mucho más potente que la gravedad o el magnetismo que te obliga sin remedio a acercarte a ella en el justo instante en que la ves aparecer, y que cuesta un mundo romper a la hora de despedirse. Esa sensación en el pecho, como si tu corazón fuese el último eslabón de una cadena en cuyo otro extremo está el suyo, y de que se va con ella al subir al autobús. Amor es el momento en que vuestros labios se rozan por primera vez en el día, en el que sabes que si pidiera lo imposible no dudarías en intentarlo hasta el agotamiento. Amor es ese nombre repetido en cada hoja de tu cuaderno. Es darte cuenta de que llevas diez minutos con la mirada perdida en el encerado y el docente de turno ha repetido ya dos veces la misma pregunta dirigiéndose hacia ti. Es ese pálpito en el pecho cuando piensas que tu móvil vibra y su nombre se graba en fuego en tus ojos mientras intentas sacarlo del bolsillo nerviosamente. Amor es el compuesto que sustituye a la sangre en tus venas cuando estás enamorado, llenándote de actividad, fuerza, energía, felicidad... vida.
  
Amor... no sé si podría decir lo que es el amor.

martes, 15 de febrero de 2011

Mi Musa...

Te miro y pienso,
pienso y te siento.
Siento tu sonrisa expresando tranquilidad,
una sonrisa que admirar e idolatrar,
que me extrae de esta penosa realidad.
Siento tu aroma en mi olfato...
Siento, de tu esencia, un pequeño extracto
y dado a este maravilloso acto
llego a un estado de ensueño
donde de mis palabras y movimientos
no soy el dueño,
donde tu mirada dirige mis pensamientos
desde el todo,a la nada
y de ahí a mi conciencia,
donde solo anda tu simple presencia
acompañada de la luz de un hada.

Tocar tus manos,apreciar tus dedos
estar cerca de ti...
olvidar cualquier estúpido miedo,
problemas y mierdas sobre las que escribí.
Gracias a ti,mi musa.
Tu eres el motivo por el que algo bueno escribo,
tu eres la escusa
por la que asumo que el frío
esté siempre conmigo.

Observaciones del análisis antropológico

De camino a Santa Cruz. Fin de semana, por lo tanto, y de forma inexplicable, en una guagua con trayecto indirecto. Es inexplicable porque se supone que en el momento en el que más tránsito de pasajeros hay, la condenada guagua se dedica a pasear de forma paralela a la autopista, realizando un tan curioso como frustrante serpenteo a lo largo del trayecto. Al ser un transporte público tenemos un variopinto paisaje, tanto étnico, como cultural.

Numerosos extranjeros disfrutando del confort que reluce en los vehículos de Titsa, resignados viajeros y de entre otra gran variedad aparece un personaje omnipresentemente penoso, que por desgracia nos ha perseguido a mis amigos y a mi, hasta aquí: Kinkis.

Concretamente, 3 hembras de kinki, del tipo pijo. Por lo tanto, tres insultos a la cultura y las buenas formas, dando muestras de la vergüenza que siento al saber que ambos somos humanos, que aportan ingente material antropológico.

Jóvenes, de entre 13 y 15 años. Alicatadas con ropa modesta en cuanto a cubrir y con móviles último modelo. Estando ya equipadas con las cámaras y los altavoces de los móviles, se dedicaron a sacarse fotos poniendo morritos en la guagua... acto que habla por sí solo. Además, pusieron a todo trapo esos horrendos insultos a la música que ellas llamaban "Temazos"... que a primera oída parecían una mezcla entre bachata regeton (o como se escriba) y pop barato... Dejémoslo ahí...

Es curioso observar, entre los individuos de esta especie y todas sus variantes, esa irritante aversión a utilizar auriculares. Razón por la cual, hemos de aguantar el resto de pasajeros de la guagua de sus abortos musicales. Esto sumado a las lujosas comodidades de las chirriantes cajas metálicas verdes de la compañía de transporte público, me hacen calificar el ambiente de, cuanto menos, exasperante.

Entre sus temas de conversación, siempre realizadas a más decibelios de los que puede soportar el oído humano, podían distinguirse estupideces varias, con frases como:

-"Mierda tía! Otro negro más en la guagua". Intervención que deja claro que cualquier "Sin papeles", en mi  opinión, tiene más derecho a permanecer en cualquier país que ellas tres juntas.

-"Que wapa la foto de la guagua p'al tuenti tía!". Sin comentarios...

-"El otro día con fulanito, en la fiesta, que weno esta tía!". He de matizar de esta adición a mi asco, que una estaba en un lado del pasillo y las otras dos en el lado opuesto, por lo tanto el intercambio de información hubo de producirse a un elevado tono.

Es curioso que, esta masa de kinkis pijos sea capaz de subsistir y proliferar como las ratas, dada su demostrada falta de cualquier atisbo de inteligencia...

lunes, 14 de febrero de 2011

¿San Valentín? No, de Samuel.

Esta vez te escribiré con cuaderna vía,
una vez más, plasmar verdad en mi fantasía
más formas de decir que por ti, todo daría
así mucho corra, en una vida terminaría.

Reiterarte que quiero compartir tu destino,
pasar el día a tu lado, ojalá, mi sino
sin más labor que la de amenizar tu camino,
con sonrisas, aún recurriendo a lo sibilino.

Sonaré loco, pero me adentraré en tus mientes
así notarás que con todo, mejor te sientes
luchando en el lodo, por tus días sonrientes
vivo solo, por que a ser feliz experimentes.

Nada hoy podrá con que no quiero tus vacíos,
en mi vida sin ti, no hay más que infiernos impíos
mi corazón sin tu amor, terrenos baldíos
se irían los fuegos que me guardan de los fríos.

A tu lado amor, no ganará lo Maldito
porque me llenas de un poder jamás descrito.
Y mis ansias de ti, mas saciarlas necesito
pues me haces falta, tan solo un beso, incito.

Con simples miradas, doblegas fácil mi mente
un simple mortal, sin retos para un ser celeste.
Sin más deseos, que cuando te vas, volver a verte
y si te veo, con ambición, más deseo tenerte.

A tu lado no recuerdo que es estar solo,
y agradézcote tu amor, solo un poco escribiéndolo.
Tras mis palabras, felicidad, no habrá dolo.
Mas no decirte "Te quiero", mas si demuéstrolo.

Y si por tu mera presencia estoy más que loco,
mas exploto cuando te acercas y te toco.
Una tras otra, las palabras aquí coloco,
a cada palabra veo, un sentir inequívoco.

Con tu querer y el mio, subamos a las cumbres
allá bien lejos, donde no hay incertidumbre.
De tus preciosos ojos, solamente la lumbre
que al sol y a mi corazón, como siempre deslumbre.

domingo, 13 de febrero de 2011

Acción-reacción.

Habré cometido errores a millones,
habré huído en demasiadas ocasiones
de quererte, de aprovecharte,
de tenerte y de odiarte.

Habré navegado por los mares más gélidos,
habré sido preso de mí mismo,
del destino, del antagonismo,
del miedo y del egocentrismo.

Habré sufrido de cegera -y severa-,
habré sido herido por sus espadas certeras
de desamor, de tormento,
de desilusión y de falacias.

Sin embargo, aquí erguido me encuentro,
aunque dólido y esperando ese tacto mórbido
que exalte el motivo de mi existencia,
en ocasiones incomprensible e indeseada.

Sin embargo, aquí erguido me encuentro,
observando pálido el horizonte
y esperando pacientemente el momento
de que cada uno termine en el lugar que le corresponde.

Sin embargo, aquí erguido me encuentro
con la tristeza acechando y luchando
en una batalla cuerpo a cuerpo
tan solo presente en mi subconsciente.

El subconsciente, el cual
me atrapa, me engaña, me miente.

viernes, 11 de febrero de 2011

Gordon meets hell.

El monótono pitido del monitor indicaba que aún continuaba con vida. Sus ojos estaban abiertos, sin embargo, hacía tiempo que no veían, que se encontraban vacíos de realidad. Tenía sólo unos centímetros de pelo, con un corte uniforme y una barba perfectamente rasurada que la enfermera repasaba dos veces por semana. Unas flores ya marchitas, pues llevaban allí desde el domingo cuando su hermana lo visitaba, reposaban en la mesilla de noche, a un lateral de la camilla. De las comisuras de sus jóvenes labios, libres de arruga alguna, rebosaba triste y patéticamente un hilo de transparente saliva, a causa del tubo que atravesaba su garganta conectándolo a un respirador, sincronizando con el lento latido de su corazón.
- ¿Cómo se encuentra hoy, señor Gordon? - las enfermeras solían hablarle, aún sabiendo que en su estado no era consciente de nada. Y sí así fuera, el tratamiento de usted se habría visto fuera de lugar con sus veintinueve años de edad, pero un hombre de su posición en una situación como aquella transformaba el respeto que en algún momento infundió en poco más que lástima.
- Hace un muy bien día hoy ¿no es verdad? - añadió, mientras sacaba una a las lluvias del jarrón de cerámica japonesa, que momentos después levantó hasta el fregadero para vaciar el agua turbia sobre el frío metal. Tras devolverlo a su lugar, se acercó a la ventana y tomó lentamente la cadena que levantaría la persiana, dejando entrar la luz en el no muy espacioso habitáculo.
Dos años hacía que había ingresado al hospital en un estado crítico, con varios orificios de bala como consecuencia de un mal negocio con algún acreedor, derivando después en un coma del que no había podido recuperarse. Durante su corta carrera había necesitado de la ayuda de más de una organización de hábitos al margen de la justicia para llegar hasta donde había llegado. Con sus escasas casi tres décadas de vida, su corporación mantenía prácticamente el monopolio en el sector de publicidad en el país.
Su hermana se había hecho cargo de la administración de la empresa desde el incidente. Las deudas fueron pagadas creando y vendiendo nuevas acciones, viéndose a diluir también su propia parte del capital. De cualquier modo, continuaba creciendo bajo su mando, y los problemas del género que había mantenido inválido al actual presidente habían desaparecido.
Sin embargo, tras dos años de cama su mantenimiento suponía un gasto y sufrimiento innecesarios, y Alice, como familiar más cercano, había decidido que era momento de desconectarlo y darle una digna sepultura católica.
No quiso estar presente. Cuando el médico llegó para verificar el trámite burocrático, ya estaba todo preparado para trasladarlo a la sala de autopsias y más tarde, prepararlo para el velatorio del día siguiente. Dejó la historia sobre la bandeja a los pies de la camilla, y se aproximó al respirador: introdujo la llave en la cerradura, marcó el código pertinente, y esperó a que el monótono pitido del monitor se prolongara indicando que el corazón del paciente había dejado de latir mientras anotaba y recitaba en voz alta la hora de la muerte.

El mecánico golpeteo del sonido de un reloj analógico resonaba por toda la sala. Pestañeó. La sensación de ver le resultó extraña. Las paredes del lugar estaban teñidas de blanco brillante, por lo que tuvo que entrecerrar los ojos, esperando acostumbrarse a la luminosidad. Era una habitación estrecha y alargada, con una fila de al menos quince sillas a cada lado, colmada con una mesilla cubierta de revistas ya desfasadas que le daban aspecto de sala de espera de dentista. Un poco inexplicablemente, sólo en uno de los extremos había una puerta, pero él no se preguntó por qué. No recordaba cómo había llegado allí, ni conocía a ninguno de los presentes, pero no se lo preguntó. De nuevo el suave golpeteo de las manecillas llamó su atención. Podía ver avanzar el segundero, sí. Sin embargo, las horas, los minutos no pasaban, y esa era la sensación que él tenía: de que no pasaba el tiempo. De nuevo, no se preguntó por qué. Una mujer de atuendos que le daban un aire de ejecutiva apareció a través de la puerta con una carpeta entre sus manos. Se ajustó unas gafas rectangulares de pasta y pronunció algo en un idioma que no entendió. La anciana, de rasgos del este de Europa, que se sentaba dos plazas mas allá la miró y se acercó, acompañándola a través del marco de la puerta, y cerrando tras de sí.
El tiempo continuó sin pasar, haciendo eterna su espera. El “tictac” retumbaba en su cabeza como el estruendo de una cascada a corta distancia. Tras casi llegar a la centena de vueltas del segundero – que no horas o minutos – la mujer ejecutiva salió de nuevo, sola. El silencio se volvió sepulcral cuando perdió la atención en el reloj, tan absoluto que cuando pasó una hoja de su cuaderno de apuntes para revisar algo, el ruido que produjo le hizo daño en los oídos.
- Craig Gordon – el perfecto acento inglés sonó cortante y frío, como si le estuviera condenando por algo concreto – acompáñame.
Sólo al escuchar la sentencia se dignó a alzar la mirada, para después comenzar a levantarse lentamente desde el otro lado de la sala y avanzar con paso vacilante. Durante el trayecto él no la miró: sus ojos azul hielo lo acosaban ininterrumpidamente, sin parpardear, intimidando hasta al campeón de boxeo más seguro de sí mismo. Cruzaron el umbral y la luz volvió a cegarlo.
Cuando recobró la vista, la ejecutiva había desaparecido. Esta sala era más cuadrangular, y aún menos espaciosa. Delante suya se encontraba un hombre, con aspecto de empresario también, que ostentaba un puro entre sus manos, observándolo absorto. Entre ellos había una mesa de escritorio sobre la que reposaban un miniportátil y un mechero de plata, y una silla rotativa de cuero negro, aparentemente cómoda.
- Craig Gordon – se escuchó de nuevo. El individuo tomó el mechero de la mesa y lo abrió, encendiéndose una pequeña llama. - ¿Sabes por qué estás aquí?
Acercó el puro al mechero, con el otro extremo entre sus labios mientras inhalaba intermitentemente hasta que se encendió, tomó una calada y echó el humo prácticamente blanco de forma pausada.
- Me encanta hacer esa pregunta – dijo, dibujando una irónica sonrisa.
- No sé siquiera donde estoy – respondió el otro, en apariencia cómodo con la vaga humareda que se producía en el ambiente. El silencio duró varios largos segundos.
- Estás en el purgatorio, Gordon, has muerto y ahora serás juzgado – la superficie de cada globo ocular que los párpados dejaban ver aumentó, disminuyendo a su vez el tamaño de las pupilas por el terror de la noticia. El hombre que le miraba sonrió de nuevo, abierta y pícaramente, dejando escapar el humo de la última calada por entre los dientes con aspecto diabólico.
- Siéntate, Gordon – dijo el hombre con tono inquisitivo. - Tenemos todo el tiempo del mundo.

jueves, 10 de febrero de 2011

Improvisando...

"Yo tampoco sé vivir, tan solo voy improvisando" Kase O.

Sin saber a dónde voy, sin saber exactamente de dónde vengo, sin saber lo que quiero, me dejo llevar, por este mar. El teclado será mi velero y como no hay ni el más mínimo viento, soplaré a las velas, a ver qué pasa. Afrontaré la tormenta como un buen marinero y si acaso si mi vida llega a su ocaso y la suerte irrumpe, para bien o para mal, en mi paso, me hundiré como un buen capitán, en mi propio barco.

Puede que ahora sea hora de improvisar, dejar que se apodere de mi el teclado. Y como un caballero andante, cabalgar en busca de algún malvado, puede que un tesoro. Igual me encuentro con piratas, uno que lleve en su hombro un loro. Puede que de frente me dé con un médico, un psicólogo y me diga -"Estás loco" y yo conteste - "Y tú, tonto, dime algo que no supiéramos todos". A lo mejor de pronto me voy de Odisea y tengo que atarme a un poste, para que no me maten los cantos de sirenas. Y puede que deje atrás al hidalgo, deje de condenar fechorías y cometa yo mis propias felonías. En una mañana, que no hay hora más propicia para una buena gamberrada, me apetece convertirme en un malhechor, pendenciero y portar a La Parca. Conducir de muertos las almas en mi barca, igual que Caronte y echar sal en el suelo, para que por donde yo pase no salga jamás otro brote.

De un golpe, seco, puede que cabezas corte y mientras la sangre aún corre, correr y correr. Respirar hondo, decir que la vida es buena, esto es vida... Sin prisas, tan solo buscar bien las pistas para disfrutar. Coger las llaves de un bulldozer y derribar algún edificio gubernamental. De pronto terrorista, sin mas causa que la mía, un suicida que por ahogar la garganta que grita y hacer que cese el tormento y que más no le opriman.

Convertirme de pronto en el silencioso homicida y acabar con tu sistema inmune, el SIDA. Caminar por tus entrañas e irme de juerga con tus células hepáticas. Darme un paseo por tu cabeza, así sea esquivando telas de araña. Asi cuando muera, iré al cielo con tu alma, llegaré al paraíso eterno, derrocaré a Dios y disfrutaré al ver cómo todos poco a poco os váis pudriendo. Ver desde arriba todo aquello de lo que mi ser corpóreo me priva. Y de paso, así intento arreglar algún que otro estropicio que ha causado el que anteriormente estaba aqui arriba...

Improvisando... no queda duda de que estoy muy zumbado. Ahora... no sabía sobre lo que escribir asi que me he dedicado a fluir un rato.

domingo, 6 de febrero de 2011

Título libre, que cada uno elija el que desee.


Yo aquí sentado

mirando un mundo muerto,

un mundo maniatado

por la cuerda invisible

del ser de pensar despierto,

el ser impasible

que piensa que el interés

esta por encima

del deber,

el deber de ayudar al prójimo

y no, no hablo por la iglesia...

y es que me considero antónimo

de cualquier religión

de cualquier ideología pésima.

Prefiero pensar y actuar

como un corazón libre

que no le afectan esas blasfemias,

blasfemias de gran calibre,

que por su explosión no dañan

si no que como palabras impuras

te engañan

que de ataduras

te empañan.

Estoy harto del insomnio

estoy harto de tirarme en la cama

y no poder dormir

estoy harto del agobio

y todo su mal sentir

estoy harto de mirar por la ventana

y ver mi reflejo en un podio

yo en lo mas bajo

y en lo mas alto, el odio.

La vida. En sus primeros momentos.





John Lennon dijo; deja de vivir haciendo planes o tu vida pasara en un instante. Y luego le dispararon

y ... aunque resulte difícil, hay que vivir.

. . .

Resulta que he profundizado,
dramatizado.
Estoy listo para el trabajo

estoy listo para cambiar de humor
para luchar contra el dolor,
para preguntarme, ¿ Por que es tan difícil el amor ?

. . .

Resulta que después de todo ...

Han sido inútiles las quejas
el contemplarte,
el luchar

pero. Espero,
no hay dolor real.

Cambiare las cortinas,
una vez mas. Y estas aguantaran ...

otro temporal.

Tengo 16
y estoy listo
para sufrir,
para vivir una tortura sin fin

. . .

Resuenan las risas
resuenan los malos momentos,
resuena ... el eco

Buena batalla la que libre,
conmigo
y ...
buenas las tardes de amor,
aquellas donde sobraba calor

Veranos perdidos por vivir ...
pero no me arrepiento,
al fin,
puedo vivir una tortura

trabajarme mejor los discursos,
vivir entre susto y susto,
amarte entre disgustos.

Trabajarme mejor las frases,
la tierra ...
y morir entre sustos. Y disgustos

para que las risas resuenan una vez más,
en mi ultimo recuerdo de paz.

La vida. En sus primeros momentos ... todo tormentos, pero el morir habiendo creado mi propio cielo, ese es ahora mi nuevo sueño

Oda al silencio


¿Para qué romper el silencio
si el silencio puede ser la más maravillosa
de las sonatas?

¡Oh silencio mío!
Cada vez que en mí penetras
de toda locura me olvido.
Me encierras,
haces que me sienta cautivo,
aunque al mismo tiempo,
más que nunca, vivo.

¡Oh silencio mío!
En soledad o entre amigos,
siempre por mí 
serás bienvenido.
Eres necesario
cual brutal enemigo
que me haga sentir,
más que nunca, vivo.

Cuán injusto es obviar de vos
para obtener a cambio
unas nimias palabras
en un momento precoz,
que carecen de razón.

Mientras, 
esta alma sin hogar aparente
continúa en este vasto
prado transparente,
observando como correteas,
fugaz y ardiente;
silencioso...
aunque majestuoso;
y grandilocuente.

sábado, 5 de febrero de 2011

El tren de las palabras

Primera parada; la hora no importa, el lugar aún menos. Súbase al tren, no disgusta a ningún pasajero. Contemple el paisaje a través de la ventana, entorno, el delicioso olor a fantasía y el grandioso tono del sol endulza la vida. Para nuestro tren no hacen falta vías, es capaz de volar sin levantar sospecha de que nos lleva a los lugares que nuestra mente más desea.

Todas las vidas son como una, nos lleva sin fin por el camino de idilios poesía. No habrá penumbra en nuestra fantasía, se nos plantea la pregunta de si puede hacerse realidad o es utopía.

Nada más entrar se les recibirá con una amplia sonrisa y unas palabras que en cualquier otro sitio no pueden ser oídas:

 "Bienvenido a Cómicodrama, el lugar donde esculpimos las palabras, todo para hablar y criticar, sin entablar batalla"

No hacemos paradas en Villa Ignorancia. La necedad ha consumido esas vidas, no quieren el remedio de nuestra "Farmacia", no quieren que aportemos a sus mentes un poco de lumbre. Puede que sea de estar a oscuras la costumbre.

Sin hablar de más temas lúgubres, hablemos de lo que pasa en nuestros trayectos. Como personas cualesquiera, estamos aprendiendo, nuestra verdad no es absoluta, no adoctrinamos gente, no se enfaden con lo que hacemos. Las salidas están abiertas, tanto como las entradas a quienes quieran entrar; a aprender a compartir o a soñar.

Diciendo cosas que todos pensamos o que podemos llegar a pensar. Nos abrimos hueco en cada mente, no es de odio nuestro menester. Podrán decir que estamos todos locos, puede que sea eso lo que por dentro noto. En nuestro camino no nos dejamos llevar por el destino, nos resistimos, discutimos y sacamos los sentimientos de nuestro lado más íntimo.

Este nuestro tren, es capaz de llevarnos muy lejos, sin movernos del sitio, a lugares tanto horribles, como idílicos. Lugares donde te plantearás la búsqueda de la felicidad, si la tienes o no. Historias vividas, fábulas e inventivas, poemas de amor o de rabia. En el transcurso de nuestro camino, podemos encontrar hechos tristes, alegres, críticas, analogías, manifiestos... Todo sacado del pensamiento.

Adorar el sabor de estar solo y disfrutar de la vida, de cada color, de cada tono. Siempre sin dejar de parar a refrenar lo malo, nada detiene nuestro tren. Desde hace un tiempo lo tenemos demostrado. Y es que con la pasión que cada uno siente cuando tiene boli y papel enfrente, o simplemente un teclado; cada día nuestro amor por un sueño crece.

Podremos ver en el viaje, el alba y que a la par anochece. Quedará marcada el alma, pues por un momento de éxtasis, no habrá nada que la refrene. Mirar fuera, ver que no hay nubes y que al tiempo llueve. El sol parece abrasador, luz de estío, parece, pero es justo y confortable su revitalizante calor. La luna, que al son del viento mece, llena con su blanco tan bonito, junto a las estrellas, la parte del cielo en la que había un vacío.

No habrá vacíos aquí, nada es impío, sin frío, mucho menos un entorno baldío. Solo hay que dejarse llevar, por el tren que nos llevará por un momento a nuestros más deseados idilios.

Algo cotidiano I: Una ducha.

Ese lugar al que, alguno, tiene un aparente miedo, causándose así en el un horrendo hedor capaz de ahuyendar a la más brava fiera; al animal de todos más feroz.

Aunque, afortunadamente, existe una mayoría abrumadora la cual disfruta "cantando bajo la lluvia", lluvia caliente que desprende mi querida ducha.

Mi cuerpo, quizá sudoroso, quizá maloliente o quizá, simplemente, caprichoso, como impulsado por parte de mi subconsciente -aunque también un tanto consciente- "vete a la ducha" me pide. Sin más, emprendo mi corto camino, con algo de pereza, como sucede con otros tantos hábitos. Abro la puerta, sin malgastar mis fuerzas. Prendo la pálida y amarillenta luz que me acompañará el resto de mi dulce velada. Me desprendo de las prendas que, hasta entonces, me cubrían; y lo que debían esconder, escondían. No sin antes abrirla, el agua ya caía, aunque aún fría (la muy jodida). De pie aguardo a que caliente... -"¡venga ya, madre mía!"-. Una vez conforme con la... "¡oh, mierda, no, está ardiente... casi hierve!". Complicada calibración de temperatura. En fin, instantes más tarde, mi cuerpo estándar-casi-gordito encontraba ya a la húmeda (jiji) y casi-caliente agua perfecta. Son mis pies los primeros y únicos en sumergirse en unos pocos centímetros de ese trasparente líquido. Tras ellos, ese objeto por donde escapa, comprimido, H2O, dióxido d... coño, agua, que unos llaman regadera, otros mango (entre otros vegetales, tales como alcachofa e incluso lechuga), otros ducha, a secas, o grifo también... sube por mis aterciopeladas piernas, más blancas de rodilla para arriba. Sigue subiendo; llega a... sigue subiendo, hasta lograr humedecer o, más bien dicho, bañar, torso, cuello, testa, cabello y, en general, el cuerpo. Entonces, como si de una intervención divina se tratase, pienso en dónde me encuentro (y qué significa ese "dónde"). A describíroslo empiezo:

Ese lugar de culto, totalmente sagrado, y repercusor directo de una cantidad ingente de ideas que surgen como desde lo más profundo del Abismo y que fluyen, cual agua por el vasto océano o aire por el infinito firmamento, pero que luego nunca llegan a ser anotadas o explicitadas, quedando éstas excentas de ser compartidas y, en su defecto, disfrutadas o sufridas; apoyadas o rechazadas.


Y corto de lleno mis nimias conclusiones, como corto el agua que caía a borbollones. Me inclino ligeramente, como en una cutre reverencia, hasta alcanzar el avainillado gel. Lo esparzo con paciencia, hasta que la espuma cubra mi cuerpo. Después el champú, con una extraña esencia, algo parecido a menta... Extraña mezcla. Vuelve a caer en mí la líquida trasparencia, de la cabeza a los pies. No la veo, la siento. Los ojos cerrados auguran disparos de pensamientos, que en mí siguen residiendo. Ideas surrealistas varias brotaban, aunque tímidamente. Traducirlas tendría escaso sentido, y la pedantería en cada una de las frases se encontraría.

Así, extiendo el brazo, y mi mano cierra el grifo. Una áspera y verde toalla me espera.

¿A qué no logras adivinar dónde se me ocurrió el que debiera escribir esto?

miércoles, 2 de febrero de 2011

Viernes

Algún día de tanto soñar despierto me voy acostumbrar, a esta mierda de realidad.
Siempre he tenido miedo a opinar, por hundirte la moral

¡ O ! por demostrar que soy ese viejo perro que nunca supo avanzar.
Vivo atormentado, porque no puedo cambiar nada con lo que hago,
me dedico a completar el censo de canarias.

Mis palabras son eco,
incluso cuando golpean en tu pecho.
Y yo,
soy totalmente indiferente al color verde, (tss)
pero soy de esos que crecen solo con verte.

Muchas veces soy odiado por hacer lo que hago,
me meto en líos y laberintos extraños.

Y cambiando un poco de tema:
España no se fue a la mierda,
es que nunca salio de ella.

Te gusta lamer culos, con esos subnormales,
aquellos que demuestran con ... ¡ los tintes de sus trajes !
que pueden dominarte.

Nadie es perfecto pero desde luego,
aquí no hay, ni siquiera buenos.

. . .

je je .

Que fácil es amarse,
entre borregos
¡ Orangutanes y camellos !
... que bonito es este cuento.

Mis palabras son eco,
suenan dos o tres veces
y
pasa el momento.

¡ Putas ! invaden nuestras calles
y ahora tienen planes.

Luchas desde pequeño por ser diferente
y ahora se pone de moda.

La gente le esta dando por escuchar punk
y vestir " original "

JA

putos seres humanos,
ahora resulta que soy simpático.
Cuando esta mierda vuelva a pasar de moda
seré ¡ un bicho raro !

Volverán las palizas
las risas,
las pintadas amistosas
y las charlas con la profesora

Aprendí a defenderme solo,
porque era diferente,
aprendí como pararme a tres tipos de frente

. . .

Algún día de tanto soñar despierto,
se va agotar la paciencia.
Y entonces dejare de hablar,
para las manos usar.

¡ SI ! ya lo e echo otras veces,
pero a sido por defenderme.

. . .

No me quedan fuerzas,
no me quedan palabras ...
para opinar
¡ para hundirte la moral !
ja, a las manos voy a pasar

Soledad

  Muchas veces, cuando nombras la soledad o dices -"Me gusta estar solo", la gente que te escucha (no la que te oye) lo asocia con algo malo. De repente piensan que no te gusta tener gente en tu vida o que eres un emo y que quieres sentirte desdichado o que directamente eres un misántropo.


  Pues no, hoy, en esta entrada, vengo a hablar de la soledad como algo bueno. No hablo de una ausencia total de gente siempre, solo hablo de esos pequeños o en ocasiones, largos paseos solitarios por la calle.    


  Ya sea de día o de noche, caminas solo, con o sin rumbo. Sin pensar en nada definido, las ideas nadan por tu cabeza, las cavilas un par de segundos y desaparecen relampagueantes de tu cabeza, dando lugar a otras, como rayos en una tormenta.


  Pensando en "mis cosas" (un tema amplísimo. Resultado de mucha información y poco tiempo para procesarla y sacar conclusiones, que en estos momentos de soledad resurge para reclamar su preciado lugar en las miras de mi razón), escuchando tan solo el agitante ruido de mis pasos, que viene siempre acompañado del roce de las perneras de mi pantalón, dando lugar a un ruido continuo y serpenteante. Es un ruido, que normalmente pasa desapercibido, pero en la penumbra silenciosa en la que se convierte mi municipio, ese ruido por lo general discreto, resulta pecadoramente desgarrador, anárquico, insultante.


  Esa marea de ruidos serpenteantes y cosas en las que pensar, está aliñada por la oscuridad de la noche, que le da un tono mas ameno no dejando translucir tanto las impurezas ni los colores naturales. Todo está bañado de negro y de escalas de amarillo, causadas por ese odioso color pollito incandescente de las farolas (por si no se nota, lo odio a muerte), que tiñe todo de un monótono y endeble color yema de huevo... dando una razón para admirar la belleza de las pocas estrellas visibles en ese cielo urbano (lleno hasta los topes de contaminación lumínica y de humo) o para ensimismarme en las pequeñas esquinas que quedan por pulir de mis pensamientos anteriormente en bruto, sin cavilar.


  Solo, en una noche fría. Yendo a casa y con ganas de venir a escribir. Esa soledad me ha dado tantas ideas, días de inspiración y resolución de problemas... Buceando entre recuerdos y experiencias, sin rumbo, solo una brújula para que no pierda el norte. Simples fantasías, pero que al fin y al cabo, ayudan en la realidad.


¿Que habría hecho yo sin Soledad?