sábado, 23 de julio de 2011

La cultura musical por los suelos.

Si pronuncio “música”, a cada ser terrestre que se precie, la concepción de tan amplio término lo asociará con algo diferente –aunque igual en cierto modo–. Así que recurrí a mi fiel compañera R.A.E. y me llevé una verdadera sorpresa; os mostraré dos términos exclusivamente:

“Música” (según la R.A.E.):
4. f. Arte de combinar los sonidos de la voz humana o de los instrumentos, o de unos y otros a la vez, conmoviendo la sensibilidad […].
9. f. irónicamente. Ruido desagradable.

La número 9 me llamó especialmente la atención: música es igual a ruido… que bien, curioso. Vale, de acuerdo, es una ironía, pero actualmente nos topamos con una ingente –y va en aumento– cantidad de ruido a la cual hacen llamar música: yo la trataré como si no fuera una acepción irónica.

Entendiendo por música, pues, tanto “arte” como “ruido” (huelga decir que nunca juntos), existen artistas musicales exitosos y no exitosos, o lo que es lo mismo (en muchos de los casos), artistas musicales con dinero y otros sin. ¿Dónde reside la fama de cada uno de ellos? Parece sencillo: en cada uno de sus seguidores.

Sin embargo, uno puede tratar de indagar más. Los seguidores, ¿se nacen o se hacen? La mayoría piensa “se nace, se nace, eso va dentro de cada uno”: éstos son los engañados. Idolatran a estrellas que no son más que caras bonitas con éxito efímero producto de grandes multinacionales a las cuales lo único que se le pasa por la cabeza son los billetes. Los Hermanos Jonás y Jana Montaña son dos claros ejemplos: los fans locos por su música… es decir, por su belleza superficial; siempre que veía por la tele a alguien de ellos lo único que oía era “los amo”, “son tan guapos”, “yo a esa la cogía y… uf”, etc. ¿Siguen saliendo por la tele? ¿Dónde están sus fans?

Respecto a la primera pregunta: no, o muchísimo menos. A la segunda: están con Justino Bereber. Veamos hasta donde es capaz de llegar la fugacidad de este adolescente con una habilidad espectacular de volver locas a las chicas quinceañeras (y a mi cabeza y la de otros tantos). Que quede claro por favor que no es mi deseo faltar al respeto a nadie, ni a los fans ni a los músicos que hacen música (o se la hacen terceros…).

Los Grammy son unos premios desde siempre injustos y sin sentido. La subjetividad reina en las decisiones de los ganadores. Fue una sorpresa para mí ver que en el año 2011 ganara el premio al mejor disco internacional (entendiendo por internacional países de habla inglesa, cómo no) The Suburbs, de Arcade Fire… tranquilo, no me extrañaría nada que no los conozcas (de hecho es lo normal), venciendo a otros músicos como Eminem, Lady GaGa o Katy Perry (a estos sí los conoces, ¿no?). Explicado grosso modo: Arcade Fire es un grupo canadiense de indie rock o art rock; sus componentes son siete, todos ellos conocedores realmente amplios de música y habilidosos con distintos instrumentos. Hacen que la acepción número 4 tenga ahora más sentido: sí amigo, instrumentos… esa cosa que parece que sobra en la “nueva música”. Un disco absolutamente bestial musicalmente hablando; puede gustar más o menos, pero la habilidad de todos ellos no la puede negar nadie. ¿Por qué nombro todo esto? Se preguntarán ustedes: las masas esperaban que los vencedores fueran sus ídolos, los archiconocidos, gente guapa que canta con otra gente guapa, se junta con gente guapa, sale en la tele con gente guapa… y contra todo pronóstico, ganan siete no-americanos feos (realmente feos) y a los cuales no los conoce ni el presidente. Incluso llegó a crearse un twitter titulado “Who the fuck are Arcade Fire!?!?!?!?!?”. (Por una vez) un aplauso a los Grammy.

La razón de dicho desconocimiento es fácilmente deducible: no interesa, no vende, no son guapos, tratan de hacer música que escapa de los estándares, sus letras son inteligentes. De hecho, la inteligencia parece ser cada día menos útil para sobrevivir en el mundo del arte y más conveniente para rasgar la sociedad hasta la saciedad y así sumar ceros a la derecha en las cuentas corrientes de unos pocos ricos. Venderse o no venderse: esa es la cuestión.

Esto no ocurre tan solo con Arcade Fire, ocurre con otros millares, que se ven tristemente eclipsados por los todopoderosos nuevos músicos adinerados. Puse ese ejemplo porque fue el que se me pasó por la cabeza y además es claro y conciso, podría poner otros tantos pero sería pesado para ambos, tú y yo.

La situación musical actual empeorará de seguro; por muchos mesías que intenten salvar la música como arte, fracasarán vencidos por la otra música: la que vende, la de rostros bellos que descansan en lugares idílicos sobre trozos de papel rectangulares acolchados púrpura con un 500 escrito en grande, la que sale en prensa rosa. No voy a engañar a nadie. Afortunadamente, los alternativos e independientes aún conquistan el corazón y logran fascinar a unos pocos relativamente.

Eres tú el que decide; basta investigar un poco para descubrir música con instrumentos (guitarras, bajos, baterías y esas cosas que antes se usaban a menudo); o con letras para pensar, con inteligencia; o que innovan y huyen de los estándares, etc.

Si no, sigue siendo feliz. Sigue tu camino. Y cómprate un iPod. Y ponle música (véase acepción número nueve en la R.A.E.).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sublime entrada, estoy totalmente de acuerdo. Tengo un blog de música, en el que intento reflejar cantantes que no van acorde con la acepción nº 9, sino con la nº 4.