viernes, 4 de mayo de 2012

Ángel negro

Abrió de nuevo los ojos tras respirar varias veces y le pareció que le pesaban los párpados, como si se estuviera levantando a sí mismo con ellos. El sudor frío le resbalaba por la frente y se le metía como el ácido en las agrietadas comisuras de la boca, mientras sostenía un bolígrafo y miraba fijamente el papel amarillento, pero sin escribir, que tenía delante; casi se sentía como si fuera a asesinar a alguien con aquel instrumento que servía para poco más que para escribir, y mal. Tragó saliva, que le pareció tragarse un mejunje espeso y gelatinoso, con un sabor salado. Se inclinó sobre la mesa y se sentó muy despacio en la silla que tenía detrás. Cerró los ojos de nuevo.


La habitación era una lata de sardinas. No cabía más que aquel escritorio y un armario para documentos viejos y amarillentos, que al cogerlos crepitaban como si pisaras la escarcha. Había una pequeña bombilla colgando justo en el centro, muy bajo, alumbrando poco más que una luciérnaga en aquel remanso de aire viciado y maloliente.  Había también un pequeño ventilador fijado a una pared que le enviaba un chorro de aire directo a la cara, pero no aire fresco, ya que en aquel pequeño púlpito de inmundicia no había más que hedor de su propio sudor y humo de los cigarros que se terminaron desde hacía ya varias horas; además de que aquella habitación poseía ya de natural cierta mezcla entre olor a cerrado y a muebles viejos, con el leve zigzagueo de la tinta vieja que allí se almacenaba.

Abrió de nuevo los ojos y se puso a escribir la carta. Se notó algo vacilante y retraído a la hora de hilvanar sus pensamientos con la tinta y el fondo amarillento, pero tras varias frases su entumecimiento desapareció y casi pudo recuperar el brío de hacía años. El corazón quería salir de su pecho y sus pulmones silbaban de esfuerzo, mientras su mano se deslizaba sobre el papel como depredador que huele presto a su presa. Las lágrimas le brotaban de los ojos y apenas podía ver nada, porque se le mezclaban con el sudor; se enjugó la cara y prosiguió, tras percatarse que más de una gota había aterrizado en el papel. Cuando hubo terminado se dejó caer sobre el respaldar y miró a su alrededor. Una habitación marrón, con una bombilla de filamento que alumbraba muy poco y casi podía verse su parpadeo; siempre todo inundado por las pequeñas turbulencias que podían verse cuando las golpeaba un desviado rayo de luz. Se sintió triste. Tomó una nueva bocanada de aire e hizo un gran esfuerzo para volver hacia el escritorio y leyó la carta en busca de faltas de ortografía o caracteres ilegibles. Todo estaba bien.

Entonces sacó una pistola de un cajón del escritorio. El arma salió de la penumbra como si de un fantasma helado se tratara y le hizo tragar saliva y transpirar aún más. Un revolver plateado. Martilló el percutor y se puso el cañón en la sien dejando escapar un río de lágrimas mejillas abajo. Apretó el gatillo y su mano inerte dejó caer la pistola, haciendo un ruido seco contra el suelo a la vez que exhalaba su ultimo aliento. Su cadáver fue encontrado a la mañana siguiente y un policía leyó la nota que había escrito antes de suicidarse:

"De entre tus ojos nace la perdición que siega mi razón y deja mi mente pendiendo de un fino hilo que me une a tus besos. Tú, ángel negro, que me arrebataste la voluntad y anegaste mi alma con suspiros fantasiosos de tu amor, y cuyos labios con los míos urdieron el ovillo de la locura. Cuya cuerda se cortó y me dejaste rodar por la pendiente que tan fácil me hizo pensar que te tendría siempre y deslicé por tu cuerpo adorando la ambición con que me llamaban tus lineas cristalinas dibujadas en el mundo como una constelación a la que rendir adoración. Tocarte y entretejerme entre tus poros para sentirme dentro del ser más bello que jamás existió y sentir la visión de tus ojos en los míos como ríos de felicidad que tu tiempo y el mío son.
Te dije una vez que si no eres mía, no eres de nadie.

Así que, para dejarte marchar, habré de morir, para perder mi nombre y dejar de ser alguien, para ser nadie para ti.

Te quiero."

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