domingo, 27 de noviembre de 2011

Como la vida misma

Afloran recuerdos primaverales mientras observo, al mismo tiempo, cómo el mundo da un vuelco total, ni a mejor ni a peor, sino variable, y lo que varía no tiene por qué ser peor... ni mejor. Huele a vainilla en esta sala iluminada donde se mezclan colores caleidoscópicos y psicodélicos paranoicos. El vaso del que solía beber se ha vaciado y está llenándose de agua, necesaria para vivir. Y vivir es la fuente de la diversión que se sucede en un mundo caótico, calmo a veces. Un mundo que es una sonrisa, sonrisa que sonríe y que también tranquiliza. Y quejarnos es el pilar que nos sujeta mientras deambulamos sobre dientes de una boca que puede tornarse malévola y mascarnos y molernos y exterminarnos y hundirnos; tragarnos y digerirnos. De nosotros depende que nos vomite, pues la voluntad del fuerte es lo que diferencia a los débiles de los que tratan de superarse, de separarse de las ancestrales cadenas que, como un agujero negro, nos deforman y nos teletransportan; nos transforman en lluvia, lluvia que llora desesperada y canta desesperada a un futuro desesperanzador, espeso y negro.

Creer en un mañana venidero confortable y amarillo -que huele a vainilla- no nos librará de las cadenas medievales que pesan toneladas. Esas que nos encierran en su cárcel de ideas férreas afiladas que hacen desangrarnos mientras, al mismo tiempo, nuestra dicha, o eso pensamos, dentro de nosotros alegre juega.

¡Levanta! ¡Levanta tú que dormido te hallas en un campo fantasioso, basto y falso! Con destreza y decisión deshazte de las sábanas de hierro con agujas puntiagudas que se clavan en tu piel esponjosa y lucha, lucha por que esos recuerdos no se desenfoquen en un presente maquillado a tu gusto, presente que traerá un futuro de apariencia bello, pero realmente profundo, con un agujero infinito por el que irás cayendo y te percatarás cuando hayas tocado fondo y, sangriento y apisonado cual alfombra, pensarás "caí" y tendrás que subir por un camino perpendicular y escarpado. ¡Levanta! ¡Levanta ahora que hay tiempo! Levanta y di cuánto te quieres y cuánto amas a tu vida, que es solo una, y que varía, y que traerá recuerdos, que no son ni mejores ni peores, sino diferentes. Y que te sonreirá si sabes encontrar la sonrisa que de verdad te llena. Sonrisa que, paciente, encontrarás sin buscar.

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