lunes, 19 de diciembre de 2011

16 de Diciembre



un nuevo día ...
y el sol me da la bienvenida
acariciando mi cansada y aburrida piel ...
~
constantemente subo y bajo
pero no cambio de lugar,
pero no se caen los hilos ...
que rodean mis extremidades.

A pesar de que mi cuerpo,
mi alma ... mi camino
se tiñen de rojo
no consigo sustituir este cielo gris que me rodea ...
por uno mas limpio.
~
Nuestra patria se muere, aquí en Europa.
Pero llega ha América y vuelve a Rusia.
Nuestra patria no es un simple garabato ...
de ladrillos, arboles, policías e historia barata.
Nuestra patria son unos ideales, donde todos somos hermanos,
nuestra lucha no es por el petroleo ...(o demás intereses absurdos)
es por amor.

Pero el tiempo pasa
y el pasar pesa ...
y pesada es nuestra causa
aunque cada dia seamos mas para luchar por ella
~
Cínico se ha vuelto el mundo
y curiosa la tarde.
Donde la comodidad de estar triste
me permite pensar ... mientras escribo estos versos.

Donde la comodidad de estar triste es incluso preciosa

lunes, 5 de diciembre de 2011

2055

Despertó aquella mañana, como siempre, al son de una nueva movilización de tropas que pasaban justo debajo del edificio donde se había logrado resguardar durante unos meses huyendo de las patrullas de reclutamiento. Eran las patrullas encargadas de atrapar a aquellos que habían sido llamados al servicio, en una población en la que todos eran soldados -quisieran o no-, y que en vez de "cumplir su deber" optaron por desaparecer y no acudir a la llamada de una guerra que no era la suya. Pensando en ésto apretó el puño recordando la adrenalina desplegada el día anterior en el que casi le consiguen apresar, respiró otra bocanada de aire polucionado: le pareció que respiraba ácido, le ardían los pulmones y le costaba mucho halar aquella densa mezcla de gases tóxicos y partículas en suspensión; que le daban un tono verdoso oscuro a la atmósfera.

Cuando hubo pasado el contingente de blindados y soldados a pie, se asomó por la ventana. La madera del marco estaba podrida y carcomida por aquel ambiente hostil; al intentar abrirla cedieron por completo las bisagras y casi se descalabra por la oquedad de la ventana al coger en pleno vuelo hacia la calle el pedazo de madera quebradiza que se había desprendido: si no lo hubiera hecho, seguramente el ruido habría llamado la atención de las patrullas que rondaban por allí, lo que, en toda regla, era una sentencia de muerte. Lanzó lejos de él aquel despojo arborícola dentro de aquella derruida estancia. Inspiró de nuevo. Miró a lo lejos, vio la movilización de otro contingente; si no estuviera acostumbrado, se habría percatado de que, incluso a más de un kilómetro de distancia, eran perceptibles las vibraciones de su desplazamiento. Observó entonces el horizonte, los albores del alba se mostraban ya titubeantes; casi le resultaba bonito el despliegue de verde y amarillo que se producía en cada amanecer.

Le hubiera gustado conocer como eran los amaneceres antes de la guerra; su profesor le había contado un millar de cosas sobre antes del estallido bélico durante los diez años en los fue su mentor y único foco de cultura y educación. Le dijo que el cielo era azul, el sol amarillo y las nubes blancas; que al amanecer se formaba una gama de colores gratificante, desde el amarillo del sol, hasta el azul del cielo; pasando por el naranja en el cielo y el magenta en las nubes. Le había contado un montón de cosas, pero ésta le llamaba especialmente la atención: el amanecer. Y siempre se había preguntado lo mismo, desde pequeño, desde la primera vez que se lo contó. Le había explicado también como había comenzado la guerra que, resumiendo, se produjo por una incesante fiebre de petróleo: todo el mundo quería poseerlo todo, y como todos ambicionaban lo mismo y la avaricia nunca daba pasos hacia atrás, estalló un cruento baile sangriento en el que iban y venían las vidas como si de granos de arena al viento se trataran.

Tras declararse el conflicto, las facciones se llenaron de nacionalismo y formaron dos únicas comunidades mundiales. Se activaron numerosas cabezas nucleares en centros de población importantes y hoy día, ya no queda ninguna metrópolis. En unos pocos meses, la población mundial pasó de 15.000 millones de personas censadas -por no hablar de las sin censar-, a unos mil millones: número que se reducía a diario por la plagas, enfermedades, hambrunas y la guerra. La Tierra estaba casi desierta, conformaba ya a estas alturas una superficie estéril y comparable al de la luna. El árido terreno gris era radiactivo ya, la temperatura media del planeta eran unos 40ºC; no había escuelas ni bibliotecas, y la única atención sanitaria era prestada con precarios medios y conocimientos a los soldados heridos, que apenas eran curados con poco más que unos primeros auxilios. La industria y la investigación se centraban en el desarrollo de nuevas e ingeniosas armas, representando así, nuevas e ingeniosas formas de matar: cada una más cruel e impersonal que la anterior. La fauna y la flora del planeta reducidas a comestibles que se habían salvado de los ataques nucleares en refugios subterráneos; eran envasados y deshidratados, para posteriormente convertirlos en polvo, que debían ser ingeridos comedidamente, ya que podían causar la destrucción de las funciones gastrointestinales: acortando así, la ya bastante corta esperanza de vida. O eso le dijeron en la Academia.

Posó de nuevo su mirada en el horizonte y trató de figurarse un cielo azul y de bellos y vivos colores, lejos del verde espeso y ácido; del cual absorbió otra poluta bocanada sintiendo de nuevo ese ardor incomparable; seguido, cómo no, de la fatiga producida por el esfuerzo necesario para respirar aquella bazofia sulfurosa. De pronto sintió el estruendo producido al derribar varias puertas en la parte inferior del edificio; distinguió pasos de varios hombres que caminaban juntos revisando cada habitación y susurraban maliciosamente. Supo inmediatamente que se trataba de una de esas patrullas que buscaban proscritos, su corazón se acelero como una locomotora e intento idear una forma de escapar; la única salida posible era la ventana, pero estaba seguro de que no podría dar un solo paso si saltaba por allí. El sudor frío resbalaba por su espalda, se abotonó en una esquina de la habitación, jadeante; le ardía todo el pecho y penas podía respirar, mucho menos pensar en cómo escapar de la situación. Suplicaba por que no le encontraran; se cubrió con la contraventana que anteriormente había arrojado con desprecio, en un ultimo estertor de supervivencia. Escuchó cómo los pasos se acercaban, esta vez, en su misma planta. Entonces sintió un agudo dolor en el estomago que le hizo encogerse como un feto; un dolor tan intenso que se extendió por todo su abdomen, y pronto a su cabeza, dejando paralizado. Comenzó a expulsar una especie de esputo marrón, amargo y espeso que regurgitaba y no sabia si salía de sus pulmones o de su estomago: el dolor había hecho que no pudiera siquiera controlar sus músculos más involuntarios y su posición horizontal dejó actuar a la gravedad. Se atraganto con su propio vómito y empezó a toser de forma quejumbrosa, lo que alertó sobremanera a los pasos, que corrieron en tropel hacia donde él estaba.

Un soldado apartó el descompuesto pedazo de madera y pudo verle, paralizado por el dolor y bañado en su propia inmundicia. Miró hacia atrás y preguntó algo que no logró descifrar a su oficial. Vio cómo el soldado realizaba con la cara una mueca de desagrado tras recibir lo que pareció una orden que iba en contra de sus escrúpulos y le tocó la frente húmeda y tiritante.

-Informe.
- Frío, señor.- dijo con un tono que albergaba algo de pena, y esperaba una nueva orden. A lo que el superior negó con la cabeza y se encogió levemente de hombros, se dio la vuelta y se llevó consigo al otro soldado que con ellos estaba.- Siempre me toca a mi, no es nada personal chico, casi tendrías que darme las gracias. Si te hubieras alistado sabrías que solo el ejército tiene el suero para evitar esto que te mata, no te creas que lo hago por gusto- dijo con sarcasmo y un claro disgusto.

En ese momento sacó una pistola: era plateada y con la empuñadura de blanco marfil, con un logotipo grabado en rojo y verde. Revisó que había ya una bala en la recámara, como por acto reflejo, sin fijarse. Así que solo amartilló el percutor con un representativo chasquido metálico que le hizo recorrer un escalofrío por toda la espalda y una riada de adrenalina recorrió sus venas. Esbozó un quejido e intentó agarrar la bota del soldado con su mano temblorosa; dejó caer una lágrima entonces, al recordar como habían fusilado al único mentor que había tenido: quien le regaló la fantasía de un cielo azul y un atardecer de vivos y hermosos colores; y quien le habló también del turbulento pasado, dándole un porqué para el aciago presente. Cerró los ojos.

Pudo sentir como su verdugo tragaba saliva e inspiraba otra bocanada de pesado y denso aire en ademán de hacer acopio de fuerzas y ejecutar la sentencia. Apretó entonces el gatillo y casi pudo oír la bala impactando contra su cráneo. Exánime ya su cuerpo, dejó caer su medio vacía cabeza sobre el suelo y escapo su último aliento al tiempo que una lágrima y una gota de sangre rebotaban al unisono sobre una baldosa.

-Eras inútil -añadió el soldado dándose la vuelta y lanzando un escupitajo a la inerte cara de su victima- Y me has manchado las botas.

sábado, 3 de diciembre de 2011

¿Titulo? Miles he pensado pero ninguno vale la pena,ni si quiera este...

Poema algo espeso, quizá ambiguo para alguno, con un final bastante decadente respecto a una inteligencia metafórica, pero bueno, a falta de inspiración buenas son críticas.

Me he puesto a pensar
y en si, la verdad,
no soy capaz...
A ver, una palabra...
¿Dinero?
Naa, me traba,
agota las ganas el lamento
de pensar en ello
en cualquier momento.
¿Público?
Quizás... pero el tiempo
es posiblemente único
para malgastarlo
definiendo el sentimiento
sobre este gran letargo
¿Hermano?
Bastante interesante
que te de la mano
y te levante
o que te deje caer al suelo
mostrando la confianza
desde el poder de un duelo.
¿Esperanza?
Yo pensaba, de pequeño,
que estaba ligada a la fe
pero ahora,aún por mucho empeño
lo único que consiguen,
es que comience a arder
por un creyente ignorante
que alaba a un muerto pedante.
¿Justicia?
¿Qué es?
Pues no lo entiendo ni lo entenderé,
y es que asfixia
buscar la respuesta cada día y cada mes
para que al final de cada pista
mis ganas sufran esté donde esté
¿Venganza?
La verdad, envidio
al que por la vida avanza
de actitud tranquilo
sin mantener alianza
con pesar tan frío.
¿ Frustración?
Es mucho el tiempo
ligado a esta situación
pues me paso la vida atento
por si la voluntad llegará
y así cambiar esta expresión
por siempre de mi cara
sabiendo que la vida es mala
cuando ves que la herida
de un mal pensar
se hace larga
y provoca que la felicidad
se vuelva cara.
¿Adrenalina?
Es gran remedio contra el dolor
cabrearse con alguien que sobrestima
la cantidad de calma interior,
para luego clavar en la pared el puño
y en ella dejar una marca, un cuño.
¿Furia?
La gran maldición muda
que solo el infierno escucha
mas no hay duda
de su simple estructura:
Frustración,dolor,adrenalina,
y por último furia mas que pura,
furia que la calma esquiva
pero que el alma activa.
¿Odio?
Es lo que viene después
y es lo que antes estuvo,
mas no miento cuando digo
que es un "compañero" fiel
al que no eludo
por mucho que mis ganas quieran,
pues siempre anda a la espera
de una posibilidad mera
para destrozar el momento,
hacer que la maldición salga fuera
y enterrar demás sentimientos
en el más hondo pozo,
pozo que por haber hecho de mi vida
el mayor de los destrozos
y de mi mirada una situación altiva,
llega a colmarse de corrupto gozo.
Odio convirtió la herida de una astilla
en la enfermedad gangrena
que cedió sangre a la semilla
del sentimiento que más me quema.
¿Ira?
Este es el ultimo demonio
que aparece cuando la luz se gira,
se cierne la oscuridad y comienza el fin,
convirtiendo en lluvias de otoño
a los llantos del corazón
por no haber sido capaz de resistir
la primera y ultima provocación
de aquel señor llamado Dn.Dolor,
ya no soy capaz de calmar el rayo,
la tormenta de rabia ha tomado paso
resonando en el espacio vacío
y destrozando mi estado mental
gracias al poder de un relámpago frió
junto con a la fuerza de la crueldad.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Pensar frustrado

Comienzo sin más, sin tema claro y sin tener pensado de como y que hablar pues si lo intentara, después de mucho divagar solo conseguiría escribir algo bastante frustrado que a su vez lo único que haría sería acabar con la poca voluntad de leer texto tan precario.

Me siento cohibido, sobre todo, en lo que respecta a la escritura. En un primer momento, mientras escribo, si no tengo falta de inspiración, pienso que está bien, que me gusta, que tiene ritmo y que uso gran variedad de cultismos, pero luego, cuando supuestamente he acabado, leo detenidamente lo escrito y verso tras verso o linea tras linea, la decepción aumenta de una manera justamente acelerada. Al final, dejo la mente en blanco unos segundos para luego exaltarme y decir que es una puta mierda, pero no continuo mandalo todo al lugar más infernalmente marginado en el cual mires donde mires solo veras despojos de la humanidad. No, lo vuelvo a intentar y tras un largo letargo de pensar obtuso, parece que las frases mejoran, que las rimas no son tan básicas y que la idea está más clara. Lo cuelgo o se lo enseño alguien, e inocente me siento orgulloso, pero al pasar un tiempo doy cuenta de una falta enorme de recursos comparando lo mal-escrito por mi, con escritos dignos de admiración.

Y así “termino”. Sí, entre comillas pues este martirio es un circulo vicioso y la única manera que ideo para huir de él es repetirlo infinidad de veces.

Nota: Al que le guste filosofar, que piense la estructura del dichoso círculo y la paradoja que este y su solución amparan. ¿Por que digo que la piense? Porque ,simple y llanamente no tengo la más mínima gana de escribirla.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Como la vida misma

Afloran recuerdos primaverales mientras observo, al mismo tiempo, cómo el mundo da un vuelco total, ni a mejor ni a peor, sino variable, y lo que varía no tiene por qué ser peor... ni mejor. Huele a vainilla en esta sala iluminada donde se mezclan colores caleidoscópicos y psicodélicos paranoicos. El vaso del que solía beber se ha vaciado y está llenándose de agua, necesaria para vivir. Y vivir es la fuente de la diversión que se sucede en un mundo caótico, calmo a veces. Un mundo que es una sonrisa, sonrisa que sonríe y que también tranquiliza. Y quejarnos es el pilar que nos sujeta mientras deambulamos sobre dientes de una boca que puede tornarse malévola y mascarnos y molernos y exterminarnos y hundirnos; tragarnos y digerirnos. De nosotros depende que nos vomite, pues la voluntad del fuerte es lo que diferencia a los débiles de los que tratan de superarse, de separarse de las ancestrales cadenas que, como un agujero negro, nos deforman y nos teletransportan; nos transforman en lluvia, lluvia que llora desesperada y canta desesperada a un futuro desesperanzador, espeso y negro.

Creer en un mañana venidero confortable y amarillo -que huele a vainilla- no nos librará de las cadenas medievales que pesan toneladas. Esas que nos encierran en su cárcel de ideas férreas afiladas que hacen desangrarnos mientras, al mismo tiempo, nuestra dicha, o eso pensamos, dentro de nosotros alegre juega.

¡Levanta! ¡Levanta tú que dormido te hallas en un campo fantasioso, basto y falso! Con destreza y decisión deshazte de las sábanas de hierro con agujas puntiagudas que se clavan en tu piel esponjosa y lucha, lucha por que esos recuerdos no se desenfoquen en un presente maquillado a tu gusto, presente que traerá un futuro de apariencia bello, pero realmente profundo, con un agujero infinito por el que irás cayendo y te percatarás cuando hayas tocado fondo y, sangriento y apisonado cual alfombra, pensarás "caí" y tendrás que subir por un camino perpendicular y escarpado. ¡Levanta! ¡Levanta ahora que hay tiempo! Levanta y di cuánto te quieres y cuánto amas a tu vida, que es solo una, y que varía, y que traerá recuerdos, que no son ni mejores ni peores, sino diferentes. Y que te sonreirá si sabes encontrar la sonrisa que de verdad te llena. Sonrisa que, paciente, encontrarás sin buscar.

viernes, 25 de noviembre de 2011

El Auge de Creerse lo que No se Es...

Me hace gracia -hasta cierto punto- que, buscando información para un artículo de opinión sobre la violencia de género, me haya topado con que el número de víctimas mortales en España es de 50 en lo que va de año. La verdad es que estuve un tiempo creyendo sin lugar a albergar dudas, que esta "violencia" (que es como todas las demás) era un tema acuciante en estos tiempos en este mi país. Somos 47 millones, y pico, de habitantes en España. Luego, pensé que sería conveniente buscar los abusos, maltratos, etc: 16000 avisos para los Mossos d'Escuadra, 2000 denuncias en Euskadi, 1070 mujeres protegidas en Baleares. Un dantesco espectáculo de violencia que invade cada calle y mentalidad de España, una explosión de hembrismo, feminismo y discriminación positiva que de pronto intenta cambiar incluso al castellano (con la consiguiente respuesta de la RAE y un "toque de atención" por parte de Arturo Perez Reverte).

lunes, 21 de noviembre de 2011

Utopía

vamos a quedar todos en el horizonte
y ...
con el dedo bien en alto vamos a gritar que nos besen los sil-potes

harto de oír que la gente esta harta y de que vive una crisis

harto de que me corrijan las faltas aun cuando saben que soy tan puto que las cometí a propósito

harto de que la "libertad" sepa a ceniza ... porque la compra con miles muertos niños palestinos

mi suerte es como la regla ... es mala .. pero cuando baja: es peor.

harto de saber que solo la muerte sabe que hay mas allá de la vida ... ¡nada!

cansado de pensar de que daría mi vida por pasar una eternidad en lo que llamáis infierno ..
solo si construis un cielo para ellos... los amigos la familia.. los enemigos.. los ídolos(☭)

cansado de drogarme con la voz de otros
de cuestionar mi moral
y de atentar contra la autoridad de mi corazón ... el cerebro

El hijo del sol


La vida es una puta pero yo me enamore ..
ahora, soy un cadáver metiéndome LSD,
apostando... el alma

...

Soy heroina en la mente de kurt pero tu no me aceptas !
porque a diferencia de ti; no finjo ser diferente ante la peña ...
cansado de mostrarme reacio
estoy cansado de recordar las palizas

Mi vida se transforma
..pero mi pasado no se destruye.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Miscelánea I

Poemas variopintos que fueron en su día escritos aunque nunca mostrados.
Parte Primera:





Sin título I

Habré cometido errores a millones,
habré huido en demasiadas ocasiones
de quererte, de aprovecharte,
de verte, de odiarte.

Habré navegado por los más gélidos mares,
habré sido preso de mí mismo,
del destino, del antagonismo,
del miedo y de tu egocentrismo.

Habré sufrido la ceguera -severa-,
habré sido herido por sus espadas certeras
y aunque decaiga, desfallezca,
sufra o muera,
muera de amor
cual alma perdida
y cautiva.

Aunque se apodere de mí
esa sensación de soledad
de aparente maldad
aparente,
me veré cara a cara
con la cobardía;
he de vencer a la cobardía
tan solo presente en mi subconsciente
el cual me atrapa
y me engaña,
me miente.
Sin título II

Esa sensación de sentirme como en casa
hace de este trofeo una posesión indigna
de mi persona,
la cual oculta
en verso y prosa
sus más profundos males
y sus más sinceros bienes.

Observo cuánta belleza esconde
incluso un día gris.
Agradezco desde aquí
el amor que obtuve
a cambio de lo poco que ofrecí,
siervo de mis caprichos y ambiciones
que en ocasiones
no me dejan vivir.

Puede que la oscuridad se apodere hoy de mí;
espero, deseo, preveo
que aparezca alguien allí.

Saco la conclusión así
de que son estos “incógnitos”
la verdadera razón por los que podría morir.


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Castigos del destino en un viaje onírico

Deseo que sea un sueño
pero es real,
frío como el recuerdo de tu aliento
tan cálido y placentero.
Preso de estos versos
cual corazón cautivo
huyendo del destino,
destino ciertamente dubitativo.

“Todo es mentira”
me repito.
“Ojalá”
susurra el eco.

Siembra desesperación
el no tenerte
para así poder olerte,
de cerca verte, tocarte, oírte…
saborearte.
Amarte.
De menos echarte
cuando de más también lo hice.

Perfeccionista
con vuestra merced
como con mi vida misma.
Sin embargo,
la absolución paulatinamente
dista.

Mis ilusiones
por con alguien
desahogarme fracasan.
Arranco la hoja,
rompo la hoja,
arrugo la hoja,
arrojo la hoja
y reaparece otra.
Maldito sea quien
allí te coloque,
y gracias.

Que me comprenda
quien haya
tus labios rozado;
labios en los que pintaba
infinidad de sueños.

O quien haya
observado en tus ojos
aguados su reflejo
y un invisible y apaciguado
mar de esperanza.

O quien haya
al menos
garabateado en tu
piel templada
jeroglíficos sin sentido.

Solía disfrutar cuando
cantabas, reías,
callabas, hacia abajo
mirabas.
Me comprendías;
y ahora a veces también
me comprendes.

Y me preguntan
que qué es el arte;
bastardos inútiles,
arte eres
tú.


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Miradas

Y me cruzo con miradas,
miradas que me hunden,
que me avivan,
que enloquecen
y hacen que grite
mi subconsciente:
“ruge, ruge…
fiera sin sino
cual corazón podrido
en un mundo donde
el único mal
es meramente imaginativo”.

Y miradas
ensordecedoras,
contradictorias,
pero las adoras
aunque no las mencionas.


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Cinco y pico de la mañana

En Pleno albor poético,
siendo moral y ético
-aunque no tan estético-
divago en una bajada,
frenético.

¡Por fin la inspiración
hállase hallada!
Bendito viaje costero,
solución de la encrucijada
de mi mente roída,
estallada.

Nuevamente el tío de siempre:
paranoico, demente.
Buenos días y buenas noches,
gente.

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sábado, 5 de noviembre de 2011

Ni ellos ni ellas: nosotros.

Hace varios millares de años –o millones, depende cómo se mire– nació el género humano y, con él, la opresión del hombre a la mujer, debida su mayor fortaleza. El homo es machista por naturaleza, como lo son, en general, las especies que con nosotros conviven. Esta ardua relación entre sexos se ha ido manteniendo en mayor o menor grado a lo largo de nuestra historia. No obstante se habla de violencia de género en la actualidad y no hace apenas sesenta años, o incluso menos, ¿por qué?

La mujer con toda su admirable destreza ha batallado durante, sobre todo, el siglo anterior y el presente por poseer esa preciada igualdad de derechos y muchísimo se ha logrado ya; las féminas pueden votar, tienen mayores facilidades que antaño a la hora de encontrar trabajo, etc. Es ahora cuando somos, teóricamente, iguales ante la ley. Si viajamos atrás en nuestra existencia no se hablaba de violencia de género porque lo que existía era algo así como una injusta “justicia biológica”. Que esta perspectiva cambie por completo de un día para otro es una tarea harto complicada.

No obstante, estamos avanzando a pasos agigantados; estamos plantándole cara a la naturaleza propia, estamos cambiando una mentalidad ancestral, estamos llevándole la contraria al catolicismo y estamos justificando que somos la única especie racional. Aunque siempre quedará algún vacío, la excepción a la regla. Ahí están las mujeres que hacen los deberes de mula de carga en África, la ablación del clítoris, la obligación de llevar el velo o el burka y tantas otras atrocidades donde la mujer es la víctima principal; en algún sitio –demasiados diría yo– ellas siguen siendo, aún a día de hoy, las antagonistas de la sociedad, la vergüenza del pueblo.

Aunque nuestra realidad es otra. Nos hacemos llamar desarrollados; ¡demostrémoslo, pues! Repetir constantemente “igualdad” es admitir que hay desigualdad, y a raíz de esto surgen enfrentamientos, que dan lugar a la confusión. Decir que somos iguales, hoy en día, es una redundancia; la mayoría sabemos que es cierto –y aquí en parte me contradigo–: en la esencia somos iguales, somos personas. Pero incluso aquí, entre nosotros, hay alguno que no lo acepta y que maltrata a mujeres, que juega con ellas; esto es la violencia de género.

El quid de la cuestión radica en cómo acabar con estas víctimas de viles injusticias. Lo primero es la educación, la cultura; cualquiera con una cabeza bien amueblada actuará más justamente que uno que jamás ha podido acceder a la magnificencia del aprendizaje. Y lo segundo, consecuencia de esto, es que, igual que durante una eternidad fue implícito en la sociedad que “el hombre es superior a la mujer”, y ellas cabizbajas lo aceptaban por miedo a las represalias, hoy lo que debe ir implícito en nuestra convivencia es que el hombre puede ser más fuerte, pero no por ello la mujer es más débil: todos somos personas, y las personas han de ser respetadas.



sábado, 29 de octubre de 2011

Ecos de revolución

En esta España revuelta, con burocracia atascada, medios agolpados con propaganda barata y vacía. Donde las únicas leyes que son cumplidas en el plazo previsto y sin renuncias o apelaciones, son las de desahucio; con cada vez más gente en el paro, con cada vez más índice de pobreza. Con cada vez unos peores resultados en educación, con una sanidad que se basa en "cirujanos a media jornada". Con políticos sinvergüenzas, que solo tienen un trabajo claro: y es el de acrecentar el capital líquido de sus bolsillos. Donde es más sencillo ver a una persona insultando a otra, que cediendo su sitio en una guagua o, simplemente, abrirle la puerta al pasar a una señora que lleva peso. Donde el vicio y la desidia lo consumen todo, y ni la más simple y modesta virtud es premiada o elogiada. Donde se consigue más dinero vendiendo droga o secretos inventados, que trabajando en un hospital salvando vidas. Donde están siendo reprimidos los estilos de música marginales, dado que no cuentan solo historias de amoríos baratos, relatan una realidad que no quieren que sea conocida. Un país en el que una persona que al entrar a comprar en una tienda dice: "Buenos días, gracias, hasta luego", es tan rara de ver como una estrella fugaz que nos cumpla los deseos que pedimos.

lunes, 17 de octubre de 2011

Otra vez tú... Sunshine...


Si, últimamente en Comicodrama y por el resto de blogs que visito (aquí es por mi culpa, lo reconozco) está de moda el asunto de las "citas". Vamos, eso de ver algo chachi o digno de mentar que dijo otro por algún otro sitio, lo compartes y como no tienes otra cosa que poner por aquí, pues lo posteas y haces una "cita"; que como blogger me acaba de habilitar/ actualizar el editor para poder poner automáticamente las citas y los saltos de linea, voy a atiborrarme a ponerlos: algo así como una venganza por no haberlo tenido antes, hasta que me quede a gusto.
Bueno, cerrando el breve prólogo estúpido, a modo de paréntesis introductorio de algo que no tiene nada que ver con el tema: vamos, un párrafo que no sirve de nada. Al meollo, he vuelto a ver una película en la tele, que anteriormente fui a ver al cine; es una de esas pelis que es tan mala que quieres volver a verla en plan: "¡Mierda, no puede ser verdad!". Siempre quise hacerle una crítica, pero como lo mío no es el cine no sabría por donde empezar, lo único que sé sobre películas es: Me pone, me gusta, inocua, con una vez que la vea está bien, vaya asco y puagh. Vamos, que no sabría dar una razón concreta sobre por qué resalta en mí cada una de estas emociones la película correspondiente.

jueves, 29 de septiembre de 2011

¿Y bien...?

Lo he leído en el blog amigo: kaivalar.wordpress.com; quien lo saco de otro blog cuya fuente se cita al final. Para mí, una buena patada en la cara a quienes se lo merecen pero que, como siempre, les resbala y harán lo que quieren. Como vemos, no le falta razón; así que recomiendo encarecidamente leerlo, y si no estás de acuerdo eres un facha idiota: así de simple.


Un claro ejemplo de que dentro de poco nos "ofrecerán"/impondrán por la cara privatizar la educación y, como siempre -a riesgo de ser redundante-, lo harán: ¿quienes? Los políticos de turno ¿cómo? Por la cara, como siempre.


Como dato adicional y tal y como veo por el telediario, supongo que terminará pasando lo mismo con la sanidad; empezamos con cirujanos a media jornada y terminamos pagando seguridad social y el seguro médico.


Me veo plantando tomates en un futuro próximo...


Y sin más preámbulos:

jueves, 1 de septiembre de 2011

La cuestion es: ¿Tan importante te crees para que la gente te escuche?

Como siempre, son preguntas de las que el resto pasa de contestar o tras unos inútiles segundos la desecha. Y debiera yo hacerlo así, supongo, pero hace muchos años que, ciertamente, escuché esta pregunta; que se la hace el inspector Mills al asesino en serie John Doe, en la película Seven. Al parecer, no es una pregunta que entrañe misterio, pero, profundizando, caes en que si respondes "sí" casi podría tachársete de soberbio, pero si respondes "no" tendrías, tarde o temprano, que desembocar en un complejo de inferioridad.

Es complicado, porque partiendo del "si": ¿quién te ha otorgado tal importancia? Puede ser la DEMOCRACIA -inexistente-, la ineludible cita puesta en nuestras bocas desde hace tiempo, como miel que moja nuestros labios de libertad para luego cercenar nuestros sueños de grandeza y desmontar, por sus intrincados -añadidos- entresijos, nuestra lógica. Bien, partamos desde la democracia ¿Quién, soberbio ciudadano de a pie, te ha otorgado el don impoluto y liberador de concluir que tu propuesta, por H o por B, es mejor que la de tu vecino? ¿Acaso podrían ser tus propios y egoístas intereses de avaricia y corrupción, sin sentido común y ávidos de la maldad que entrañan los placeres, ya sean por omisión o adición, dignos de ser oídos y seguidos? ¿Qué hace tu opinión mejor que la mía salvo tu propio y corrupto criterio? Todos los hombres somos iguales y tenemos derecho a exponer nuestra opinión ¿Acaso tú, que eres solo un hombre, crees merecer ser oído? ¿Acaso crees merecer tú, que eres como miles de millones, exponer y hacer valer tu opinión sobre la de otros? Llevado al puritanismo extremo, un "si" queda soberbio, puesto que no podríamos hacer oír nuestras palabras sin acallar las del otro; ni hacer valer nuestra opinión sobre la del otro sin establecer nuestro ego por encima, siendo como fuere, negando su alternativa. Claro que sin puritanismo, sin ponernos estrictos en cuanto a ejemplos o a razonamientos. Podríamos responder: "Si, porque soy un hombre, una persona, con sus derechos y sus deberes" e irnos a casa y dormir a pierna suelta; asi somos los seres humanos, cuando algo necesita de ser sopesado mejor dejarlo como está, pero ¿quién te ha elegido como ejemplo que todos debemos seguir, como para que te creas tan importante y digas lo que los demás hemos de hacer aunque solo sea una mera opinión? La opinión de un hombre, sus razones, no valen un grano de grava, puesto que según la ley de la oferta y la demanda, todos hablamos y nadie quiere escucharnos; y si nadie compra nuestro producto cegado con su propio concepto, creyendo que lo que hay en su escaparate es mejor que lo del vecino y el orgullo no nos deja afincar la mente y votar por una coalición, cediendo terreno, para ganar un poquito de poder. Pero aquí, en el puritanismo del que hablo, poniéndome estricto, sin que nadie ceda, donde el único numero que vale es el 1, el individuo, nuestro avance total sería 0. Solo nos importaríamos a nosotros mismos, y donde nuestro reino tiene importancia, nuestra palabra es escuchada; siendo de 1 y solo 1, el aforo de nuestras conferencias

Y luego, si nos ponemos en un "no" y partimos desde la universalidad de las leyes morales: Tanto como si todo el mundo intenta exponer y hacer valer su opinión, como si por contra todos creemos que nuestra opinión no ha de constar en acta y hacemos mutis por el fondo a la izquierda; todo se iría al traste y todo quedaría inconcluso y por decidir. Con el mundo en colapso, conscientes de que quien único quiere escucharnos es nuestro propio y acallado intelecto, sumido en el silencio quedaría todo.

Soberbios o infravalorados: ¿qué es lo correcto? ¿dónde está el punto exacto, el límite que nos muestra lo que debemos hacer, tanto para no ser ni lo uno ni lo otro?

Me urge más responder estas preguntas que a cualquier otro, ya que soy el primero que critica a los demás como el mejor. Y por mucho que no me parezca bien, ¿acaso soy tan importante como para que la gente me escuche? ¿O soy simplemente un actor secundario en una obra de ficción que únicamente pasa de fondo y no dice nada relevante? ¿Y en ese caso, quienes son los actores principales? ¿Acaso puede el hombre como individuo atribuirse importancia a sí mismo sin pecar de soberbia? ¿Es la soberbia el camino?

martes, 30 de agosto de 2011

XIII. El último adiós de Bonaventura.

Bonaventura había por fin comprendido que lo suyo no era esto. No era soñar, no era reír ni llorar. Ni eran las drogas ni jugar ni disfrutar ni atormentarse. No era lo suyo vivir y no podía más continuar, seguir adelante.

Su piel había palidecido, era casi transparente de lo consumido que resultaba y sus costillas se notaban más que nunca en su corta -aunque lenta- vida. Sus años se habían triplicado, al menos en apariencia. No comía sino una sopa sosa y vomitiva de vez en cuando. El pelo, antes abundante, caía como suaves gotas en un agradable día de lluvia, aunque la barba se mantenía; de hecho nunca la había tenido tan larga. Su rostro se encontraba perdido en otra dimensión desconocida, como su mente.

Así, ignorando el instinto de supervivencia, decayó con su suicidio, frío, sin escrúpulos. No sin pensarlo dos veces tomó esa decisión, la de terminar con su vida de altibajos -a su parecer, sobre todo "bajos"-. Decidió que ese angustioso, nublado y triste día era el último que su vida recordaría. Y allí yacía, en el salón del descuidado y antihigiénico cuchitril en el que vivía, con los ojos de alguien que se marchó a destiempo, la sangre derramada injusta aunque voluntariamente y una mirada penetrante a la par que amenazadora y desesperanzadora.

"No más sufrimiento, no más amarguras, no más historias" pensaría Bonaventura esté donde esté, quizá en otro mundo mejor que este, quizá -y esto es de lo que Bonaventura más convencido estaba- en la nada, un sitio completamente oscuro, inconsciente y sin vida. Negro. Un negro infinito.

Nadie se ha percatado aún de la falta de Bonaventura ni nadie se percataría pronto: nació solo y aunque no siempre vivió solo, sí murió así. La falta de comprensión le había llevado a ser casi amoral. De hecho, su último escrito así decía:

Cuéntase la historia de un ser amoral, para el cual no existía ni el bien ni el mal. De éste decíase que era un ser, cuanto menos, peculiar, no anormal, sino particular. Viajes oníricos los que emprendía sin más; él tan solo volaba, se aislaba, de un mundo que él consideraba normal, esto es, para lelos, que no paralelo. Estúpidos también levitaban, pero no fluían cual torbellino por el vasto mar. Solían causársele remolinos que deambulaban por su hastío pensar, que despierta de imprevisto, sin avisar.

Aprovecha para ocultarse en cualquier rincón, en algún lugar esconderse de la desazón que le corroe en cualquier momento; tormento de su corazón que, pese que pueda resultar pesado, es ligero cual pluma que surca el firmamento en busca de un momento en lo que su todo desaparezca, desfallezca y quede vacío.

Estas palabras fueron las últimas de Bonaventura, junto a otras que no paraba de repetir mientras escribía con su mano esquelética en la hoja en que quedó esto plasmado, vieja y amarillenta: "aquí termina mi camino" no paraba de repetir Bonaventura, "aquí termina mi camino" pronunciaba él con una voz ronca, casi muda e incomprensible. Incluso soltó una lágrima que cayó como pudo por su seca y raquítica cara justo antes de que una bala saliera a toda prisa de su revólver y atravesara su cráneo desde abajo. Nadie se percataría de su ausencia y, por tanto, de su muerte hasta que el propietario de su vivienda note el impago de ésta, el cual efectuaba en efectivo.

Finaliza así la aventura de nuestro Bonaventura. Adiós.

jueves, 25 de agosto de 2011

El Credo

A continuación se establecen los estatutos, así como las reglas más básicas de comportamiento para los integrantes de La Hermandad. Redacta el humilde servidor del credo y un dedo más de esta mano que conforma nuestra gran organización; esta tarea me ha sido encargada por el Maestro. Ha sido un honor conocerle en persona, fue una alegría sentirme tan integrado y haber llegado a adoptar un grado de confianza tan elevado como para que se me confíe esta responsabilidad: la de redactar por primera vez unas bases para esta antigua organización. Antes no se habían escrito por mantenerla en secreto, hasta ese punto en el que todo había de estar en la memoria de cada miembro; pero por fin el Maestro ha cedido a mis súplicas y ha dejado que me encargue personalmente de la tarea de organizar, así como de transmitir, estos requerimientos mínimos a los miembros, tanto nuevos como ya integrantes de la comunidad, y además de hacerlos cumplir.

Fui invitado a una de sus reuniones por primera vez por un amigo mío desde la infancia que, a pesar de que éramos íntimos necesitó que le asediara un tiempo para acceder a pedir mi audiencia. Tardé un año y dos meses, lo recuerdo perfectamente, porque fue uno de los días más felices de mi vida. Fue hace 15 años, por aquellos tiempos apenas existíamos 10 integrantes en La Hermandad, y al ser nuevo fui nombrado como una especie de chico de los recados, situación que aprovecharon para poner a prueba mi lealtad. Pasé 6 meses en esta situación; llevando y paseando a las mujeres de los miembros ricos, los de arriba, los fundadores. Recuerdo perfectamente que eran 3, al principio fueron 4, pero en un altercado que hubo mientras hacía unos negocios en un país de África, recibió un balazo en un pulmón y falleció a los 3 días en un hospital de algún país subdesarrollado, asfixiado con su propia sangre. Como iba diciendo, hice de mayordomo en más de una cena, saqué a los perros de todos ellos, menos el del Líder. A él le conocí la semana pasada. Si no cuento mal, creo que 6 de ellos eran ricos, grandes empresarios que sin sus activos se iría a pique medio, por no decir todo, continente. Los otros 4 trabajaban como empresarios de un orden un poco inferior, moviendo constructoras y alguna que otra banca de baja envergadura, los demás controlaban incluso bancos internacionales que hacían tratos vendiendo deuda a bancos centrales de otros países. Al año de mi llegada, empezaron a avisarme para todas las reuniones, que eran una vez en semana y no sabía dónde ni cuándo hasta el mismo día, y por lo general me avisaban con una hora de antelación. No falte a ninguna, pero a dos o tres llegué tarde porque tuve que cruzar atascos insufribles en el centro. Recuerdo que una de ellas coincidió en mitad del cumpleaños de uno de mis hijos, otras dos en los consecutivos aniversarios de casado con mi esposa, cosa que ella no supo encajar muy bien. Infinitud de veces salté de la cama en mitad de la noche para cruzar la ciudad en reuniones de emergencia. Cabe decir que como yo pertenecía a la clase media-baja, sin empresas, con un patrimonio e influencias despreciables, iba únicamente de oyente; cosa que jamas me desanimó ni hizo que me tomara mi papel de aprendiz y sombra menos en serio.

A los 4 años de mi ingreso en la Orden, esta situación cambió. Me convertí de golpe en una especie de sicario o una especie de "chicoparatodo" delinquivo. Parece ser que me investigaron, y salió a relucir que había tenido formación militar; a los 16 años ingresé en una academia militar y tras ésto el ejercito me tenía una plaza reservada para infantería de primera linea, con la carne de cañón. Realicé varias intervenciones en suelo enemigo, dos de ellas como infantería ligera y pelotones avanzados de vanguardia: con un G36C, un subfusil español, una basura, pero era bastante ligero. Siempre me han gustado las armas rusas, por eso en cuanto pude, o mejor dicho, en cuanto se me presentó la ocasión, maté a un par de rusos y conseguí un AK-47 y el más moderno AK-74u. Fue gracioso como le acoplé el lanzagranadas M203 reglamentario para las armas de la OTAN, pero que para estas armas rusas no valía ni de broma, así que tuve que atarlo con cinta aislante a la parte inferior del cañón. Tras esto, tenía que disparar  en ráfagas, porque si disparaba demasiado sin dejar que el arma se refrigerara, la cinta se quemaba y se caía el acople al suelo. Más de un susto les di a mis compañeros de brigada, puesto que ellos no sabían que no lo cargaba con granadas sin que fuera estrictamente necesario, conocedor de estos percances. Tras eso se me apodó con el sobrenombre de "El Manitas", por el apaño tan raro que le hice a ese arma. Bueno, la cuestión es que ellos supieron todo esto, a saber cómo, y me pidieron que hiciera ciertos "trabajos" que sus inexpertos asalariados no eran capaces de cumplir. Lo que no sabían era que yo siempre había preferido quedarme atrás, era mejor tirador que hombre de acción. Pero todo por La Hermandad

Lo cierto es que la primera vez sudé como un padre primerizo en la sala de espera y que además estaba intentando dejar de fumar. Tenía que ir a "silenciar" a una rata de biblioteca que era gerente de una de las empresas de uno de los Fundadores; por lo visto había robado cierta información delicada y pedía a cambio de no revelarla, una suma considerable de dinero. Si su codicia no le hubiera cegado, habría conservado su vida y su trabajo. Pero el destino quiso que intentara jugármela antes de que yo pudiera jugársela a él; sacó una pistola, del mercado negro, seguramente robada del bolsillo de algún policía muerto, me apuntó, pero temblaba más que yo, así que entre temblores y sudor tuvo que usar las dos manos para martillar la pistola. Y en esto que se la ponía en la pierna para poder sujetarla bien, se disparó, y se le escapó de las manos. Mientras el muy idiota lloraba como un niño, junto a un contenedor de basura, a las 4 de la mañana en un barrio pobre y conflictivo en el que nadie saldría a ayudarle; me puse con tranquilidad, o aparentándola, los guantes, recogí su pistola y en ademán de que no sufriera más, le di un tiro en la cabeza y otro en el corazón, me habían insistido en que me asegurara de su fallecimiento, y eso hice. No sé de nadie que haya sobrevivido de dos tiros a quemarropa en el corazón y la cabeza, al menos él no lo hizo. Al volver a casa, mi mujer esperaba despierta, hecha un basilisco, por razones obvias de que había apagado mi móvil, no me veía desde el día anterior más o menos a la misma hora por asuntos de una reunión y llevaba 4 años notandome raro, de modo que tenía la mosca detrás de la oreja. Se puso a gritarme, pero mis nervios necesitaban un poco de tranquilidad, estaba a punto de vomitar; así que apelé a que los niños dormían y entré a tomarme una cerveza. Era la cerveza más barata del súper, pero creo que fue la mejor que he probado nunca. Mientras bebía para calmar mi estómago, ella me preguntaba que hacía tantas horas fuera de casa, a qué venían esas desapariciones y todo eso, por razones lógicas. Se había montado una historia típica de telenovela: que tenía una amante con la que compartía un hijo y por eso desaparecía; le aconsejé que dejara de ver tantos culebrones, lo que la hizo enfadarse más, si es que se podía. Amenazó con dejarme si no le contaba la verdad. Amaba a mi esposa y crei que ella me amaba, así que le conté la verdad, una verdad que ella creyó una mentira; y viéndolo desde su punto de vista y las horas que eran, yo tampoco me hubiera creído el cuento. El caso es que no me creyó, y contrató a un investigador privado, a saber con qué dinero, al cual, por cuestiones de seguridad, hube de "apartar de la investigación por razones forzosas". Tras eso, acudió a un asesor matrimonial y ahí las cosas empezaron a desmadrarse, me acuso de adúltero infinidad de veces y otras tantas intentó pegarme; supongo que al final el psiquiatra terminó por rendirse, yo no soltaba prenda y ella gritaba histérica y furibunda.


Mi mujer dormía menos que yo incluso, y empezó a delirar más allá de lo fantástica que pudiera ser ya mi vida. Ésto se prolongó durante un tiempo. Ella intentaba descubrir a dónde iba en esas escapadas que yo realizaba en mitad de la noche y a plena luz del día, con la firme determinación de un toro de lidia y sin dar explicaciones. Siempre supe darle esquinazo, pero por vicisitudes del destino una vez bajé la guardia y me siguió hasta una de las reuniones. Entró por la puerta de la habitación de hotel en la que me reunía con ellos, con un cuchillo de carnicero en la mano y gritando improperios contra esa amante que creía que yo tenía. Pero se encontró con 9 hombres armados y conmigo abusando de mi cara de sorpresa insana. Todos sacaron su arma, y le dispararon; como era de esperar, nadie se conformó con dar un simple tiro, sino que vaciaron sus cargadores, así que en 10 segundos quedé viudo y estuvieron a punto de expulsarme, pero gracias a que mi fidelidad había sido intachable, decidieron que servía mejor a los intereses de La Hermandad conservando mi vida. Enterré el cuerpo de mi esposa en una marisma, donde en cuestión de un par de semanas quedara todo olvidado. Al día siguiente di aviso de desaparición, y a los 6 meses fue dada por muerta. La verdad es que no derramé lágrimas por ella, simplemente iba en nuestro aniversario a llevarle flores a su "tumba" y me lo tome como un "encargo" más. Menos mal que los niños ya no eran tan niños a estas alturas, uno tenía 17 años y el otro 15. Así que ya sabían valerse solos mientras yo esgrimía mi camino por La Hermandad, de un encargo a otro. Su madre había muerto cuando el mayor tenia 15 años, así que ambos eran conscientes en aquel momento de lo que era la muerte, por lo que pude ahorrarme la charla de "mamá está de viaje", y nuestra relación se limitó a un estricto silencio perpetuo e inquebrantable. De golpe, el segundo aniversario después de la muerte de mi esposa, miré el almanaque y me percaté de que ya hacía 7 años de mi ingreso en la Orden.

La verdad es que fueron unos años oscuros, siempre he sido de corazón duro, pero la vida me puso muy a prueba. Aunque sin darme cuenta el mayor se había emancipado y estudiaba una carrera, nunca quise interesarme por ello, así que no se que intentaba estudiar; el menor estaba a punto de cumplir la mayoría de edad y, como su hermano, era un chico inteligente y de más o menos buenas notas; pero, como mas pequeño, quiso descarriarse. Por lo visto se había mezclado en asuntos de drogas y tenía una pandilla de camellos, con los que se dedicaba a vender droga por los colegios e institutos. Les iba bien el negocio viendo las pintas de gangster que llevaba aquel hijo de Satanás. Así que tomé la decisión de cortar por lo sano; le di un sermón, un par de tortas, una mordaza y una cuerda. Y así atado le lleve hasta ese supuesto cubil en el que habían convertido ese zulo en el que escondían la mercancía; le solté los pies para que pudiera caminar y le llevé conmigo en el coche, en el maletero para no llamar la atención. Cuando llegamos me di cuenta de que era en un edificio que estaba a dos calles del lugar donde se perpetró mi iniciación como asesino de la Hermandad, sí, a estas alturas ya no me importaba llamarlo así. Su madriguera estaba en el segundo piso, era una ratonera mugrienta, maloliente y se caía a pedazos. Eran las tres de la tarde y por allí no pasaba ni un alma en pena, así que le saqué del maletero y subimos hasta la puerta del piso franco; toqué la puerta y me pidieron santo y seña, malditos niñatos jugando a los espías... Le di un rapapolvo al idiota de mi hijo y pronunció una sarta de palabras obscenas sobre prostitutas y drogas y sadismos de tipos diversos; por lo cual le eché una mirada de enfado y el bajo la cabeza. Por fin, el yonki que hacía las veces de vigía, abró la cochambrosa puerta, saqué mi Glock 9mm y le pegué un tiro en la garganta, para que recapacitara un poco sobre lo que había hecho mientras su vida se consumía como la mecha de un cartucho de dinamita. Que llevara este arma era algo inusual, puesto que suelo usar un Colt.45, un M1911, pero padece de un cargador demasiado pequeño, y por lo visto los compinches de mi hijo delincuente eran numerosos, así que el cargador de más de quince balas de la Glock ofrecía una alternativa a tener que recargar mientras un montón de niñatos fumados intentaba matarme. Había nueve chicos allí, adolescentes, y cuatro chicas; según dijo mi guía ellas no tenían nada que ver, así que repartí un tiro en el pecho para cada idiota varón en aquel habitáculo apestoso. Dos, recuerdo que creían poder salir de aquella y quisieron desenfundar antes de morir desangrados, por eso recibieron otro impacto de bala, a uno en la carótida y al otro dos más, una a la altura del pulmón derecho y el otro en el estomago. Las chiquillas no me habían visto la cara, porque nada más oír los disparos quedaron aterradas y se refugiaron en una esquina, lloriqueando y dando gritos. Cuando salí de allí mi vástago estaba blanco como la leche y tenía sudor frío, le desaté y me fui de allí, ya volvería a casa solito. Estuvo una semana sin aparecer, pero cuando volvió sus notas mejoraron, su ropa de traficante desapareció y me enteré de que le dieron una beca en una universidad para estudiar otra carrera de la que no quise saber nada.

Ya sin ataduras familiares pude dedicarme enteramente a la Orden, donde se me creó una división para mi solo, con hombres a mi cargo y todo. Nunca me molesté en establecer lazos emocionales con ninguno de mis subordinados, puesto que no les convenía, debían encontrar sus sitio en la orden por un ideal, no por una amistad ni por un jefe con el que se llevaran bien. Era mi departamento, el de "Censura"; sí, era un nombre bastante gracioso para los integrantes, visto a lo que nos dedicábamos. Eliminar, torturar, amputar, robar, demoler, estrellar, estallar, derribar y todo lo que tuviera que ver con la muerte y la destrucción. Yo me habría dejado de segundas con el nombre y le habría puesto "Departamento de la devastación" o algo por el estilo; pero el Líder insistió en la discreción, incluso entre nosotros, y ya que sus planes escapan a mi conocimiento y comprensión porque pertenecen a un orden superior, acaté, acato y acataré sin miramientos todos sus designios. A pesar de que era un trabajo bien remunerado en dinero negro y no carecía de emoción, con el tiempo paso a resultar monótono; tanto y que podía delegar y sentarme a esperar resultados, ya que mis discípulos, como ellos mismos se acabaron denominando, eran bastante buenos y tenían harta experiencia. Así que en tres años el departamento de "censura" se convirtió en una especie de mini-ejército de mercenarios de al menos 100 hombres, entrenados y equipados. Yo me dediqué a verlo crecer, mientras mis diez primeros hombres, que dos eran mujeres, se ocupaban de dirigir, entrenar y repartir los encargos entre los reclutas. Se hacían llamar "Dedos del Censurador", siendo yo el "Censurador"; lo que me recordó levemente a la Santa Inquisición y a menudo me sacaba una tierna sonrisa.

Ciertamente, ya no recuerdo cuál era mi trabajo al salir del ejército. La verdad es que mi vida casi por completo se había dedicado a la Hermandad y a entrar en ella. Tampoco recuerdo con exactitud cuando oí hablar de ella, solo sé que fue en una conversación que tuvo el padre de mi amigo, el que me "inició", con otro de los integrantes. Nos recuerdo jóvenes. Miro estos momentos con nostalgia mientras mi pecho hoy se llena de orgullo y satisfacción por ser uno de los brazos más importantes que posee esta organización. Y así, es cómo se me llegó a encomendar, por designio prócer del Líder, la tarea de plasmar los estatutos, las reglas, los estamentos, El Credo de nuestra Hermandad:

1º. Por encima de todo están los intereses últimos de la Hermandad. Todo lo contrario a ellos debe ser erradicado o disuelto, con el fin de ver conseguidos los fines tanto tiempo perseguidos.

2º. La palabra del Lider prevalece sobre la de cualquier otro integrante, ya no hablar sobre los que no pertenezcan a al Orden. Y como sus estratagemas escapan a nuestro entendimiento, hemos de bajar la cabeza y acatar, sin preguntas ni miramientos lo que se nos ha encomendado.

3º. Toda ofensa a la Hermandad, sus integrantes o a este mismo Credo será castigada. El Castigo se elige según lo marque el Líder, puesto que como tal, puede delegar y dedicar su valiosa atención a asuntos más acérrimos al primer punto.

4º. Si entras en la Hermandad, no saldrás nunca. Es un voto que has de mantener, más sagrado que cualquier otra cosa. Incluso tras tu muerte será asunto de la Organización decidir dónde yacerán tus restos.

5º. Puesto que todos tenemos los mismos ideales, somos compañeros y hermanos, así que hemos de respetarnos como nos respetamos a nosotros mismos. Es deber de la masa discernir como castigar ofensas a este mandato.

6º. Cumplir las tareas que se nos asignan están por encima de todo, incluso nuestra propia vida. Si la consecución de algún objetivo requiere la muerte, sera vasto tu honor y dicha por ellos: Seras honrado como un héroe.

7º. La Hermandad está por encima de las creencias religiosas. Las deidades no tienen cabida en ella; de modo que solo creerás en la Hermandad, la honrarás y defenderás solo a ella y a sus integrantes. Este trato es recíproco.

8º. Si ha de realizarse una ejecución, ha de ser lo más rápida e indolora posible. No hemos de permitir corrompernos y distraernos disfrutando de dolor ajeno, puesto que ello presta a cercenar y enviciar la conducta y la moral. La tortura se pagará con la muerte del torturador.

9º. La existencia de La Hermandad ha de mantenerse en secreto y los que quieran entrar a formar parte de ella han de ser únicamente personas de vuestra más intima confianza; ha de demostrarse que se quiere pertenecer a La Orden y que se está de acuerdo con estos estatutos. Además, no podemos permitirnos hacer pública su existencia, ya que el resto del mundo temería o pretendería pertenecer a ella inútilmente, dificultando la consecución de nuestros fines últimos. Si quieres pertenecer a La Orden, has de merecerlo y mostrarlo con persistencia.

Como epílogo queda discernir claramente cuáles son los fines cuya consecución ha de lograrse a toda costa. Los cuales son la supervivencia y el establecimiento de la supremacía de la Hermandad. Ésta ha de crecer e imponerse, para enseñar a los hombres a vivir en comunidad, así como para darles un ideal para unirse bajo una sola bandera y ésta no ha de colocarse boca abajo nunca más. Extender y hacer prevalecer este ideal, estos objetivos, los de unión, hermandad, fraternidad e igualdad entre todos los hombres y mujeres que moran por la faz de La Tierra. La Hermandad será el orden mundial que nos hará mejores y una unidad, libres y salvos de nuestra decadencia.

Concluyen aquí los detalles escritos de los designios de La Hermandad. Soy "El Censurador", mi nombre antiguo... no importa.