jueves, 6 de enero de 2011

Un día entre regalos invisibles

Me desperté de la cama a eso de las 15 horas, algo lógico teniendo en cuenta que tomé asiento con intenciones de dormir en mi cama (bueno, en la de mi hermano...) a las 3 y pico y que además no lograba alcanzar el sueño. Un día normal como otros tantos... ¡ah no, espera... que hoy es 6 de enero, los Reyeeeeees! Digamos "un día normal para mí, y para -casi- el resto de España, uno mágico -y consumista-". Sí, porque en mi casa los Reyes Magos nunca existieron, Papá Noel existió en la imaginación e ilusión mía y de mi hermano.

Con cara larga y de recién levantado, descendí escalón por escalón mis escaleras e hice un poco de zapping. Solo había películas horribles o ya comenzadas desde hacía un buen rato (si señores, ¡no había Sálvame hoy!). "Vaya mierda" pensé (no por Sálvame, obviamente, sino por la programación en general). Así que subí de nuevo, escalón por escalón, encendí el ordenador y vi que no había nadie conectado. "Reyes..." supuse. Me dispuse a esperar entonces a mi madre que llegaría de trabajar a las 16 y me había prometido salir a comer.

Permanecí frente a la pantalla ojeando indistintamente la red, hasta que llegó la hora. Oí sus ruidosos pasos a golpe de tacón. No tenía buena cara. De hecho, casi sin decir ni hola, se encerró en su cuarto angustiada. En definitiva y ya que no quiero transmitir este tema por el blog por circunstancias lógicas, salí a "almorzar" yo solo. Eran casi las 17, de ahí que ponga almorzar entre comillas.

Así llegué a aquel bar-restaurante-hamburguesería-pizzería-cafetería al que suelo ir en estas ocasiones, nada especial, pero si barato y bueno, al Sole:

- Unas papas locas sin mostaza, una hamburguesa especial y para beber una Coca-Cola.
- Perfecto. ¿Hielo y limón con la Coca-Cola?
- Si, por favor.

Estaba ahí sentado, en una silla enfrente de una mesa que se encontraba en la terraza. Dos niñas correteaban dentro y fuera del local, sembrando un cabreo épico pero disimulado por parte de los camareros. A mi izquierda, tres señoras cotilleando no sé muy bien de qué (ni me importaba), que tan solo bebían y fumaban. Podían hacerlo en casa por menos dinero, pero no, lo hacían allí. Y a mi derecha, otras tres mujeres vestidas como quinquis quinceañeras teniendo sus 35-40 años las cuales hablando entre sí ya gritaban y reían de un modo exagerado con chistes típicos de gente de ese estilo... "que esa iba más fea por fin de añoooooo... ¡jaja, jeje, jijiiiiiii!" y variantes de ésta. Estaban en la mesa junto a un hombre, Don Jerónimo, de 89 años (sí, me enteré de cuál era su nombre y de la edad, así de alto hablaban) el cual, supongo que debido a la edad, casi no oía ni hablaba, simplemente estaba... ni siquiera sonreía. Imagínense cuan alto podían llegar a chillar con el anciano al que, una que parecía ser su hija y con una caniqueta (dícesese de una chaqueta digna de canis o quinquis) marca XTG -sí, esa de los calzoncillos- llamaba "paaaaapaaaaaa" cual gitana.

Un lugar con tanto barullo no era el propenso para pararse a pensar y reflexionar en una fecha tan marcada en el calendario. De hecho, no lo hice hasta ahora. Tan solo observaba con un tanto de asco pero siempre desde el respeto. "Espero no llegar a ser nunca así" pensé.

Me trajeron educadamente mi hamburguesa especial, mi Coca-Cola y mis papas locas... ¡joder, mostazaaaaa!

- Uy, lo siento, te las cambio... - enseguida se dio cuenta el camarero del error. Me cae muy bien, y sé la putada que debía ser cambiármelas. Además, no es justo, tanta gente muriendo de hambre...
- No te preocupes - respondí - no moriré por un poco de mostaza. - O por un poco de esa mierda entre dulce, amarga, ácida y agridulce la cual me produce repelús. Paciencia, Ricky, paciencia.

Comencé a tragarme sin pensármelo demasiado mi comida. Mi salsa con un poquito de papas y mi perfecta hamburguesa. Tan perfecta que no se desmontó. "Perfecto," me dije, "por fin una comida confortante." Porque llevaba unos cinco días comiendo y quedándome con hambre, y a la hora de llegar a casa me llevaba la tremenda desilusión al recordar que no hay nada listo para comer.

Abro la cartera para pagar los 5'20€ y entonces la vi. Vi esa foto que no estaba muy seguro de si quería verla o no. ¿Tan solo una foto? Es un mar de recuerdos reflejados en una sonrisa, una jodida sonrisa, tan preciosa como diábolica -y forzada-. "Nunca fuiste mía, pero si lo fuiste en mis sueños, en mi imaginación, en mis ilusiones. ¿Escapa acaso eso de la realidad? Te quise en otro mundo. En otro en el que a tu modo me querías. Ahora, tan solo eres un recuerdo. Eres como ese recuerdo desesperanzador de lo que en realidad nunca tuve, resumido y recogido en una foto de carnet. Una puta foto de carnet. Aún recuerdo cuando me la diste y lo que me dijiste... 'Joder, en esta salgo fea, Ricky... otro día te doy otra.' 'Pues para mí no sales fea. Y sé que es una escusa para no darme ninguna. Dame ésa, me conformo. ¡Pero si sales preciosa!' 'Vale...' Fuiste el objetivo de distintos escritos míos. Aunque lo niegues, me enamoré. Plasmé una pequeña parte de lo que sentía, nadie podría imaginarlo. Deseé andar eternamente agarrado a ti, tu mano y la mía juntas. Incluso cuando me insultabas hacías sentirme más vivo que nunca. La esperanza de ser algo más me mantenía a tu vera. Hablábamos hasta horas inimaginables. Y lograste hacerme reír a carcajadas, sonreír con extrema sinceridad, sonrojarme, ilusionarme, desilusionarme... llorar, llorar desesperadamente. Ahora he de olvidarte. Debería olvidarte. 'Cosas de chiquillos' pensarás. 'Si tú no sabes, yo si sé' tenía que haber pensado. Pero, espera... ¿cómo quieres que te olvide, si cuando empiezo a olvidarte, recuerdo que estoy olvidando y pienso de quién trato de olvidarme y comienzo a recordarte de nuevo? Si todo fuera como un lenguaje binario, bastaría con un 0 o un 1 para alcanzar mi propósito. Pero todo es mucho más. Ahora, ¿qué he de hacer con la "nimiedad" esta? Cualquier acto sería masoquista. Podría tirarla, quemarla, esconderla, guardarla, devolverla, regalarla, arrgugarla, colgarla, enmarcarla -¿una foto de carnet?-, comerla... bueno, y más cosas. Pero algo que siempre perdurará será el recuerdo. Lo siento. Y no por ti, sino por mí. Perdona Ricky. Soy tu conciencia hablándote desde el subconsciente. Recuérdalo: te quise."

Pagué. Me puse los cascos y me largué. Entonces, escribí esto.

1 comentario:

CryptoQuid dijo...

Que perra es la vida, cuando vuelves a ser feliz por omision de detalles, esta vuelve a mojarte los labios con la amarga miel del recuerdo...

Todos hemos pasado, si no por eso, por situaciones paralelas, todos los caminos llevan a roma . Lo dificil es conseguir pillar algun desvio...

Carpe diem, Carpe noctem