lunes, 20 de diciembre de 2010

Principio y fin

Comenzar es lo más complicado a la hora de escribir, sobre todo cuando no corre por tu cabeza un tema prefijado o anteriormente elegido, sino más bien un sinfín de ideas, sentimientos, ilusiones, desilusiones, recuerdos que, en un momento no demasiado oportuno ni favorable, piensas que han de ser plasmados. Un simple desahogo, o mucho más. Una representación escrita del tremendo guirigay que se escucha dentro de ese cráneo machacado de tristeza y amargura en ocasiones como esta (y otras). No pretendo dar pena, que quede claro. Y ya he comenzado, no ha sido tan complicado al fin y al cabo.

Termina el año, el año 2010. Un año más, o un año menos... depende de cómo quieras representarlo. Con él, se van otras muchas cosas, junto a otras que se han ido, ya son muchas las huídas. Las lejanías no pueden disimularse ni evitarse, solo maquillarse con una aparente felicidad omnipresente, falsa por supuesto. Deseamos suerte a los que se van, aunque a otros la muerte, injusta muerte. No por ello la vida acaba, tan solo acaba un año. Como él habrán otros muchos, infinitos, tan solo diferentes por el número que marque el calendario, gregoriano en nuestro caso.

Sin embargo, veo el fin en otros caminos esperanzadores ocasionalmente y, otras veces, todo lo contrario. Caminos en los que me vi impulsados, como en una ráfaga de viento, tan intensa como esa búsqueda inexplicable y casi impulsiva y, para mí y hasta ahora, inalcanzable e imposible, inmensa y complicada... la búsqueda de ese amor que me haga sentir lo que nunca he sentido. Final desastroso y fallido. Ahora toca volver a sentarme en ese mundo, mi mundo, negro y plagado de incomprensión, de diferencias, de contrastes, de -intentos de no pertenecer a la...- ignorancia.

La música triste penetra en mis oídos, y con ella, lágrimas relajadas caen desde mis ojos, recorren mis rojas mejillas, hasta caer en mi duro pecho, solo penetrable por sentimientos benignos (o malignos), porque mi corazón solo se parará cuando éstos sean inexistentes ya... y, más tarde, esa lágrima se evaporará... como mis sentidos, como mis ilusiones (si pobre iluso...), como mis recuerdos, como mis sentimientos.

Ya nombré cuan complicado podía ser comenzar (a escribir, o con cualquier otra cosa...), pero me percaté de que también es complicado terminar. Incluso más. Cuando la amargura se adueña de ti, te manipula, te cambia, te desespera... y te desvela que todo tiene su fin, que has de olvidarte, que ya has fracasado, que nada sirvió para nada... ni llorar ni reir. Pero que aún así, la única vía que queda en pie es la de seguir adelante, con la cabeza erguida... y el corazón roto.

Fin.

2 comentarios:

CryptoQuid dijo...

Muy bueno, si señor!! Transmite... jajaja y es verdad... es dificil empezar y tambien dejar un buen final... como la vida ,¿no...?

Bueno... te me haces mayor... no puedo decirte mas, es un mundo que has de descubrir tu solo!! jajaja

Estela dijo...

C'est genial.
Adoro el último párrafo :)