jueves, 19 de julio de 2012

Miscelánea II


Poemas variopintos que fueron en su día escritos aunque nunca mostrados.
Parte Segunda:




Mujer

Mujer de lejos, lejana,
falso cortejo,
fácil trampa irresistible.
Sombra que se avecina,
reflejo de una piel,
reflejo de un olor hipnótico,
rocambolesco y armónico.

Ojos cerrados.
Negro.
Rojo de unos labios
que han de susurrar algo,
quizás a lo lejos...
aunque tan cerca.

Suave seda despojada,
carnal.
Luz.
Nunca es suficiente
la luz que desprende.
Oro al viento
que se alza hacia un lado,
hacia el otro.
Golpea, acaricia.
Sonrisa cómplice,
mirada de ardua explicación,
harto simple de sentir
y sumergirse dentro
y cuestionárselo todo.
¿Será esto un sueño?
Será.

Mujer: misterio.
Mujer, asustas, mujer.
Incomprensible, incomprendida,
esencia de la muerte y de la vida,
mujer.
No hay guerrero,
como el amor loco,
que por ti no aniquile, inocente.





Es inexplicable

Es como un amor frágil, caliente.
Es un amor sincero,
algo por siempre loco.

Es una tarta de cumpleaños.
Es recuerdos de antaño,
con una fina risa.

Es una sonrisa cómplice, larga.
Es, claro, una lágrima,
que desciende tímida.

Es tanto y a la vez tan poco y huero.
Es un negro agujero
por el que vivo y muero.

Es vino y cerveza, embriaguez.
Es una explosión,
por ventura, es amor.




Mujer ardiente,
dos manos no son suficiente
para explorar tus llanuras,
tus colinas.
Estructuras abruptas,
de subidas, de bajadas;
de curvas, de rectas;
de finura extraordinaria,
de seda, suave como la seda.

Y cuando a solas nos hallamos,
solos, con el silencio a nuestro lado,
¡oh mujer, cuánto halago!
cuán afortunado se siente mi cuerpo,
antes helado.
Tus mejillas, tus labios,
mi cuello: una gran llama
que no quema; nos une.

Mujer, yo te envidio mujer.
Pero cuando no somos más
que uno entre los dos,
y la celosía se esfuma
y solo pienso
en fuego, en chispas y en rojo pasión,
en ardor, calor y sudor,
no pienso más que en ti,
y me maldigo por no tenerte siempre
entre mis garras.
Mujer, no pienso más que en ti,
mujer.