domingo, 16 de diciembre de 2012

Quiero

Quiero:

Callar al silencio,
matar a la muerte,
olvidar el olvido:
y solo lo logro contigo.
Andar lo andado,
pintar lo pintado,
inventar lo inventado.
El sol calentar
y enfriar los polos.
Las rosas marchitas marchitar
y plantar amapolas.
Enloquecer a la locura,
enternecer la ternura,
curar a la cura.
Glorificar a las glorias,
santificar a los santos,
momificar momias.
Iluminar tus cálidos días
y ensombrecer tus noches más frías.
Comprar todo el dinero
y echarlo al fuego;
vagamundear el mundo entero,
y solo hacerlo contigo
quiero.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Ella me cautivó

Cuando apareció, todo dejó de importar. Era de noche, una de esas noches en las que sientes, sin que sea cierto, que eres el único ser vivo sobre el negro suelo de la ciudad iluminada por farolas que alumbran su camino, con esbelto andar y mirada perdida cual espectro deambulante.

Coches, camiones, motos, transeúntes. Todos escandalosos hasta ahora, que callaron porque pasaba ella, sonriente —¡vaya sonrisa!—. Su olor era como el de un campo lleno de rosas de todos los colores; sus ojos, profundos como el más oscuro abismo: en él caí, casi muerto. Solos ella y yo. El resto aguardaba. Fue el más largo instante de mi vida. Fue el día en que probé la fruta maldita, prohibida, venenosa, mortal. Fue la luz de aquella noche negra, tan negra como mi mirada ciega, ciega de ilusión y de amor furioso. Fueron segundos intensos; felices, armoniosos, aunque desesperantes: ¿sería esa la última vez?

Y la noche siguió. Las estrellas giraron; las luces se encendieron; su camino prosiguió, como el de todo el resto; el ruido volvió a ser notorio. Entonces me percaté de que estaba realmente solo: no estaba ella. No fue suficiente con mojarme los labios de la miel a la que olía; debía ser suave como la seda, y quería sentirlo en mis manos. Pues, la seguí hasta donde fuese.

Entró en un supermercado —¡dichoso el muchacho que la atendió, pues pudo sentir la armonía y musicalidad de sus palabras!— y compró una cerveza, aunque no la abrió allí mismo. El siguiente sitio al que entró —o iba a entrar— fue un edificio lúgubre y amarillo, al que llegó tras quince minutos a un ritmo considerablemente rápido. Yo supuse que sería su casa, o el edificio de ésta. No tenía tiempo que perder:

—Buenas noches.
—¡Vaya! ¡No me des estos sustos!
—Lo siento, quería decirte que...
—¿Qué?— dijo ella entre asustada y desconcertada: ¿un desconocido que le habla a plena noche al entrar a su portal?

Quería decirle que me parecía un espejismo haberme cruzado con ella, que sería el hombre más feliz de esa ciudad si me dejara subir con ella, que podría escribir cientos de novelas donde ella fuera la protagonista, que es tan dulce que me asusta, que me hundí en su mirada y que tenía la sonrisa más bonita que había visto nunca.

—Oye, ¿qué pasa?

Quise no haber temblado. Quise no haber sentido náuseas. Quise no haber tenido miedo. Quise...

—Nada, solo que me encanta esta noche, ¿a ti no?
—Bueno, las noches siempre tienen algo de especial. En fin, me subo a mi casa que estoy cansadísima. Buenas noches.
—Buenas noches...

Si los ángeles existen, hablarían como ella, sin duda. La chica cuyo nombre desconozco subió las escaleras hacia su piso, o eso debía haber hecho. Y yo me senté allí, con cara larga, y con la sensación de que no la olvidaría. Y observaba cómo había más mundo ahí fuera, y cuán diminuto se me quedaba. Había motores de coches, voces a lo lejos. Y yo me senté allí. Y esperé. Te esperaré.

sábado, 4 de agosto de 2012

Una mala noche en una mala posada...


Roma se sentó. Miró sus manos que temblaban, frías, robustas, inertes. Dexter dormía. Mejor así, no quería oírle, ni discutir. Vaciló un segundo. Luego cogió un folio y comenzó lo que pretendía que fuera una nota, diciendo:

“Huyes y huyes, y el pasado te persigue, como una criatura indómita y salvaje que solo quiere devorar tus entrañas y darse un festín con tus pesadillas y miedos. Es cuando estás tranquilo, cuando crees que eres feliz y has conseguido escapar del infierno,  es cuando te atrapa y te obliga a mirar mientras te desangra poco a poco; a tenues bocados que arrancan la carne del hueso y llegan al alma. Es el dolor más inmenso, el que no se debe a nada, el que no responde a nadie, el que no se cura, el que temes, el que te persigue hasta en las noches más oscuras. Ese dolor que se cuela por un resquicio ínfimo, como el viento frío por la rendija de una ventana. El que no se agrupa en ninguna parte de tu cuerpo, pero a la vez te duele todo. No sabes si es por una mentira, si es por la traición, si es por tus pesadillas o por tus miedos; o por todo, o por nada. No sabes si quieres venganza, si la muerte lo cura o solo por lamer sus heridas de desesperanza se desentierran las lanzas de esta guerra que duelas por dentro y por fuera.”

La noche era fría fuera. Había luna nueva y prácticamente los pinos nevados ni se intuían, pero la brisa se mecía suavemente entre sus hojas y silbaban arrulladores como una sinfonía de soledad y mal trago. Las estrellas ocupaban el cielo como en una invasión persa y ofrecían una vista insólita, pero común en ese lugar, y surrealista; tantas luces, tan profundo, tan solitario, pero tan reconfortante. Casi merecía la pena estar solo y disfrutar del viento helado, el silbido y la afilada roca, o tumbado en la nieve hasta fenecer. Siguió:

“Y golpeas a un enemigo invisible, que no se cansa, que no teme, que no pasa hambre y que solo infunde temor. Y ese temor solo te hace odiar y codiciar la salvación de las oscuras garras, vender tu alma por un soplo de aire fresco.  De anhelar la venganza y sellar con sangre lo que hizo caer tus lagrimas. Y te precipitas en una espiral de odio, de vacío, de frío. Se pone a prueba tu valor, tus principios, tus creencias, tus sentimientos. Te haces líquido, venenoso, negro. Te recubre un cristal fino, opaco, que al mínimo roce se desquebraja y se derrama y te esparce –ácido y ávido de dolor- sobre el tapiz. Una tinta espesa, que se cuela hasta tus huellas y te roba la identidad, que te persigue y te da caza, para apoderarse de tu voluntad y saciar tu hambre con sangre y lágrimas. Algo de ti a lo que no le importas. No te importa nada, tus infames lamentos y sacrificios, solo quiere ver arder con espesa llama cualquier resquicio del maldito suplicio que te corroe. 
Te domina. Te atrapa y se adueña de ti. Oscuro, tenebroso, frío, hambriento. Y solo huele el dolor, y clava sus zarpas como un demonio de mirada muerta, de gélido aliento y afilados dientes. Te absorbe el alma. Te hace creer que es dolor y lágrimas, sufrimiento, lo que quieres y te utiliza para destruir. Para anegar las tierras y alimentarse de maldad, de actos despiadados, de palabras malditas y saciar su ansia de oscuridad. Y cuando su sed se calma se marcha y te deja contemplando las cenizas de ti mismo, de lo que calcina su aliento gélido y muerto. De lo que era de ti, que ya no es nada. Así, trocito a trocito tu vida le pertenece, y no puedes hacer nada. Te preguntas a ti mismo, si eres tú mismo ese demonio o es solo un producto de tu sufrimiento. ¿Es acaso esa quimera, real, tu verdadero yo? ¿Eres malvado? ¿Así de vacío y ávido de dolor? ¿No te importa nada lo suficiente como para que ese algo escape de tales accesos de odio y de oscuridad? Lo cierto es que para ver poco a poco como tu mundo se calcina, mejor estar muerto.”

Después de todo, pensó. Mejor que creyeran que estaba muerto, mientras decidía realmente si acabaría estándolo. Más de una vez se había preguntado eso, se lo había planteado y, más de una vez, había surgido ese sentimiento dentro de él. Solo que esta vez era diferente. Quiso pensarlo, irse. Decidir y actuar.

“Hace tiempo que muero por dentro… solo quiero saber si ya lo estoy”. Puso en un aparte. Lo dobló tan despacio que pareció que el papel iba a fosilizarse en sus manos, o eso pensó él. Abrió el portátil de Dexter, y apoyó la carta en la pantalla. Luego, con el mismo silencio con el que había entrado, salió por la ventana y se alejó en la noche sin saber si volvería.

jueves, 19 de julio de 2012

Miscelánea II


Poemas variopintos que fueron en su día escritos aunque nunca mostrados.
Parte Segunda:




Mujer

Mujer de lejos, lejana,
falso cortejo,
fácil trampa irresistible.
Sombra que se avecina,
reflejo de una piel,
reflejo de un olor hipnótico,
rocambolesco y armónico.

Ojos cerrados.
Negro.
Rojo de unos labios
que han de susurrar algo,
quizás a lo lejos...
aunque tan cerca.

Suave seda despojada,
carnal.
Luz.
Nunca es suficiente
la luz que desprende.
Oro al viento
que se alza hacia un lado,
hacia el otro.
Golpea, acaricia.
Sonrisa cómplice,
mirada de ardua explicación,
harto simple de sentir
y sumergirse dentro
y cuestionárselo todo.
¿Será esto un sueño?
Será.

Mujer: misterio.
Mujer, asustas, mujer.
Incomprensible, incomprendida,
esencia de la muerte y de la vida,
mujer.
No hay guerrero,
como el amor loco,
que por ti no aniquile, inocente.





Es inexplicable

Es como un amor frágil, caliente.
Es un amor sincero,
algo por siempre loco.

Es una tarta de cumpleaños.
Es recuerdos de antaño,
con una fina risa.

Es una sonrisa cómplice, larga.
Es, claro, una lágrima,
que desciende tímida.

Es tanto y a la vez tan poco y huero.
Es un negro agujero
por el que vivo y muero.

Es vino y cerveza, embriaguez.
Es una explosión,
por ventura, es amor.




Mujer ardiente,
dos manos no son suficiente
para explorar tus llanuras,
tus colinas.
Estructuras abruptas,
de subidas, de bajadas;
de curvas, de rectas;
de finura extraordinaria,
de seda, suave como la seda.

Y cuando a solas nos hallamos,
solos, con el silencio a nuestro lado,
¡oh mujer, cuánto halago!
cuán afortunado se siente mi cuerpo,
antes helado.
Tus mejillas, tus labios,
mi cuello: una gran llama
que no quema; nos une.

Mujer, yo te envidio mujer.
Pero cuando no somos más
que uno entre los dos,
y la celosía se esfuma
y solo pienso
en fuego, en chispas y en rojo pasión,
en ardor, calor y sudor,
no pienso más que en ti,
y me maldigo por no tenerte siempre
entre mis garras.
Mujer, no pienso más que en ti,
mujer.














sábado, 30 de junio de 2012

"Atento por si una frase escapa, si hay que cazarla es como ver a la chica de tus sueños y poder besarla: así es el don de escribir" - Nach

Comicodrama ha estado un poco abandonado. Nuestro blog al cual abro, a modo de prólogo, una nueva entrada que -persigo- anime al resto de mis comicodramáticos a tender la mano y ofrecer una caricia a nuestras musas. Ennegrecidas por quemarnos las seseras con nuestros vaivenes, las clases, pasos en falso, alcohol y ganas de pernoctar lejos de nuestro antaño hogar. Lo cierto es que darle al botón de "nueva entrada" es como coger un racimo de uvas, brillantes, coloridas, apetitosas, dulces y jugosas; y a medida que dejo salir palabras y el fondo el blanco, a través del teclado, las capta es como ir desgajando suavemente esos frutos y llenarme la boca con ellos. Un jugo invisible, de letras en un folio, con un boli o un teclado. De unos labios a unos oídos. Llegar a comparar el poder escribir algo tal como un poema de amor de mi admirado Ricky con acariciar el contorno suave de una figura que busca tu calor en la noche, es lo mismo que comparar el ver un folio en blanco con el boli en la mano con el mayor desamor y desamparo concebible: "Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido"(Pablo Neruda). Y bien es cierto que cuando posaba la vista en el símbolo de favoritos del explorador con una "B" grabada, con la -conocida- dirección de nuestro querido blog y he tenido que pensar "cuando tengas tiempo, ahora tienes que estudiar". Es como tener unos labios suaves, dulces, que piden un beso, tendidos hacia ti y no cogerlo, solo por querer ver como te falta el propio aire, el sustento.

Cuando las musas te abandonan y las recuperas, y plasmas tu amor por un verso o unas letras, es una catarsis. Acariciarlas con cariño para que dejen que tus dedos representen lo que llevas dentro, que lleva guardado mucho tiempo, milenios enteros, el periplo eterno de no saber que hacer con las palabras y ellas tiren de tu camisa pidiendo atención. Mas no es el dolor de no poder empezar, es el dolor de empezar y no llegar más lejos que de las dos líneas. Es como quedarse a medias...

In medias res. El idilio de unos versos que pueden ganarse un beso, o el enigma de dos palabras bien dichas que pueden hacer merecer una caricia. Tal vez puede que otras palabras, dichas de otra forma, consigan que quieran hacerte pensar en un epitafio. Si decir "te quiero" te hace fácil, es que el mundo no sabe acogerte como te mereces; y si decir "mantente lejos" te hace antisocial, es que la sociedad no sabe de lo que habla; y  si decir "eres tonto, ¿no lo ves?" te hace un borde, que les den, allá ellos con su mierda.

Irme a dormir tranquilo cada noche sabiendo que he hecho lo correcto, de acorde con lo que pienso o mis principios, es lo que espero. No es fácil, meta ambiciosa. Que es más viciosa avaricia con sus caricias de oro y plata, o sus racimos de carne, que vivaz una llama o fugaz una estrella. Y son muchas las noches que pierdo el sueño, pensando que siempre pude ser mejor, más rápido, más fuerte, más listo: "Dejé de contar ovejas para poder dormir, y me cuento los defectos que me quiero corregir" - Xhelazz, "Tengo una virtud por cada mil defectos" - Nach. De todas formas, lo importante no es la caída. Es levantarse, y tener ojo con esa piedra a la próxima. Cada nuevo día es una nueva oportunidad, 365 tenemos y en bisiesto 366.

Hablando de todo un poco. Una noche, oscura, tibia, seca. Lejos, en la penumbra, en una colina. Un hombre mirando al horizonte oscuro como el corazón de un demonio, una noche sin luna y la polución lumínica de esas malditas farolas amarillas no deja ver estrellas. Quizás así sea mejor. Sentirse solo estando junto a una urbe. Con un diente de león en las manos. Corre una cierta brisa, así que sopla y contempla cómo esas pequeñas y gráciles semillas desaparecen en esa bruma oscura que se forma donde no llega la luz. Quisiera ser libre de verdad, como una de esas semillas, en busca de una corriente cualquiera, un jardín cualquiera, donde caer y esperar una gota y germinar. Tomar el sol y el viento, al fresco o al calor. Ver a niños jugando en un parque o junto a la calle. Comprende aquel que contempla que a veces las farolas, tener mucha luz, no dejar ver claro el cielo, no tiene por qué ser bueno: los marinos se pierden sin faros, sin estrellas, y estrellan sus barcos. A veces las lágrimas caen al mar donde nadie las distingue, o casi siempre. Por unos labios, o una figura escultórica, o una tumba, o por no tener qué comer.

A veces, el simple hecho de poder escribir te hace saber que las cosas van bien, ¿las cosas van bien? Hay algunas preguntas a las que, a veces, es mejor no responder. Lo unico que sé es que, nuestro querido blog, volveré. Nunca sabes si mejor -o peor- o diferente. Solo puedes estar seguro de dos cosas en esta vida: del amanecer y del anochecer. Ya para otras vidas no sé...

viernes, 4 de mayo de 2012

Ángel negro

Abrió de nuevo los ojos tras respirar varias veces y le pareció que le pesaban los párpados, como si se estuviera levantando a sí mismo con ellos. El sudor frío le resbalaba por la frente y se le metía como el ácido en las agrietadas comisuras de la boca, mientras sostenía un bolígrafo y miraba fijamente el papel amarillento, pero sin escribir, que tenía delante; casi se sentía como si fuera a asesinar a alguien con aquel instrumento que servía para poco más que para escribir, y mal. Tragó saliva, que le pareció tragarse un mejunje espeso y gelatinoso, con un sabor salado. Se inclinó sobre la mesa y se sentó muy despacio en la silla que tenía detrás. Cerró los ojos de nuevo.

domingo, 15 de abril de 2012

Marionetas de un escenario llamado vida.

Se apagan las luces. Impera el silencio donde antes había murmullos. Se abre el telón. Los focos me alumbran. Duros aplausos.


Inicia la función. Solo yo en escena. El resto, oscuro. Hilos de lo más finos sujetan mis manos, mis pies y mi cabeza; esos hilos no se ven. Cuando me tornan hacia el público reflejo la misma expresión de siempre, que brilla por su ausencia en la esencia. Aunque mi rostro fuerza una sonrisa: me muestro impenetrable, rudo, duro, insensible, virtuoso. Mis movimientos son lentos y torpes. Siendo sincero, no sé ni por qué me muevo; mejor dicho, me mueven. Voy de aquí a allí y de allí a aquí de nuevo: todo un sinsentido de paseo. Ni siquiera sé hablar, y a veces me pregunto para qué, si por mucho que hable no podré librarme de las garras inminentes de la hoguera que aguarda paciente. Empero, mi deseo es poder hablar, como otros hacen, y no que lo hagan por mí.


Mientras, la función continúa, y mi garganta me oprime, y mi estómago me provoca arcadas, y mis ojos batallan por llover lágrimas que formarían un río de espinas. Piensan que mi corazón es de madera y que no late ante las contrariedades de mi patética figura. Desde arriba me manejan, y me observan atónitos desde el frente como si fuera uno más; como si tuviera una historia que contar. Y ven mis cicatrices, meras heridas superficiales, sin comprender que las realmente importantes son las que se esconden: las cicatrices de un alma derribada, debilitada, dolida en demasía.


La función va llegando a su fin. Continúa mi monólogo en este mi mundo. Continúa el foco alumbrando mi minúsculo cuerpo. Continúan los hilos que me sujetan y me manejan. Esos hilos que no se ven aunque se sabe que están son realmente una soga que me mata lentamente. Cada día que pasa no es un día más, sino uno menos; es como mojarse los pies en una piscina de mierda y seguir andando hacia delante, donde la profundidad va siendo mayor. Pausa.


Parece el fin. De hecho, es eso que puede denominarse como "fin". Matemáticamente, me inclinan hacia el público que aplaude enfurecido y silba y grita, hasta después de que el telón se cerrase. Cuando salgan todos ellos se olvidarán de lo que acaban de presenciar y retornarán las grises caras de póquer. Y sigue mi corazón de madera latiendo en vano, y buscando un amor que se oculta como ningún otro. Y mis ojos tratando de llorar, y mi garganta oprimiéndome, y mi estómago y sus arcadas... y esa sonrisa automática —¡oh esa sonrisa!—. Parece el fin, pero el acto del escenario llamado vida continúa. Sus actores somos cada uno de nosotros, marionetas. La función no acaba nunca. De hecho, ¿acaso hay un solo día en el que no actuemos?

sábado, 31 de marzo de 2012

Realidad política (mierdocracia)

Lo cierto es que no veo la tele, soy un desinformado social. Pero eso tiene una razón de peso, y es que cuando la veo me doy cuenta de lo que los españoles hacen con España. Por ejemplo, el otro día encendí la tele, el día de la huelga general; ¿y qué veo? Unas declaraciones de nuestro señor presidente del gobernucho -de las narices y tijera en mano- diciendo que, a grandes rasgos, podíamos manifestarnos cuanto quisiéramos, que él no iba a cambiar nada de su reforma laboral y los recortes seguirían adelante; no estando contento ya con todo eso, añadió algo así como que tenemos que estar agradecidos de que "su partido" haga reformas, que en el resto de Europa no se estaban realizando tantos intentos por salir de la crisis. Igual es que somos tontos pero, ¿quién tiene que hacer reformas? ¿Francia, Inglaterra y Alemania? U otro país, quizás un poco mas marginado financieramente, como ¿Grecia? ¿Y qué reformas son estas?

A fin de cuentas, la reforma se resume en: "Despido al costo". Cosa que no estaría mal si a empresas como Telefonica (y que hay gente que se preocupa más por si le ponen la tilde ,o no, al nombre, hay que ver hasta donde llega la estupidez de la gente...) se les permita hacer un E.R.E (Expediente de Reducción de Empleo) cuando tienen un margen de beneficios de miles de millones. A ver, que igual no queda claro: 1.000.000.000; eso son mil millones. Una cantidad nada despreciable: si se la dieran a alguien en pipas haría rico.

Bueno, lo dicho sobre presupuestos queda ahí. Vamos al quid de la cuestión. Hasta donde llegan mis escasos conocimientos del que acaba de salir de debajo de una piedra, España es un país democratico. ¿Cómo un país democrático tiene un presidente que tiene el maldito rostro de salir por la tele diciendo que por mucho que nos manifestemos piensa hacer caso omiso de nuestra opinión; y que para colmo hemos de darle las gracias por hacer reformas? Viva la democracia señores. Un señor electo por el pueblo pasa de nosotros. Debe ser una broma de mal gusto, porque yo no le veo la gracia. Y que, después de que pasen estas cosas, sigamos atascados en este bipartidismo de fachas, y un poco menos fachas, y todos igual de corruptos. Podría potar en el congreso y el suelo olería menos a cochambre.

Me parece triste que sigamos atascados en el tercermundismo europeo (y que haya terceros mundos), nos hagamos como que somos dignos aún para aquellos banqueros que dirigen nuestras vidas. Asqueroso ya era que estuviéramos a merced de un mercado financiero de pirañas y buitres, pero que encima tengan el rostro, la cara dura, de que sus marionetas no se corten un pelo a la hora de restregárnoslo por la cara. Y sí Rajoy, será que, a partir de ahora, cuando estés penetrando nuestros ateridos ojetes no solo no podamos quejarnos, sino que tengamos que pedirte más: por decreto de ley.

¿Abolirás la constitución también de la misma forma que cambiaste artículos a tu antojo sin necesidad de referéndum y seguiremos sin poder decir nada? Y en estos tiempos más que nunca, aunque no he sido partidario de tal idea, se me aparece como más cálida la perspectiva de la revolución francesa traída a nuestros días. Voy a por mi guillotina...

miércoles, 14 de marzo de 2012

Immanuel Kant: La sensibilidad y el entendimiento.

Notas 3 (Branislav Bozanic)

Llamamos sensibilidad a la capacidad receptiva del cerebro. Llamamos entendimiento a la capacidad que tiene este de producirla por sí mismo.

La capacidad de pensar, de percibir, un objeto es el entendimiento. Pero todo esto no sería posible sin un nivel minimo de sensibilidad, ningún objeto nos sería dado, ningún hecho sería percibido. La clave es; percibir, pensar y entender, y todo esto vinculado por nuestro nivel de sensibilidad.

Según nuestra naturaleza solo mediante la intuición podremos ser, mas o menos, sensibles. Al no ser totalmente racionales, al tener una parte "animal", la intuición es un recurso natural con el que no indagamos mas allá de cualquier objeto que nos afecta.

La intuición es la barrera que debemos superar para llegar a ser trascendentales, para llegar a ese punto del que hablaba Kant, para poder: percibir, pensar y entender con claridad.

A la niña le quitaron su juguete.

La niña está triste porque le quitaron el juguete de las manos. Ahora la niña piensa que ya nada es lo que era, todo es un drama. Ya no hay historias que divagaban en su imaginación. Ya no hay mundos paralelos en los que podía refugiarse de un mundo de gente que no la comprende, porque es una niña, una niña que llora porque no posee ya su sexto sentido, su quintaesencia, su cuarto carácter, su tercer brazo, su segunda vida, su primer principio. Caras largas se suceden en la cara de la niña con el ceño fruncido y las lágrimas batallando por no salir de unos ojos humedecidos, rojizos por la ira, que reflejan un hábitat hostil donde todos se tornan impíos. La niña suplica que le devuelvan el juguete que tanto ama, pero solo recibe como respuestas un repetido "no" que la lleva a desesperar. Tan desesperada estaba la niña que ahora llora, llora a borbollones porque ya no puede jugar. Las lágrimas perdieron en su lucha. Y la niña grita, grita pero nadie le hace caso, ¿quién iba a hacer caso a una niña que lo único que quiere es su juguete de vuelta? Todos piensan que el capricho será efímero y que pronto dejará de gritar, de llorar, de enfurecer. Todos piensan que es solo un capricho, pero la niña no lo ve así y las cosas no hacen más que empeorar. La niña está inconforme y continúa gritando con más fuerza. Le falta la respiración...

Es ahora cuando imagina un mundo colorido, armonioso y variopinto. Ahí era adonde huía gracias a su juguete. La niña lo ve como un lugar lejano solo a veces: cuando no juega con su juguete. No volaba, pero como si lo hiciera. Mejor es, incluso. Nada importaba cuando estaba en ese mundo, aun con los pies en otro distinto en el cual vivir no es interesante. La niña se enfadó y no respiró y ahora lo recordaba y volvió a respirar ante la mirada atónita de unas caras que no deberían estar allí. Son caras ensombrecidas que la miran desde arriba, negras como el agujero en el que inicia a caer empapada en un lago de sudores que se mezcla con la lluvia de sus ojos. La primera vez que la niña jugó con el juguete que le quitaron de las manos lo hizo por curiosidad. Desde entonces la niña solo entiende su vida con su juguete y nunca se imaginó que se lo pudieran quitar como si de polvo se tratara; un polvo blanquecino que vio esfumarse, rápido como un rayo, cuando se mezcló con el viento, maligno y egoísta como el ser de por sí. Mucho menos se imaginó cuánto le costaría dejar ese juguete que le estaba arruinando la vida en un mundo incompleto, donde solo hay gente triste, donde todo es un drama y donde solo merece la pena vivir huyendo a otro mundo, que es tan irreal que ha de ser real.

viernes, 9 de marzo de 2012

El gato

Regresó pronto aquel día a casa. Las diez, vio en el reloj. Se quitó su chaqueta de cuero negro, dejó lucir su camisa de blanco inmaculado con gemelos de oro en las mangas, aunque en aquella oscuridad, apenas corrompida por los focos del jardín, apenas de veía nada. Tentó, como un bebé que aprende a caminar hasta dar con el interruptor y lo accionó. La muy tenue luz, puesta así a propósito, dejó a la vista la opulencia que podía permitirse tras su último golpe, y cómo se notaba que no había sido él quien lo había decorado. Caminó con paso indeciso hacia la nevera, la abrió, puso cara mohína hacia el interior en busca de algo apetecible. Refrescos, jamón y queso, un caldero que le había dejado su asistenta -que contendría algún asqueroso manjar- y cerveza. Su boca era de ceniza en ese momento, necesitaba algo fuerte, cerró la puerta con desdén a la vez que mostraba una mueca de asco. Abrió el mueble-bar: whisky, eso iría bien, un gran reserva. Tomó un vaso, lleno hasta el borde, y dio cuenta de él en un solo trago; el alcohol bajó por su esófago como un suave tónico templado y aterrizó en su estomago en ayunas como un chorro de ácido, que le sacó un escalofrío y le elevó un poco la temperatura. Suspiró y se fue, a oscuras, a la cama. No sin cargar consigo la botella. Tras unos minutos solo quedaba la mitad del contenido del recipiente y deliraba dejando caer un hilo de baba sobre la almohada en un sueño etílico.

lunes, 5 de marzo de 2012

¿Qué es un lápiz?

Un lápiz es un objeto inanimado, visible, palpable, con olor propio; notable solo a veces, e incluso saboreable para alguno. Fabricado a partir de madera, carboncillo y otros tantos materiales. Por último, sus funciones principales son la escritura y el dibujo.

Esta es una, no muy resumida, descripción de lo que sería científicamente un lápiz para el mundo en general. Decir, que es una descripción científica que por muy objetiva y exacta que pueda llegar a ser, la conocen tanto los estudiantes poco estudiosos como los trabajadores bastante vagos. En cambio si se describiera de forma subjetiva ¿Quien la entendería, o conocería la suya propia? Y digo propia pues algo subjetivo es personal y, muchas veces, único para todos.

-La respuesta queda en el aire. Quien desee conocerla que la busque, pues es simple, pero quien prefiera dejarla en manos de la filosofía, que la deje estar y que busque más preguntas en las que pensar-

Descripción subjetiva de un lápiz:

Lápiz es el instrumento del pensamiento, la extensión de la mente y el cuerpo, el catalizador de la imaginación, el proyector de los sueños, el sendero hacía los deseos, el compañero del papel y del lenguaje en una vida de aventuras, el comienzo de todo paisaje obrado, el hijo de la realidad, el padre de la fantasía… Un lápiz es simplemente nada si solo es un lápiz, en cambio, si ese lápiz es utilizado por cualquier persona con un mínimo de afán por algo, se convierte en todo.

lunes, 6 de febrero de 2012

El mundo, hoy.

Y dijeron que el mundo tendría un final. Quizás ese final exista: el final de la armonía, pero no del mundo. El mundo sigue, el mundo contempla. Y no contempla iluso. Contempla cómo el más bravo de los jinetes, el iluminado, el claro, el blanco blanco, cae al vacío, y el vacío se agiganta. Tropieza la Verdad y no hay qué ni quién abra la mano para atraparle ni que comente "venid a mí; saltad". Y que cierre el puño y que derrote al verde caballo que porta al jinete verde. Y no un verde esperanzador, sino uno infinitamente malévolo y oscuro. Es el Dinero el encargado de que la Mentira, negra como el más grande de los agujeros, esté cada día más cerca de su plan: el mundo. Y la última esperanza se alza en pos de haber la Verdad injustamente desaparecido. Busca venganza, no obstante, su roja bonanza le frena y le impide batallar. Hablo del jinete del Amor, el cual ya lleva once días y once noches sin comer ni dormir ni beber, en un presente desesperanzador. No se halla. No se reconoce. Enflaquece. Enflaquece su caballo y él también enflaquece. No quiere emprender batalla, no porque no tenga fuerza, que también, sino porque nadie permanece ya. No hay alma que se le entregue incondicionalmente. Y enloquece el Amor. Y enloquecido el amor, perece. No se lo merece. O quizás, nadie lo merezca a él. Y es así, como en doce días y doce noches la Mentira reina. El más poderoso de los jinetes, incoloro, porque el negro no es un color, es la ausencia de éste. Y ya el verde oscuro es uno más, el combustible de la vida infinita. De la vida del mundo. Y el mundo sigue, el mundo contempla. Y no contempla iluso, aunque quizás ya sea el único que no lo sea.

viernes, 3 de febrero de 2012

Amor...

Desde que nace el primer latido del corazón hasta que se extingue el ultimo suspiro y sientes el alma fenecer. Obceca la razón y causa la sinrazón con la flecha encajada por el arco de un ángel alado. Lleva los cuerdos a la locura y posiblemente sea lo único cuerdo que piensen los locos. Amedrenta a los osados y empuja a la lucha al más cobarde; es su son lo que hace bailotear nuestras vidas, el binomio que nos llena de sentido. Puede hacer florecer la luz de entre las tinieblas del alma y plantar la semilla de la oscuridad. Puede hacer a un hombre vivir a pesar de que el mundo se le venga encima, empujando y dando fuerza a cada latido; y puede hacer a un hombre despreciar cada segundo mundano de su existencia. Consigue que disfrutes del movimiento de una simple brizna de hierba y que oigas el cantar del vaivén de las flores al son del viento; y puede hacer que cada sentimiento vuelque en ira y rabia, emponzoñando de odio la más augusta presencia. Hace que el célibe sea el más promiscuo pecador y que el más adúltero truhán se domeñe a la figura de una sola canción de amor. Separa dos almas unidas hasta la carne en el tiempo de una centella, para unir otras dos y no desparejarlas hasta que la muerte no llega. Torna dulce lo amargo y profano; para llevar hasta la cumbre de lo ufano y malvado lo más bello y bienintencionado. Puede revocar el estío para convocar al invierno, o puede hacer llegar a las tierras más heladas el más cálido verano.

Por él han cruzado los hombres desiertos y páramos helados; se han hundido barcos, por bombardeos o contra las rocas estrellados. Por él ardió Troya y pereció Aquiles. Por él mantuvo años y años el trono de su marido argonauta la reina Penélope. Han perecido en su honor valientes y desesperados, siempre hasta lo más profundo enamorados. Se han dado por él ofrendas, tanto en sangre como en carne; y es él la pieza que se cobra al final en esta vida, como recompensa a los esfuerzos inusitados. Él es el principio, y el final.

¿Es acaso mejor haber amado y haber perdido que nunca haber amado? ¿Acaso después de haber perdido el Amor somos algo más que entrañas revolviéndose en su propio desgarro y dolor? ¿Hay acaso vida después del Amor?

martes, 17 de enero de 2012

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Siempre hay algo de demencia en el amor. Pero siempre hay también algo de razón en la demencia - nietzsche

sábado, 14 de enero de 2012

¡Vete a dormir!

En una serie de esas noches en las que me cuesta dormir, mirando el techo o las paredes o la simple penumbra, me he puesto a pensar; sí, unos cuentan ovejitas, otros se drogan, yo me como el coco. Recordé que hacía tiempo habíamos puesto sobre el tapete en clase de física el asuntito de los viajes al pasado y las diferentes teorías respecto a ello, siempre hablando desde la ignorancia, claro. Digamos que la física me encanta, es uno de los pocos campos en los que la realidad siempre es mucho más impresionante, y con amplias creces, que la ficción más estrafalaria. Lástima que muchas veces, cuando las cosas se alejan de las bonitas animaciones digitales que se representan en los documentales, el tema se vuelve engorroso y algebráicamente ininteligible.