Poemas variopintos que fueron en su día
escritos aunque nunca mostrados.
Parte Primera:
Sin título I
Habré cometido errores
a millones,
habré huido en
demasiadas ocasiones
de quererte, de
aprovecharte,
de verte, de odiarte.
Habré navegado por los
más gélidos mares,
habré sido preso de mí
mismo,
del destino, del
antagonismo,
del miedo y de tu
egocentrismo.
Habré sufrido la
ceguera -severa-,
habré sido herido por
sus espadas certeras
y aunque decaiga,
desfallezca,
sufra o muera,
muera de amor
cual alma perdida
y cautiva.
Aunque se apodere de
mí
esa sensación de
soledad
de aparente maldad
aparente,
me veré cara a cara
con la cobardía;
he de vencer a la
cobardía
tan solo presente en
mi subconsciente
el cual me atrapa
y me engaña,
me miente.
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Sin título II
Esa sensación de
sentirme como en casa
hace de este trofeo
una posesión indigna
de mi persona,
la cual oculta
en verso y prosa
sus más profundos
males
y sus más sinceros
bienes.
Observo cuánta belleza
esconde
incluso un día gris.
Agradezco desde aquí
el amor que obtuve
a cambio de lo poco
que ofrecí,
siervo de mis
caprichos y ambiciones
que en ocasiones
no me dejan vivir.
Puede que la oscuridad
se apodere hoy de mí;
espero, deseo, preveo
que aparezca alguien
allí.
Saco la conclusión así
de que son estos
“incógnitos”
la verdadera razón por
los que podría morir.
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Castigos del destino en un viaje onírico
Deseo que sea un sueño
pero es real,
frío como el recuerdo
de tu aliento
tan cálido y
placentero.
Preso de estos versos
cual corazón cautivo
huyendo del destino,
destino ciertamente
dubitativo.
“Todo es mentira”
me repito.
“Ojalá”
susurra el eco.
Siembra desesperación
el no tenerte
para así poder olerte,
de cerca verte,
tocarte, oírte…
saborearte.
Amarte.
De menos echarte
cuando de más también
lo hice.
Perfeccionista
con vuestra merced
como con mi vida
misma.
Sin embargo,
la absolución
paulatinamente
dista.
Mis ilusiones
por con alguien
desahogarme fracasan.
Arranco la hoja,
rompo la hoja,
arrugo la hoja,
arrojo la hoja
y reaparece otra.
Maldito sea quien
allí te coloque,
y gracias.
Que me comprenda
quien haya
tus labios rozado;
labios en los que
pintaba
infinidad de sueños.
O quien haya
observado en tus ojos
aguados su reflejo
y un invisible y
apaciguado
mar de esperanza.
O quien haya
al menos
garabateado en tu
piel templada
jeroglíficos sin
sentido.
Solía disfrutar cuando
cantabas, reías,
callabas, hacia abajo
mirabas.
Me comprendías;
y ahora a veces
también
me comprendes.
Y me preguntan
que qué es el arte;
bastardos inútiles,
arte eres
tú.
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Miradas
Y me cruzo con
miradas,
miradas que me hunden,
que me avivan,
que enloquecen
y hacen que grite
mi subconsciente:
“ruge, ruge…
fiera sin sino
cual corazón podrido
en un mundo donde
el único mal
es meramente
imaginativo”.
Y miradas
ensordecedoras,
contradictorias,
pero las adoras
aunque no las
mencionas.
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Cinco y pico de la mañana
En Pleno albor
poético,
siendo moral y ético
-aunque no tan
estético-
divago en una bajada,
frenético.
¡Por fin la
inspiración
hállase hallada!
Bendito viaje costero,
solución de la
encrucijada
de mi mente roída,
estallada.
Nuevamente el tío de
siempre:
paranoico, demente.
Buenos días y buenas
noches,
gente.
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1 comentario:
Qué gustazo. Cuanta improvisación y genialidad entre tus versos. Es un auténtico deleite amigo!
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