sábado, 30 de junio de 2012

"Atento por si una frase escapa, si hay que cazarla es como ver a la chica de tus sueños y poder besarla: así es el don de escribir" - Nach

Comicodrama ha estado un poco abandonado. Nuestro blog al cual abro, a modo de prólogo, una nueva entrada que -persigo- anime al resto de mis comicodramáticos a tender la mano y ofrecer una caricia a nuestras musas. Ennegrecidas por quemarnos las seseras con nuestros vaivenes, las clases, pasos en falso, alcohol y ganas de pernoctar lejos de nuestro antaño hogar. Lo cierto es que darle al botón de "nueva entrada" es como coger un racimo de uvas, brillantes, coloridas, apetitosas, dulces y jugosas; y a medida que dejo salir palabras y el fondo el blanco, a través del teclado, las capta es como ir desgajando suavemente esos frutos y llenarme la boca con ellos. Un jugo invisible, de letras en un folio, con un boli o un teclado. De unos labios a unos oídos. Llegar a comparar el poder escribir algo tal como un poema de amor de mi admirado Ricky con acariciar el contorno suave de una figura que busca tu calor en la noche, es lo mismo que comparar el ver un folio en blanco con el boli en la mano con el mayor desamor y desamparo concebible: "Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido"(Pablo Neruda). Y bien es cierto que cuando posaba la vista en el símbolo de favoritos del explorador con una "B" grabada, con la -conocida- dirección de nuestro querido blog y he tenido que pensar "cuando tengas tiempo, ahora tienes que estudiar". Es como tener unos labios suaves, dulces, que piden un beso, tendidos hacia ti y no cogerlo, solo por querer ver como te falta el propio aire, el sustento.

Cuando las musas te abandonan y las recuperas, y plasmas tu amor por un verso o unas letras, es una catarsis. Acariciarlas con cariño para que dejen que tus dedos representen lo que llevas dentro, que lleva guardado mucho tiempo, milenios enteros, el periplo eterno de no saber que hacer con las palabras y ellas tiren de tu camisa pidiendo atención. Mas no es el dolor de no poder empezar, es el dolor de empezar y no llegar más lejos que de las dos líneas. Es como quedarse a medias...

In medias res. El idilio de unos versos que pueden ganarse un beso, o el enigma de dos palabras bien dichas que pueden hacer merecer una caricia. Tal vez puede que otras palabras, dichas de otra forma, consigan que quieran hacerte pensar en un epitafio. Si decir "te quiero" te hace fácil, es que el mundo no sabe acogerte como te mereces; y si decir "mantente lejos" te hace antisocial, es que la sociedad no sabe de lo que habla; y  si decir "eres tonto, ¿no lo ves?" te hace un borde, que les den, allá ellos con su mierda.

Irme a dormir tranquilo cada noche sabiendo que he hecho lo correcto, de acorde con lo que pienso o mis principios, es lo que espero. No es fácil, meta ambiciosa. Que es más viciosa avaricia con sus caricias de oro y plata, o sus racimos de carne, que vivaz una llama o fugaz una estrella. Y son muchas las noches que pierdo el sueño, pensando que siempre pude ser mejor, más rápido, más fuerte, más listo: "Dejé de contar ovejas para poder dormir, y me cuento los defectos que me quiero corregir" - Xhelazz, "Tengo una virtud por cada mil defectos" - Nach. De todas formas, lo importante no es la caída. Es levantarse, y tener ojo con esa piedra a la próxima. Cada nuevo día es una nueva oportunidad, 365 tenemos y en bisiesto 366.

Hablando de todo un poco. Una noche, oscura, tibia, seca. Lejos, en la penumbra, en una colina. Un hombre mirando al horizonte oscuro como el corazón de un demonio, una noche sin luna y la polución lumínica de esas malditas farolas amarillas no deja ver estrellas. Quizás así sea mejor. Sentirse solo estando junto a una urbe. Con un diente de león en las manos. Corre una cierta brisa, así que sopla y contempla cómo esas pequeñas y gráciles semillas desaparecen en esa bruma oscura que se forma donde no llega la luz. Quisiera ser libre de verdad, como una de esas semillas, en busca de una corriente cualquiera, un jardín cualquiera, donde caer y esperar una gota y germinar. Tomar el sol y el viento, al fresco o al calor. Ver a niños jugando en un parque o junto a la calle. Comprende aquel que contempla que a veces las farolas, tener mucha luz, no dejar ver claro el cielo, no tiene por qué ser bueno: los marinos se pierden sin faros, sin estrellas, y estrellan sus barcos. A veces las lágrimas caen al mar donde nadie las distingue, o casi siempre. Por unos labios, o una figura escultórica, o una tumba, o por no tener qué comer.

A veces, el simple hecho de poder escribir te hace saber que las cosas van bien, ¿las cosas van bien? Hay algunas preguntas a las que, a veces, es mejor no responder. Lo unico que sé es que, nuestro querido blog, volveré. Nunca sabes si mejor -o peor- o diferente. Solo puedes estar seguro de dos cosas en esta vida: del amanecer y del anochecer. Ya para otras vidas no sé...