jueves, 28 de julio de 2011

¿Por qué acudir obligatoriamente al FIB?

Últimamente interesado en temas musicales (aunque mi última entrada la escribí realmente hace unos meses), vengo ahora para hablaros del festival al que probablemente muchos sabéis que he ido, ya que voy contándolo por ahí -y repitiéndolo- constantemente con infinito orgullo y una sonrisa de oreja a oreja. Vengo a hablar del FIB (el Festival Internacional de Benicàssim). De hecho, he de admitir sin remordimiento ninguno que me encanta -me apasiona- que me hagan esa pregunta que muchos me han hecho: "¡Ey tío! ¿Qué tal por el FIB? Bien, ¿no?". "Jeje. Bien no. ¡Mejor! Mucho mejor. Me sentí como en casa desde el primer momento... fue la puta bomba." respondo yo.

Grosso modo, el FIB es un festival de música "de esa rara que solo escuchas tú, Ricky" o música indie o alternativa, que es lo mismo. Aunque ahora se han sumado muchos estilos: electrónica (Pendulum, Crystal Fighters), folk (Mumford & Sons, Russian Red) o algo semi-raperillo (The Streets, Plan B). Aunque yo iba principalmente por tres grupos: The Strokes (decepcionantes en directo), Arctic Monkeys (un desfase total, unos cracks, los putos amos) y Arcade Fire (inimitables, inigualables, insuperables, un directo único). Además, tuve la fortuna de descubrir artistas que antes desconocía y que me llegaron muy hondo: Elbow (amor a primera vista) o Primal Scream (a los cuales observé en solitario).

Pero no voy a entreteneros más ni a contaros crónicas de sus directos en profundidad, para eso hay miles de profesionales que lo hacen por ahí y mejor -de seguro- que yo. Hablaré de las sensaciones vividas con once personas -a ratos- especiales, que para eso no hay que ser entendido del tema, simplemente hay que ser alguien con ganas de pasarlo bien y con la habilidad -de sencillísima adquisición- de saber apreciar los momentos inigualables para después plasmarlos y contarlos.

Barajas. La T2 o la T1 o no sé. Lunes 11 de julio. Por lo menos 125 ºC en la pista. Estábamos, aunque no todo el grupo, ya que no viajamos juntos, siete bobitos sentados desde hacía una hora en un Spanair mortal, inmundo, del año 80 (antes de Cristo) sin aire acondicionado y con un motor roto pero, a palabras del comandante "tenemos un problema de [pausa de unos 40 segundos, todo el avión acojonado (¿verdad, Cristina?)] un motor, tenemos que poner una batería externa para que funcione la refrigeración y para poder poner en marcha el avión; es algo completamente normal". Nunca me había pasado, y he de admitir que mi expresión también era un tanto terrorífica. Pero bueno, ya que estoy escribiendo esto, se puede deducir que sobrevivimos a un vuelo mortal (menos mal que de media hora tan solo) con un aterrizaje a lo cine de acción de los años 50 incluido. Nos pierden una tienda, pero bueno, nos la llevarían.

Ya sin miedo en el cuerpo, la adrenalina corría por nuestras venas por otro motivo: habíamos llegado al recinto fibero tras un viaje en tiempo récord Valencia - Benicàssim en una especie de taxi-mini-bus. Eran cerca de las once de la noche. Nos dan las famosas pulseras; a mi de mayor de edad sin serlo, como a Olivia; al resto de menores, una violeta feísima con "Especial" en mayúsculas y bien notable. Pringados. Nos instalamos en el camping que venía incluido con nuestra entrada y nos reunimos con Rut, Octavio y Marta, que habían llegado antes. Reímos y bromeamos un poco, pero nada más: estábamos estallados y solo queríamos dormir, un poco apretados, por cierto.

Al día siguiente, martes, se añadieron dos más: Vicky y Tati (Titi y Vacky). A partir de aquí, y pese la desesperación y el estrés que invadía, sobre todo, a Silvia el primer día y parte del segundo (quizás también el tercero), todo se convirtió en cotidiano en un abrir y cerrar de ojos. Sí amigos, se convirtió en normal el ir al Mercadona, que estaba a unos 25 minutos a pie bajo un sol asfixiante (si no se tiene en cuenta el amago de tormenta del martes) a comprar ensaladas César, quiches, napolitanas y empanadillas; comer mierda (si es que se comía) día y noche; beber cosas calientes, agua para hacer té y meado embotellado que teóricamente era cerveza; la ducha colectiva en agua congelada -y gracias- donde los pelos de decenas de personas se acumulaban en el suelo llevados por la corriente y donde te lavabas los dientes a la vez que te enjabonabas el pelo; los baños portátiles asquerosos y malolientes donde cagar se convertía en una aventura digna de ser contada (cada uno tenía una teoría sobre cómo era mejor hacerlo); el olor a meado omnipresente; los guiris borrachos a las cuatro de la tarde; la imposibilidad de dormir hasta más de las 10 de la mañana ya que el calor dentro de las tiendas lo impedía; y un largo y precioso etcétera.

Por no hablar del resto de personas que convivía en el camping: 25.000 personas con las que sabías con certeza absoluta que podías hablar de lo que te gustaba, ya que sabías que a él también le gustaba o, en su defecto, entendía de dicho tema y podía discutírtelo. 25.000 personas que te decían hola (o hello, o ciao, o hej hej) y te sonreían incondicionalmente, sin tener ni puta idea de quién eras. 25.000 personas que entendían de música de esa rara que solo escucho yo (y otros cuantos miles, ¿no?). 25.000 personas que eran como aquel vecino enrollado (Jesús, granaínos) que conoces desde que a Franco empezó a salirle barba. Todo hay que decirlo: de ésos había un porcentaje importante, británico mayormente, que se pasaba con la bebida, se caían en las tiendas ajenas (Vicky: "excuse meeeee!"), decían "oh my God!" hasta quedarse roncos y eran unos guarros, no recogían la basura ("¡ay cari! ¿cómo pueden vivir en este mercadillo, cari?"); pero bueno, qué se le va a hacer, es el precio que hay que pagar por estar en un festival, digo yo.

Llegó el jueves. Llegaron los conciertos. Todo fue igual, aunque diferente. Todo siguió igual, pero con conciertos de por medio. Y ya dije que no me entretendría musicalmente hablando. La gente en los conciertos, sin contar con los ya nombrados guiris alcoholizados de cerveza y vodka del Mercadona con paracetamol e ibuprofeno, los cuales empujaban sin remordimiento alguno (y sudaban como un touareg en el Sáhara en agosto)... la gente la bomba. Los seguritas repartían agua, ya que el estrés y el calor mataba. Ésta era, aunque parezca mentira, ¡pasada a filas anteriores! Buenrollismo hasta en los conciertos. Me emocioné y todo al ver a estas personas que se preocupaban por las personas. Impresionante. Hablabas con alguien y te contestaba con la simpatía que esperas cuando hablas con el carnicero del supermercado y que nunca encuentras.

Días que llevaba soñando desde hacía semanas pasaban fugazmente, quizás demasiado. Seguro estoy de que no soy el único que así lo piensa. Desgraciadamente (o no) todo lo espectacular termina. Y digo "o no" ya que si no lo hiciera, nada sería un espectáculo. Sí. Un grupo de colegas convivió una semana sin un solo conflicto y solo riendo y llorando (de la risa), de las bromas, de las frases para el recuerdo: "¿Qué acción estamos ejerciendo ahora mismo?", "¿Se puede entrar sin entrada?", "-Entra al hall. -Nah, si yo aquí a la hombra estoy agusto.", "En la acampada, se la meten doblada.", "Chicas, ¿alguna de vosotras me ha violado esta noche?", "Me encantaría ser gay o ser tía para tener fantasías sexuales con Alex Turner". También hubo hueco para los hostiones épicos, un portazo y un banco caído con una chica encima, para concretar. O para los chistes: "-¿Sales minerales? -No, estoy arrestada.", "[...] [al pulpo violeta] coges el palo, le das en la cabeza y cuando haga '¡ay!' lo coges, ¡bobo!". O para los abrazos, besitos y pasteleos varios, parejitas... O para conocer australianos (jeje), galeses (jiji) o madrileños ("Pero Tatiana, ¿no te has dado cuenta de que lo único que quieren es follarte?)...

No quiero hablar del viaje de vuelta, tan solo mencionar que la noche en el aeropuerto fue una risa. Me la imaginaba peor. Pero nunca hablo de las vueltas, porque nunca me gusta volver.

Antes hablaba de un espectáculo, y eso es precisamente lo que fue: un verdadero espectáculo, una obra con prólogo, introducción, trama y un final abierto, aún por cerrar. Acabó el FIB -y ahora es cuando me pongo poético y melancólico-, sí, terminó. Pero como lo verdaderamente importante, lo que en realidad nos compone, nos forma, nos une, nos define, nos describe, lo que nos hace diferentes, nunca acaba dentro de nosotros: continuaremos hablando de esta aventura fibera cada día más lejana como algo que "ocurrió ayer". ¿Qué coño hablando? Fardando, riendo, recordando con ilusión no solo que lo vivimos, sino que lo volveremos a vivir. Aunque la distancia cause estragos, ésta no será un impedimento.

Sin más:
Christian, Cristina, Grace, Marta, Octavio, Rut, Ruth, Silvia, Tatiana, Vicky:
Gracias.

lunes, 25 de julio de 2011

Elixir de juventud eterna, capítulo primero.

El demonio se despertó de un fuerte tirón. Algo confuso, meneó la cabeza para despejarse. Una segunda molesta sacudida distorsionó su imagen en el plano astral en el que se encontraba, produciéndole una intensa punzada en el estómago, como si le hubieran arrancado súbitamente parte de los intestinos. Gruñó con fuerza, hacía tiempo que no visitaba el plano material y la invocación le estaba resultando más dolorosa de lo común. Con la tercera llamada se desvaneció completamente para materializarse en un sucio y mal iluminado cuartucho de algún lugar de España.

No supo esto hasta unos instantes después de aterrizar al activar su ojo exterior, un hechizo que le permitía tener una vista aérea de hasta sesenta metros de altura y de casi ciento ochenta grados de amplitud, lo cual le resultaba muy útil en combate y rastreo. Consumía su energía mágica rápidamente, pero él también era rápido y sólo necesitó de unos segundos para darse cuenta de la situación. Tuvo la suerte de encontrarse cerca de una calle reconocible, de otra manera se habría quedado en las misma.

Echó una rápida ojeada a la estancia. No parecía en absoluto el cuarto de un brujo, aún menos de un hechicero o de un mago, que solían rebosar a baratijas mágicas con las que impresionar al populacho. En pocos casos, algunos de los egocéntricos hechiceros se preocupaban de rodearse de verdaderas gangas mágicas con las que potenciar su magia y protegerse: siempre pensando que se bastan con su propio poder. Sobre los magos – también comúnmente llamados ilusionistas – no queda lugar para comentarios. Muy pocos son lo suficientemente buenos como para aguantar lo suficiente en un combate como para preparar una huida decente. El ilusionismo podía resultar útil en conjunto con artes mágicas superiores, por sí mismo, no vale nada.
El brujo que me había invocado era precavido. De entre los pocos cachivaches podía entrever algún dispositivo rudimentario para atrapar demonios, en realidad, tarros de cristal envueltos en vendajes con runas impresas. No estaba de más como precaución contra algunos entes de rango inferior, pero no podría con este. Era más poderoso que eso.

Para contenerlo había utilizado un lenguaje rúnico bastante extraño, pero que bien utilizado podía ser más poderoso que el estilo convencional. En lugar de las típicas estrellas de cinco puntas adornadas con sus correspondientes runas pintadas con tiza en el suelo, una para el invocador y otra más pequeña para la invocación para reducirlo y no darle oportunidad de atacar (aunque, sin fallos ortográficos, no podría salir de su esfera), y que podía realizarse en cualquier lugar, había utilizado algo completamente distinto. Para contener al demonio había utilizado un pentágono bastante más amplio de lo normal, encriptado en otro pentágono invertido, con las runas inscritas entre ambas figuras. Además, en lugar de hacer el dibujo con tiza, había marcado el suelo de madera con quemaduras indelebles del color del carbón, que durante la invocación brillaban ligeramente. Este complejo sistema de contención se encontraba en el borde interior de un círculo de escrituras antiguas, con símbolos en un lenguaje desconocido para el demonio. El brujo conocía rituales mágicos más antiguos que la propia bestia…

En la otra mitad del círculo en simetría descansaba un trono de madera maciza, sosteniendo el cuerpo de un anciano, pero imponente hombre de mirada fija e intimidante y cuyos cabellos y barbas blanco platino se deslizaban serpenteantes hasta el suelo, donde arrastraban considerablemente debido a su longitud. Levantó uno de sus brazos sin apartar la mirada del demonio, aun suspirando por el esfuerzo de la invocación, y chasqueó los dedos. En pocos segundos apareció un hada que la invocación miró con gula, portando un vaso de agua, que derramó con lentitud a través de los labios del hombre.

- Demonio - dijo el anciano. Este murmuró algo en griego antiguo.

- ¡Silencio! - repitió. La habitación retumbó con su grave y potente voz. Sin embargo, no pudo evitar toser y carraspear mientras el ser del infierno se erguía, obligado a obedecer al brujo que lo invocó. El hada le ofreció agua de nuevo, la cual aceptó de buenas maneras.

- Demonio, escucha atentamente. Te he invocado por una única razón, y te daré la libertad en cuanto termines tu cometido - al anciano no parecía agradarle la situación. A su huésped tampoco.

- A mi edad soy incapaz de llevar a cabo lo que voy a ordenarte ejecutar y ninguna otra criatura que hubiera invocado podría ayudarme en mi empresa tanto como tú lo harás. Conozco tu historial, Antheris - dijo el anciano - sé todo lo que has hecho en el pasado, sé de tus poderes y habilidades. Yo… - tosió de nuevo, esta vez con más violencia. El demonio se regodeó ante las palabras de aprecio incluso sabiendo la opinión que tenían los mortales de los entes oscuros como él, sabiendo que sólo lo estaba engatusando.

El anciano se negó a beber más agua, y continuó con su oración.

- Yo… he recibido una noticia que ha conseguido animarme a vivir un poco más, pues no me queda mucho, en busca de algo - se inclinó hacia la impaciente bestia que le miraba.

- Un hada o un duende no serían lo suficientemente fuertes. Un dragón, un golem, o un basilisco, no serían lo suficientemente inteligentes. Otro brujo o hechicero podría intentar adueñarse de él. Los centauros son demasiado honorables. Pero tú siendo astuto como eres, poderoso como cuentan, perverso como el diablo, y sobre todo, inmortal… - dijo el anciano, continuado por otra pequeña carraspera y un esputo sangriento. El silencio se hizo durante unos segundos más.

- Eres el encargado perfecto para la misión, siempre y cuando no se te ocurra traicionarme, aunque, como puedes imaginarte, me aseguraré de que no lo hagas - añadió mientras una lámpara mágica comenzaba a flotar en el aire con las palabras que pronunciaba en algún tipo de idioma mágico. Comenzó a brillar.

- Si yo muriera antes de que terminaras con tu misión, demonio, quedarías atrapado en esta lámpara mágica, cuyo genio… tuvo un final desafortunado. Atiende, asqueroso ser del infierno porque sólo lo diré una vez, lo que quiero que traigas a este lugar en este contrarreloj contra el que te enfrentas, lo que quiero tener en mis manos aunque llegues en el exacto momento en que expiro mi último aliento, es el elixir de juventud eterna.

sábado, 23 de julio de 2011

La cultura musical por los suelos.

Si pronuncio “música”, a cada ser terrestre que se precie, la concepción de tan amplio término lo asociará con algo diferente –aunque igual en cierto modo–. Así que recurrí a mi fiel compañera R.A.E. y me llevé una verdadera sorpresa; os mostraré dos términos exclusivamente:

“Música” (según la R.A.E.):
4. f. Arte de combinar los sonidos de la voz humana o de los instrumentos, o de unos y otros a la vez, conmoviendo la sensibilidad […].
9. f. irónicamente. Ruido desagradable.

La número 9 me llamó especialmente la atención: música es igual a ruido… que bien, curioso. Vale, de acuerdo, es una ironía, pero actualmente nos topamos con una ingente –y va en aumento– cantidad de ruido a la cual hacen llamar música: yo la trataré como si no fuera una acepción irónica.

Entendiendo por música, pues, tanto “arte” como “ruido” (huelga decir que nunca juntos), existen artistas musicales exitosos y no exitosos, o lo que es lo mismo (en muchos de los casos), artistas musicales con dinero y otros sin. ¿Dónde reside la fama de cada uno de ellos? Parece sencillo: en cada uno de sus seguidores.

Sin embargo, uno puede tratar de indagar más. Los seguidores, ¿se nacen o se hacen? La mayoría piensa “se nace, se nace, eso va dentro de cada uno”: éstos son los engañados. Idolatran a estrellas que no son más que caras bonitas con éxito efímero producto de grandes multinacionales a las cuales lo único que se le pasa por la cabeza son los billetes. Los Hermanos Jonás y Jana Montaña son dos claros ejemplos: los fans locos por su música… es decir, por su belleza superficial; siempre que veía por la tele a alguien de ellos lo único que oía era “los amo”, “son tan guapos”, “yo a esa la cogía y… uf”, etc. ¿Siguen saliendo por la tele? ¿Dónde están sus fans?

Respecto a la primera pregunta: no, o muchísimo menos. A la segunda: están con Justino Bereber. Veamos hasta donde es capaz de llegar la fugacidad de este adolescente con una habilidad espectacular de volver locas a las chicas quinceañeras (y a mi cabeza y la de otros tantos). Que quede claro por favor que no es mi deseo faltar al respeto a nadie, ni a los fans ni a los músicos que hacen música (o se la hacen terceros…).

Los Grammy son unos premios desde siempre injustos y sin sentido. La subjetividad reina en las decisiones de los ganadores. Fue una sorpresa para mí ver que en el año 2011 ganara el premio al mejor disco internacional (entendiendo por internacional países de habla inglesa, cómo no) The Suburbs, de Arcade Fire… tranquilo, no me extrañaría nada que no los conozcas (de hecho es lo normal), venciendo a otros músicos como Eminem, Lady GaGa o Katy Perry (a estos sí los conoces, ¿no?). Explicado grosso modo: Arcade Fire es un grupo canadiense de indie rock o art rock; sus componentes son siete, todos ellos conocedores realmente amplios de música y habilidosos con distintos instrumentos. Hacen que la acepción número 4 tenga ahora más sentido: sí amigo, instrumentos… esa cosa que parece que sobra en la “nueva música”. Un disco absolutamente bestial musicalmente hablando; puede gustar más o menos, pero la habilidad de todos ellos no la puede negar nadie. ¿Por qué nombro todo esto? Se preguntarán ustedes: las masas esperaban que los vencedores fueran sus ídolos, los archiconocidos, gente guapa que canta con otra gente guapa, se junta con gente guapa, sale en la tele con gente guapa… y contra todo pronóstico, ganan siete no-americanos feos (realmente feos) y a los cuales no los conoce ni el presidente. Incluso llegó a crearse un twitter titulado “Who the fuck are Arcade Fire!?!?!?!?!?”. (Por una vez) un aplauso a los Grammy.

La razón de dicho desconocimiento es fácilmente deducible: no interesa, no vende, no son guapos, tratan de hacer música que escapa de los estándares, sus letras son inteligentes. De hecho, la inteligencia parece ser cada día menos útil para sobrevivir en el mundo del arte y más conveniente para rasgar la sociedad hasta la saciedad y así sumar ceros a la derecha en las cuentas corrientes de unos pocos ricos. Venderse o no venderse: esa es la cuestión.

Esto no ocurre tan solo con Arcade Fire, ocurre con otros millares, que se ven tristemente eclipsados por los todopoderosos nuevos músicos adinerados. Puse ese ejemplo porque fue el que se me pasó por la cabeza y además es claro y conciso, podría poner otros tantos pero sería pesado para ambos, tú y yo.

La situación musical actual empeorará de seguro; por muchos mesías que intenten salvar la música como arte, fracasarán vencidos por la otra música: la que vende, la de rostros bellos que descansan en lugares idílicos sobre trozos de papel rectangulares acolchados púrpura con un 500 escrito en grande, la que sale en prensa rosa. No voy a engañar a nadie. Afortunadamente, los alternativos e independientes aún conquistan el corazón y logran fascinar a unos pocos relativamente.

Eres tú el que decide; basta investigar un poco para descubrir música con instrumentos (guitarras, bajos, baterías y esas cosas que antes se usaban a menudo); o con letras para pensar, con inteligencia; o que innovan y huyen de los estándares, etc.

Si no, sigue siendo feliz. Sigue tu camino. Y cómprate un iPod. Y ponle música (véase acepción número nueve en la R.A.E.).

miércoles, 20 de julio de 2011

¿Qué... qué coño haces?

Bueno, esto ya me lo habían preguntado terceros, pero como suele pasar con las cosas interesantes; no sueles darte cuenta hasta que largo tiempo después, lo piensas y caes en la realidad. La típica pregunta que te hacen y tú respondes -"Ps... Porque sí, no sé..."- o -"Porque me gusta"-. En ese instante no lo piensas, crees que esa respuesta vale tanto para causar el silencio en otros, como para apaciguar tu ávida (al menos la mía lo es) sed de pensar qué diablos es lo que haces. A todos nos pasa -espero-, que hay cosas que cuando deberías de pensarlas no lo haces y, mucho tiempo después, mientras miras al vacío que afrenta una pared emborronada por tu desenfoque visual, causado porque pasas de tus ojos, imaginando en pos de huir del aburrimiento; recapacitas y dices: "Joder, es verdad".

Es tarde, estoy escuchando rap; Nach, más concretamente, El idioma de los Dioses. Le he dado al botón de repetir del reproductor. Y es importante saber la canción, porque esta entrada no es una gilipollez que se me ocurrió mientras pisaba zurullos de perro en la acera, en plena calle.Ésto se me ocurrio escuchando una canción en la que Nach, un rapero, describe lo que siente, lo que es para él la música. La alaba, por hacerle sentir como se siente, por hacerle ser como es, por haberle llevado por ese camino, por rodearle de los que le rodea, por enseñarle lo que le enseña, por mantenerle con vida... Y he entendido ésto. Y me he preguntado, ¿puedo hacer yo eso con lo que escribo o con la escritura? Es decir, ¿yo escribo tanto porque soy gilipollas, soy un pajero que deja el vicio, un hiperactivo, hago un experimento, me gusta que la gente pase de mi, me gusta contar... mi vida, lo que se me pasa por la cabeza...? o si no, ¿por qué, entonces?

Parece sencillo de discernir, el porqué de que yo escriba, cuelgue, publique, teclee, postee, plasme tanta porquería, basura, mierda, odio, romanticismo, dudas existenciales, cosas que no se sabe lo que son, aquí. Creo que puedo concretar, que como poco, este blog es una especie de autobiografía sentimental, ya que casi todas las veces que me lleno de odio, me pongo romántico, me pregunto cosas, me da por poner algo, me siento raro, vengo aquí y escribo un par de párrafos, un par de pares... Y, conociéndome como me conozco, puedo decir que también es una especie de orgullo, satisfacción personal, reto, henchidura de pasiones; puesto que es lo poco en mi vida a lo que le he dedicado tiempo, más que como un espacio web al que venir y decir un montón de tonterías -que también-, me arriesgo a decir que es lo poco en mi vida a lo que le he puesto verdadero empeño y no se ha dedicado a ser un mero capricho de un momento entusiasta. No porque vea un futuro lucrativo, por favor, ¿quién coño iba a querer leer todo este pedazo de mierda con el que insuflo el blog, y además pagar por ello...? Bien. Si lo haces, tienes un problema grave; lo siento, me he informado y no tiene cura, aunque todos hemos de morir de algo, ¿que más da si es por una incisión profunda en los vasos sanguíneos de la muñeca o por un fallo en los músculos del miocardio a los 80 años?

Y no le pongo empeño porque mi vida es aún más penosa que todo lo que escribo -el apocalipsis aún no ha llegado-. Lo hago porque es una especie de centro de reunión. Al principio solo estábamos Brani, Ricky y yo; que cada uno éramos la parte opuesta de los otros dos (siendo como pueda ser eso). Si fuera por Brani ya habríamos tirado una bomba nuclear que partiera el planeta en dos, en ese afán que tiene de salvar al universo de la raza humana, eso sí, sin olvidarse de poner una bandera serbia en la luna, para salvarla, y con una inscripción en el palo que dijera: "Hitler Sucks" y "Arriba Bob Marley, Los Chikos del Maíz y el Che". Ricky, muy influido por Kafka y su Metamorfosis, incluso antes de saber algo sobre el libro. Quiere volar muy alto y como no tiene pasta para un jet-pack o un avión o unas alas genéticamente implantadas, utiliza su imaginación, y como los romanticistas, evadirse de la realidad con sus odas y flipadas exóticas. Eso sí, no sé cómo hace para no perder jamás de vista el suelo y de vez en cuando hacer una bajadita para recordarme que es el puto amo. Y yo... que para nada hablo de mi. Luego, podría hablar del resto de posteriores adquisiciones, pero tendrán que merecerlo, puesto que su aparición en el blog parece ser apenas de "Invitados ocasionales". Yo lo tengo en mi barra principal de favoritos...

Como iba diciendo: Ésto es un punto de reunión. No es como un parque en el que nos reunimos a echar unas risas y fumar unos porros. Que el que lo haga, bien que está. No, Comicodrama es un centro de convergencia de todo aquel ser inteligente inconformista y que le gusta leer, que quiere aprender, criticar, tiene algo que compartir, etc. Porque ésto no es un zulo en el que se reúnen kinkis; esto es un zulo en el que juntar ideas y dejarlas plasmadas, para saber que no solo somos 6 los que estamos en el mundo, hay más de 4000 visitas, no todas personas diferentes pero, no hechas por los creadores y participantes del blog, claro está. Somos todos diferentes, pero nos une eso, que somos diferentes. Y me encanta. Y seguiré viniendo aquí a soltar gilipolleces, así me quedé solo. Porque Comicodrama tiene que recordar que no me olvido de él, ni de lo que representa, ni de lo que ha hecho por mi, por nosotros.

Y no precisamente porque seamos todos diferentes hemos de odiarnos, mas aquí, he la causa que estemos unidos: la diferencia.

¡Cierro con un Amén y un Paz, por la magnificencia de la diferencia que nos une!

viernes, 15 de julio de 2011

Querer: Falta de vida


Algunas que otras letras tras tanto tiempo si escribir.Letras que quizás no merecen ser leídas pero al menos si que han merecido ser escritas.

Quisiera con todas las pocas ganas que me quedan, con todas las ganas que tengo de... nada, cabrearme, que me inunde la euforia, que el amor me ciegue o que cualquier sentimiento de los que aclamo aparezcan y sentirme profundamente, enteramente, totalmente y realmente vivo, sentir eso que tanto echo de menos, eso que únicamente aparece en algunos momentos en los que el tiempo se hace ínfimo y el espacio desaparece, momentos que se encuentran separados entre sí por distancias que, para mí , son extremas y extremadamente largas. Quisiera andar por la vida, ahora que tengo lo que antes únicamente anhelaba, sin pensar que me falta algo para estar completo. Andar en calma para mantener así en felicidad lo que para mí es todo. Quisiera andar, andar teniendo a mi lado lo que mas quiero, en frente lo que espero para ello, y atrás, muy atrás lo que odié, lo que odio y lo que odiaré. Quisiera querer algo posible, quisiera dejar de volar en sueños que nunca dejaran de ser irreales y así andar en sueños que ahora veo,escucho y siento, quisiera olvidar la conjugación de este verbo ya que pienso que por algún casual, de esta manera, todos mis deseos se convertirían en vida. Quisiera...

martes, 12 de julio de 2011

Sociedad... me encanta...

De nuevo la RAE:


Sociedad: Agrupación natural o pactada de personas, que constituyen unidad distinta de cada uno de sus individuos, con el fin de cumplir, mediante la mutua cooperación, todos o alguno de los fines de la vida.


Una vez más, comienzo como si esto fuera para un grupo de personas amplios. Pero para mi desilusión, he descubierto que Comico-drama cuenta entre sus filas menos visitas que mi perfil de Tuenti, y eso que soy bastante anónimo en cuanto a redes sociales. Me da igual, yo seguiré haciendo gala de mi optimismo y seguiré pensando que algún día lo leerá mucha gente y seguiré teniendo la esperanza de que no estemos tan echados a perder como hasta ahora se me ha venido demostrando.


Para no seguir amargándote con mis penas, a ti, querido lector, iré al grano, al alma matter de la cuestión y título de la entrada, que además posee su definición como encabezado: Las sociedades. Y una vez más, como siempre que vengo aquí asco, estaba hablando del tema y me dio por comparar la sociedad con algo, para hacer un concepto más claro, directo y sencillo de lo que realmente se dice. Con lo cual, me topé con una analogía que parecía identificarse incluso más de lo que me esperaba con el concepto. Y ojo, con estas analogías raras mías no es que dude de las definiciones de esa institución que ha hecho tanto por nuestro lenguaje, preservándolo del tiempo y de los estúpidos, así como del messenger y de las redes sociales, de ignorantes, racistas y feministas, y cómo no, de los sub-productos de nuestra propia desidia en el habla, que por lo general queda reflejada en el papel, en nuestro caso, la pantalla.


No me hago rogar, diré ya mi exitosa comparación que incluso a mi me ha sorprendido. He comparado a la sociedad con una mierda, heces, excremento, cúmulo de desechos, defecación, excreción, caca, rolo, boñiga, cagada, mojón, etc... Sí, porque éso es lo que es, una gigantesca y mundial mierda, en la que nosotros apestosos humanos nos hacemos un camino cada día, apartando porquería y tapándonos la nariz, aceptando nuestro asco y conviviendo con lo que nos rodea. Porque, a fin de cuentas, lo que pasa con todo lo que toca el hombre, es eso: Que termina hecho una mierda, en la que las moscas, ociosas en su arte de asegurar el paso de la siguiente generación, dejan sus pequeños huevecitos; que más tarde eclosionarán para dar paso a unos pequeños gusanos que se alimentarán del detritus que les rodea. Así, revolcándose y alimentándose a bocanadas de ese manjar tan suculento que se les facilita, se acomodan y se sienten como en casa.


Ahora, es fácil pensar: "Psss... el tío este... ya que puso tan por las nubes su analogía, podría currársela un poco más, porque yo también sé decir que la sociedad es una mierda, que no es nada nuevo". Pero, eso era solamente una pequeña introducción de contexto, mi análisis viene ahora, no desesperen señores.


Comencemos por los gusanejos. Como todo ser recién nacido y aún a medio formar, esta forma de vida se arrastrá devorando sin medida alguna todo rastro de este pastizal en el que se halla metido. Avanza como puede, a empellones, pues no está solo (malditas nuevas reglas de la R.A.E.) y se topa con otros que, como él, buscan sobrevivir y convertirse en mosca. Y al fin, y al cabo, nuestra sociedad, así como nuestro receptáculo de observación defectivo, quien gana, a menudo no es el más fuerte, el más preparado, el mejor; gana al que más le gusta abrir la boca -así como otros orificios corporales- e inflarse de mierda hasta la sesera.


Luego, las moscas. Estos son nuestros papis. Que como todo progenitor intenta extender su rama del árbol genealógico, propagando por allí y por allá, sus pequeños huevecitos, cargados con nuevos devoradores de excrementos: ávidos de su lasciva misión. Unos felices de lanzarnos al mundo, y otros, que en vez de una mierda, vulgar y cotidiana, hubieran preferido dejarnos hacer nuestra vida en un rico y suculento pastel de chocolate y caramelo. Pero es lo que hay, a regañadientes o no, hemos de criarnos en la porquería.


Y luego...¿qué fue primero?¿la mierda o las moscas? Por esa regla de tres, para que haya mierda en la que retozar, habremos de encontrar algún depositario. Así que nuestros gobernantes, o quien tira de sus hilos atados a la chaqueta, se convertirían mágicamente en ese animalejo con soltura de estómago que va soltando mojones allí a donde se dirige. Y detrás, cómo no, las mosquitas, cargadas de gusanejos hambrientos.


Así es como nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos... ENTRE MIERDA.


(En los ratos libres escribo cuentos para niños, previo pago. Tambien soy alegre y afable, divertido y educativo, no le envidio nada a Pocoyó, o a los Lunnis)

miércoles, 6 de julio de 2011

Era feliz...

Y era feliz. Acurrucado como una bolita de algodón de azúcar calentito: unido, dulce, tierno, suave, terso. Vio que amanecía y pensó que era el momento de abrir los ojos; y como la dulce, tierna e inmadura larva que era, se regocijó en el cómodo lecho que compartía con su familia; sus padres y su hermano. Y quiso tocarles y despertarlos, y quiso decirles que les quería. Pero ellos estaban ocupados volando, controlando cada segundo de ese torpe y estúpido avance a trompicones que ellos llamaban "volar".

Sus familiares, con enfermizo afán, insistiéronle en que aprendiera y les siguiera, para andar todos a tropezones y empellones. Pero no podía. Lo intentó con todo su empeño desde el mismo instante en el que se lo pidieron, que largo tiempo ha ya, de ese momento. Pero pasó lo mismo que con aquél salvaje criado entre animales, que no ha visto otro humano nunca y, de pronto, se topa con uno, con un igual, con otro humano que le habla y, aunque alegando que es por su bien con una cándida sonrisa, sin él comprender lo que le dicen; ve como éste le echa una soga al cuello y le maniata. Lo mismo que pasa con un sordo que intenta hablar, o con un ciego que intenta pintar. Lo mismo que con aquél despojado de tacto y que toca intentando sentir un hálito de suave brisa cálida.

Nunca había usado sus alas, encogidas y débiles.; con esfuerzo doloroso y cansado extendidas. Intentó batirlas y volar, pero no pudo. Jamás se le había enseñado a volar, por mucho que le exigieran que lo hiciera. Solo había visto a otros hacerlos, pero nunca le habían dicho como se hacía, nunca nadie se había parado a explicarle cómo batir sus alas, cómo vivir.

Tras ésto, su familia, encolerizada, por su explicable ineptitud, le repudió, le dio de lado, le gritaron, le insultaron, le pegaron, le humillaron. Pero no le enseñaron a volar.

Quería con todas sus ganas volar, pero no sabía siquiera intentarlo; con lo que su pecho se inundó de fuego, de odio, de rabia. Odió todo lo que amaba y dejó que las lágrimas brotaran desde el mas profundo dolor que pueda causar la soledad a un alma. El llanto inundó sus ojos, rebasó sus mejillas y toco el suelo. Recogió una de esas gotas en mitad de su vuelo en picado hacia el suelo y la miró bañando su suave y sonrosada mano. Quiso gritar, pegar, romper, quemar... pero sobre todo, quiso dejar de sentirse así.

Quiso dejar de llorar, pero no pudo. La rabia empujaba sus lágrimas fuera y le recordaba su odio, que le hacía odiar y odiar aún mas a aquellos que volaban, le pedían entre humillaciones e insultos que volara, pero que en ningún caso le enseñaban.

De entre todos los fragmentos que era en aquel momento, encontró de entre todo, un pensamiento, y se dijo:

"Usa tu odio. Pero no lo malgastes lanzándolo como un torrente de agua contra los enemigos prevenidos y con balsas. Guarda ese sentimiento, concéntralo y potencialo, para cuando llegue el momento, usarlo para volar. Coge ese impulso y vuela mas alto de lo que nadie jamás haya volado. Y en ese instante de mediodía, cuando tus enemigos no puedan alzar lo suficiente el cuello como para seguir el sol. Tú, como el trueno, cae en picado cubierto por la ceguera que causa el resplandor y extiende tu sombra más allá incluso, que a donde llega la luz.

Así pues, convierte en víctima a tu asediador, de sus propias campañas. Y quema con tu fuego aquello que antaño te causara tormento, helando tu corazón ante aquellos que no te ayudaron a volar gritando, hasta que las cenizas no estén apagadas. Y así, de una vez, vuela libre.".