domingo, 12 de diciembre de 2010

Por ese instante...

Agonía. Agonía al recordar esos caminos que solía recorrer, y que hoy en día o no existen o se han difuminado de tal manera, como por una niebla de inutilidades y de deficientes incompetentes, que ya ni los reconozco.

Estrés. Estrés al pararme -una diminuta porción de- un instante y percatarme de lo que ya sabía que me viene encima. No es que sea efectivamente un conjunto de tremendas maldades las que me amenazan y dañan, simplemente es que son demasiadas más de las que puedo tolerar y soportar.

Envidia. Envidia... al observar cuan desigual puede resultar el mundo. Al observar cómo el trabajo, el esfuerzo y la entrega no son, en ocasiones, los precursores del éxito, aunque sí del a veces imperceptible, subvalorado e insuficiente valor.

Inseguridad. Inseguridad al notar que quizás mis ideas y mi perspectiva universal no sean los más indicados para triunfar en una gran sociedad tan manipulada como es la de hoy en día, aunque sí para triunfar entre esos pocos -demasiado pocos...- diferentes o independientes o intento de inteligentes o inconformistas o...

De hecho, me encuentro en un estado ahora mismo, en el cual la hipocresía se adentra en mí con una fuerza descomunal: sonrío en público, cuando lo que más deseo es llorar y gritar unas palabras desesperanzadoras, como en una tristísima canción. Aunque mayor deseo es aún el de tener una posibilidad de evadirme, desintegrarme... aunque sea por una cantidad imperceptible de tiempo...

Comprender lo que nunca comprendí.
Saber qué piensa esa persona, o esa.
Andar por los recovecos que algún día ya anduve.
Olvidarme del amor, de la guerra, de la mentira, de la hipocresía, de la cobardía, de la traición, de las discusiones inútiles, de la paz, de los estudios, de lo necesario, de lo innecesario, de la envidia, de la agonía, del estrés.
Olvidarme de ti.
Olvidarme de todos...
Olvidarme de todo.
Ver el mundo que deseo. Con quien deseo.
Sentirme el rey de ese mundo. Mi mundo. Yo.
Volver a la realidad.
Llorar.
Gritar.
Gritar como nunca.
Gritar como nunca que te quiero.
Que no es mi deseo que partas hacia otro lugar lejano.
Quiero ver mi mano junto a la tuya.
Nuestras manos, tan solo una, por un tiempo indefinido. Ojalá que infinito.
Seguir llorando.
Desahogarme.
Encontrarme en la cima. En la dicha. En la felicidad plena.
Permanecer allí. Acostado. Mirando el cielo. Las estrellas. Las nubes.

Volver a montarme. A construirme. Y con cara de póquer, saber que todo ese instante de transición fue sencillamente eso: un instante.

4 comentarios:

Maria Helena dijo...

Sublime!

CryptoQuid dijo...

Joder... que puedo decirte?? xD Es como el titulo de la entrada anterior a esta... "Sin nada que decir..." jajaja

Muy bien, veo que los tres últimamente se nos mete en la cabeza irnos por las nube.Ya aportaré yo algo que nos ancle un poco a la realidad!! jajaja

Y ya subiré también mas viajes míos en el tren de los deseos!! xD

Coach ATM dijo...

Haría la ola, pero no sé cómo en este espacio.
Imagina que la estoy haciendo, y durante un buen rato!!

Unknown dijo...

No sabes Antonio lo halagado y orgulloso que me siento al ver que estás comentando una entrada mía en este blog... espectacular!
Muchas gracias. :D