sábado, 25 de junio de 2011

Algo así como unas disculpas...

De nuevo, tiempo ha que no escribía en tan celebérrimo e ilustre ambiente, y tanto que es grande mi angustia por tener que ser "algo así como unas disculpas" lo que tengo que dar a conocer, repito, después de tanto tiempo.

No tengo por objeto en esta "entrada" decir: "perdón", y ya está. Primero, explicaré por qué pido perdón; luego lo que quería realmente transmitir (ya se aclarará este punto) y, por consiguiente, espero quedar excusado de la confusión, que por ser tantas, han causado mis palabras.

Primordialmente, esclarezco que mis disculpas provienen de que en ocasiones, no siempre, he podido dar a entender que los que no escriben o no leen mucho (yo no leo demasiado) o no tienen cultura (la mía en algunos aspectos es deficitaria) o no son inteligentes (no me creo de entre ellos) o no son diccionarios andantes (yo no solo soy, pero intento tener uno cerca), no valen la pena. EN ABSOLUTO, jamás he querido decir eso. Está claro que, a la hora de iniciar una conversación, otorgo más puntos -iniciales- para mantener una charla fructífera, por ejemplo: a alguien que está sentado en el parque leyendo plácidamente un libro y no es un tebeo, que a un kinki que está con un balón de fútbol dando balidos como los energúmenos que son todos los de su especie. Sí, puede que a primera vista, mi plan no falle. Puede que esa persona que esté sentada en el banco me dé más sobre lo que hablar; pero no necesariamente, estoy convencido de que mi conversación con tal individuo será exitosa. Y sin embargo, no estoy completamente convencido de que mi conversación con el kinki será un total fracaso. Simplemente, aplico la estadística.

Repito, a simple vista, parece no haber fallos, hasta que te das de morros con que la vida no es de color blanco o de color negro; también hay toda una gama de colores exquisitos escondidos a lo largo de todo el espectro de la luz visible, que abarca desde el rojo al azul; y que, en nuestros monitores se configura como 255 puntos de intensidad al rojo, 255 al verde y 255 al azul. De lo que podemos sacar que las combinaciones no son infinitas, pero que sí poseen una extensión tal, que nos es difícil distinguir cuántos puntos hay de cada color en una imagen. Porque, teniendo nuestros 255 puntos de azul y rojo, una variación de -1 punto en el verde no sería perceptible.  Y me explayo con toda esta metáfora análoga de colores y situaciones, porque a veces no nos es tan fácil distinguir si Samuel nos está insultando agresivamente, o por el contrario nos está colmando de vítores y aplausos (todo esto teniendo en cuenta de que yo sé, más o menos, con quién me meto).

Y como dicen que cuando ves el rayo ya es tarde para taparse los oídos; yo, para cuando quise darme cuenta de este tremendo fallo en mis desahogos emocionales, ya alguien se había ofendido. Aunque solo tengo cuenta de uno, sé con seguridad que a alguno más le habrá saltado la alarma cuando leía algo mío tranquilamente en casa. Claro que, no por el temor de haber ofendido a alguien, que también, me he preocupado bastante, porque me parece que esta faceta mía de escritor no ha logrado transmitir con claridad, sencillez y consecución lo que realmente quiero decir. Sí, he fallado como escritor. Pero no por ello me vengo abajo, por eso estoy hoy aquí, pidiendo perdón, capitulando y aclarando, de una vez por todas, la única base por la que realmente me rijo.

Lo único que realmente pido para que alguien capte mi atención verdaderamente es, QUE QUIERA, Y LE GUSTE APRENDER (éso es solo de entrada, ya luego se decide SI VALES LA PENA, que al paso que voy, exigirá otra entrada pidiendo disculpas ídem a ésta).


Y ya está, no hay nada más que rascar. Ésa es la única ley inherente que rige mi ilusa y humilde filosofía de vida. No has de ser rico ni pobre, docto o prócer, convicto o bondadoso, escritor, poeta, Einstein... Solo necesito que te guste aprender, ya está.

Vaya tontería; que solo me intereso por el que escribe o que solo por ello le doy el cum laude sin siquiera saber su nombre... con el montón de ineptos que corren por ahí, y que resulta, se les da bien poner una letra detrás de la otra; y algunos de pleno y entrada, ya diciendo gilipolleces. Eso, como ejemplo.

Y bueno, solo espero haber deshecho el entuerto, que entre mascullos y dentelladas ha hecho que pida disculpas por mi falta de transmisión y mi fallo como escritor.

De todas formas, ya que estoy, agradezco a Ricky que sea la única persona a la que nunca le he tenido que explicar nada, pues su comprensión sobre los temas que trato no conoce limite alguno, así como su talento y determinación.

PAZ.

1 comentario:

Unknown dijo...

Un placer y un orgullo y satisfaccion con tus palabras finales.
Es un tema complicado, y prefiero no comentar nada concreto, sino un "de nada" y un gran "GRACIAS".