miércoles, 14 de marzo de 2012

A la niña le quitaron su juguete.

La niña está triste porque le quitaron el juguete de las manos. Ahora la niña piensa que ya nada es lo que era, todo es un drama. Ya no hay historias que divagaban en su imaginación. Ya no hay mundos paralelos en los que podía refugiarse de un mundo de gente que no la comprende, porque es una niña, una niña que llora porque no posee ya su sexto sentido, su quintaesencia, su cuarto carácter, su tercer brazo, su segunda vida, su primer principio. Caras largas se suceden en la cara de la niña con el ceño fruncido y las lágrimas batallando por no salir de unos ojos humedecidos, rojizos por la ira, que reflejan un hábitat hostil donde todos se tornan impíos. La niña suplica que le devuelvan el juguete que tanto ama, pero solo recibe como respuestas un repetido "no" que la lleva a desesperar. Tan desesperada estaba la niña que ahora llora, llora a borbollones porque ya no puede jugar. Las lágrimas perdieron en su lucha. Y la niña grita, grita pero nadie le hace caso, ¿quién iba a hacer caso a una niña que lo único que quiere es su juguete de vuelta? Todos piensan que el capricho será efímero y que pronto dejará de gritar, de llorar, de enfurecer. Todos piensan que es solo un capricho, pero la niña no lo ve así y las cosas no hacen más que empeorar. La niña está inconforme y continúa gritando con más fuerza. Le falta la respiración...

Es ahora cuando imagina un mundo colorido, armonioso y variopinto. Ahí era adonde huía gracias a su juguete. La niña lo ve como un lugar lejano solo a veces: cuando no juega con su juguete. No volaba, pero como si lo hiciera. Mejor es, incluso. Nada importaba cuando estaba en ese mundo, aun con los pies en otro distinto en el cual vivir no es interesante. La niña se enfadó y no respiró y ahora lo recordaba y volvió a respirar ante la mirada atónita de unas caras que no deberían estar allí. Son caras ensombrecidas que la miran desde arriba, negras como el agujero en el que inicia a caer empapada en un lago de sudores que se mezcla con la lluvia de sus ojos. La primera vez que la niña jugó con el juguete que le quitaron de las manos lo hizo por curiosidad. Desde entonces la niña solo entiende su vida con su juguete y nunca se imaginó que se lo pudieran quitar como si de polvo se tratara; un polvo blanquecino que vio esfumarse, rápido como un rayo, cuando se mezcló con el viento, maligno y egoísta como el ser de por sí. Mucho menos se imaginó cuánto le costaría dejar ese juguete que le estaba arruinando la vida en un mundo incompleto, donde solo hay gente triste, donde todo es un drama y donde solo merece la pena vivir huyendo a otro mundo, que es tan irreal que ha de ser real.

1 comentario:

Anónimo dijo...

está genial