lunes, 19 de diciembre de 2011

16 de Diciembre



un nuevo día ...
y el sol me da la bienvenida
acariciando mi cansada y aburrida piel ...
~
constantemente subo y bajo
pero no cambio de lugar,
pero no se caen los hilos ...
que rodean mis extremidades.

A pesar de que mi cuerpo,
mi alma ... mi camino
se tiñen de rojo
no consigo sustituir este cielo gris que me rodea ...
por uno mas limpio.
~
Nuestra patria se muere, aquí en Europa.
Pero llega ha América y vuelve a Rusia.
Nuestra patria no es un simple garabato ...
de ladrillos, arboles, policías e historia barata.
Nuestra patria son unos ideales, donde todos somos hermanos,
nuestra lucha no es por el petroleo ...(o demás intereses absurdos)
es por amor.

Pero el tiempo pasa
y el pasar pesa ...
y pesada es nuestra causa
aunque cada dia seamos mas para luchar por ella
~
Cínico se ha vuelto el mundo
y curiosa la tarde.
Donde la comodidad de estar triste
me permite pensar ... mientras escribo estos versos.

Donde la comodidad de estar triste es incluso preciosa

lunes, 5 de diciembre de 2011

2055

Despertó aquella mañana, como siempre, al son de una nueva movilización de tropas que pasaban justo debajo del edificio donde se había logrado resguardar durante unos meses huyendo de las patrullas de reclutamiento. Eran las patrullas encargadas de atrapar a aquellos que habían sido llamados al servicio, en una población en la que todos eran soldados -quisieran o no-, y que en vez de "cumplir su deber" optaron por desaparecer y no acudir a la llamada de una guerra que no era la suya. Pensando en ésto apretó el puño recordando la adrenalina desplegada el día anterior en el que casi le consiguen apresar, respiró otra bocanada de aire polucionado: le pareció que respiraba ácido, le ardían los pulmones y le costaba mucho halar aquella densa mezcla de gases tóxicos y partículas en suspensión; que le daban un tono verdoso oscuro a la atmósfera.

Cuando hubo pasado el contingente de blindados y soldados a pie, se asomó por la ventana. La madera del marco estaba podrida y carcomida por aquel ambiente hostil; al intentar abrirla cedieron por completo las bisagras y casi se descalabra por la oquedad de la ventana al coger en pleno vuelo hacia la calle el pedazo de madera quebradiza que se había desprendido: si no lo hubiera hecho, seguramente el ruido habría llamado la atención de las patrullas que rondaban por allí, lo que, en toda regla, era una sentencia de muerte. Lanzó lejos de él aquel despojo arborícola dentro de aquella derruida estancia. Inspiró de nuevo. Miró a lo lejos, vio la movilización de otro contingente; si no estuviera acostumbrado, se habría percatado de que, incluso a más de un kilómetro de distancia, eran perceptibles las vibraciones de su desplazamiento. Observó entonces el horizonte, los albores del alba se mostraban ya titubeantes; casi le resultaba bonito el despliegue de verde y amarillo que se producía en cada amanecer.

Le hubiera gustado conocer como eran los amaneceres antes de la guerra; su profesor le había contado un millar de cosas sobre antes del estallido bélico durante los diez años en los fue su mentor y único foco de cultura y educación. Le dijo que el cielo era azul, el sol amarillo y las nubes blancas; que al amanecer se formaba una gama de colores gratificante, desde el amarillo del sol, hasta el azul del cielo; pasando por el naranja en el cielo y el magenta en las nubes. Le había contado un montón de cosas, pero ésta le llamaba especialmente la atención: el amanecer. Y siempre se había preguntado lo mismo, desde pequeño, desde la primera vez que se lo contó. Le había explicado también como había comenzado la guerra que, resumiendo, se produjo por una incesante fiebre de petróleo: todo el mundo quería poseerlo todo, y como todos ambicionaban lo mismo y la avaricia nunca daba pasos hacia atrás, estalló un cruento baile sangriento en el que iban y venían las vidas como si de granos de arena al viento se trataran.

Tras declararse el conflicto, las facciones se llenaron de nacionalismo y formaron dos únicas comunidades mundiales. Se activaron numerosas cabezas nucleares en centros de población importantes y hoy día, ya no queda ninguna metrópolis. En unos pocos meses, la población mundial pasó de 15.000 millones de personas censadas -por no hablar de las sin censar-, a unos mil millones: número que se reducía a diario por la plagas, enfermedades, hambrunas y la guerra. La Tierra estaba casi desierta, conformaba ya a estas alturas una superficie estéril y comparable al de la luna. El árido terreno gris era radiactivo ya, la temperatura media del planeta eran unos 40ºC; no había escuelas ni bibliotecas, y la única atención sanitaria era prestada con precarios medios y conocimientos a los soldados heridos, que apenas eran curados con poco más que unos primeros auxilios. La industria y la investigación se centraban en el desarrollo de nuevas e ingeniosas armas, representando así, nuevas e ingeniosas formas de matar: cada una más cruel e impersonal que la anterior. La fauna y la flora del planeta reducidas a comestibles que se habían salvado de los ataques nucleares en refugios subterráneos; eran envasados y deshidratados, para posteriormente convertirlos en polvo, que debían ser ingeridos comedidamente, ya que podían causar la destrucción de las funciones gastrointestinales: acortando así, la ya bastante corta esperanza de vida. O eso le dijeron en la Academia.

Posó de nuevo su mirada en el horizonte y trató de figurarse un cielo azul y de bellos y vivos colores, lejos del verde espeso y ácido; del cual absorbió otra poluta bocanada sintiendo de nuevo ese ardor incomparable; seguido, cómo no, de la fatiga producida por el esfuerzo necesario para respirar aquella bazofia sulfurosa. De pronto sintió el estruendo producido al derribar varias puertas en la parte inferior del edificio; distinguió pasos de varios hombres que caminaban juntos revisando cada habitación y susurraban maliciosamente. Supo inmediatamente que se trataba de una de esas patrullas que buscaban proscritos, su corazón se acelero como una locomotora e intento idear una forma de escapar; la única salida posible era la ventana, pero estaba seguro de que no podría dar un solo paso si saltaba por allí. El sudor frío resbalaba por su espalda, se abotonó en una esquina de la habitación, jadeante; le ardía todo el pecho y penas podía respirar, mucho menos pensar en cómo escapar de la situación. Suplicaba por que no le encontraran; se cubrió con la contraventana que anteriormente había arrojado con desprecio, en un ultimo estertor de supervivencia. Escuchó cómo los pasos se acercaban, esta vez, en su misma planta. Entonces sintió un agudo dolor en el estomago que le hizo encogerse como un feto; un dolor tan intenso que se extendió por todo su abdomen, y pronto a su cabeza, dejando paralizado. Comenzó a expulsar una especie de esputo marrón, amargo y espeso que regurgitaba y no sabia si salía de sus pulmones o de su estomago: el dolor había hecho que no pudiera siquiera controlar sus músculos más involuntarios y su posición horizontal dejó actuar a la gravedad. Se atraganto con su propio vómito y empezó a toser de forma quejumbrosa, lo que alertó sobremanera a los pasos, que corrieron en tropel hacia donde él estaba.

Un soldado apartó el descompuesto pedazo de madera y pudo verle, paralizado por el dolor y bañado en su propia inmundicia. Miró hacia atrás y preguntó algo que no logró descifrar a su oficial. Vio cómo el soldado realizaba con la cara una mueca de desagrado tras recibir lo que pareció una orden que iba en contra de sus escrúpulos y le tocó la frente húmeda y tiritante.

-Informe.
- Frío, señor.- dijo con un tono que albergaba algo de pena, y esperaba una nueva orden. A lo que el superior negó con la cabeza y se encogió levemente de hombros, se dio la vuelta y se llevó consigo al otro soldado que con ellos estaba.- Siempre me toca a mi, no es nada personal chico, casi tendrías que darme las gracias. Si te hubieras alistado sabrías que solo el ejército tiene el suero para evitar esto que te mata, no te creas que lo hago por gusto- dijo con sarcasmo y un claro disgusto.

En ese momento sacó una pistola: era plateada y con la empuñadura de blanco marfil, con un logotipo grabado en rojo y verde. Revisó que había ya una bala en la recámara, como por acto reflejo, sin fijarse. Así que solo amartilló el percutor con un representativo chasquido metálico que le hizo recorrer un escalofrío por toda la espalda y una riada de adrenalina recorrió sus venas. Esbozó un quejido e intentó agarrar la bota del soldado con su mano temblorosa; dejó caer una lágrima entonces, al recordar como habían fusilado al único mentor que había tenido: quien le regaló la fantasía de un cielo azul y un atardecer de vivos y hermosos colores; y quien le habló también del turbulento pasado, dándole un porqué para el aciago presente. Cerró los ojos.

Pudo sentir como su verdugo tragaba saliva e inspiraba otra bocanada de pesado y denso aire en ademán de hacer acopio de fuerzas y ejecutar la sentencia. Apretó entonces el gatillo y casi pudo oír la bala impactando contra su cráneo. Exánime ya su cuerpo, dejó caer su medio vacía cabeza sobre el suelo y escapo su último aliento al tiempo que una lágrima y una gota de sangre rebotaban al unisono sobre una baldosa.

-Eras inútil -añadió el soldado dándose la vuelta y lanzando un escupitajo a la inerte cara de su victima- Y me has manchado las botas.

sábado, 3 de diciembre de 2011

¿Titulo? Miles he pensado pero ninguno vale la pena,ni si quiera este...

Poema algo espeso, quizá ambiguo para alguno, con un final bastante decadente respecto a una inteligencia metafórica, pero bueno, a falta de inspiración buenas son críticas.

Me he puesto a pensar
y en si, la verdad,
no soy capaz...
A ver, una palabra...
¿Dinero?
Naa, me traba,
agota las ganas el lamento
de pensar en ello
en cualquier momento.
¿Público?
Quizás... pero el tiempo
es posiblemente único
para malgastarlo
definiendo el sentimiento
sobre este gran letargo
¿Hermano?
Bastante interesante
que te de la mano
y te levante
o que te deje caer al suelo
mostrando la confianza
desde el poder de un duelo.
¿Esperanza?
Yo pensaba, de pequeño,
que estaba ligada a la fe
pero ahora,aún por mucho empeño
lo único que consiguen,
es que comience a arder
por un creyente ignorante
que alaba a un muerto pedante.
¿Justicia?
¿Qué es?
Pues no lo entiendo ni lo entenderé,
y es que asfixia
buscar la respuesta cada día y cada mes
para que al final de cada pista
mis ganas sufran esté donde esté
¿Venganza?
La verdad, envidio
al que por la vida avanza
de actitud tranquilo
sin mantener alianza
con pesar tan frío.
¿ Frustración?
Es mucho el tiempo
ligado a esta situación
pues me paso la vida atento
por si la voluntad llegará
y así cambiar esta expresión
por siempre de mi cara
sabiendo que la vida es mala
cuando ves que la herida
de un mal pensar
se hace larga
y provoca que la felicidad
se vuelva cara.
¿Adrenalina?
Es gran remedio contra el dolor
cabrearse con alguien que sobrestima
la cantidad de calma interior,
para luego clavar en la pared el puño
y en ella dejar una marca, un cuño.
¿Furia?
La gran maldición muda
que solo el infierno escucha
mas no hay duda
de su simple estructura:
Frustración,dolor,adrenalina,
y por último furia mas que pura,
furia que la calma esquiva
pero que el alma activa.
¿Odio?
Es lo que viene después
y es lo que antes estuvo,
mas no miento cuando digo
que es un "compañero" fiel
al que no eludo
por mucho que mis ganas quieran,
pues siempre anda a la espera
de una posibilidad mera
para destrozar el momento,
hacer que la maldición salga fuera
y enterrar demás sentimientos
en el más hondo pozo,
pozo que por haber hecho de mi vida
el mayor de los destrozos
y de mi mirada una situación altiva,
llega a colmarse de corrupto gozo.
Odio convirtió la herida de una astilla
en la enfermedad gangrena
que cedió sangre a la semilla
del sentimiento que más me quema.
¿Ira?
Este es el ultimo demonio
que aparece cuando la luz se gira,
se cierne la oscuridad y comienza el fin,
convirtiendo en lluvias de otoño
a los llantos del corazón
por no haber sido capaz de resistir
la primera y ultima provocación
de aquel señor llamado Dn.Dolor,
ya no soy capaz de calmar el rayo,
la tormenta de rabia ha tomado paso
resonando en el espacio vacío
y destrozando mi estado mental
gracias al poder de un relámpago frió
junto con a la fuerza de la crueldad.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Pensar frustrado

Comienzo sin más, sin tema claro y sin tener pensado de como y que hablar pues si lo intentara, después de mucho divagar solo conseguiría escribir algo bastante frustrado que a su vez lo único que haría sería acabar con la poca voluntad de leer texto tan precario.

Me siento cohibido, sobre todo, en lo que respecta a la escritura. En un primer momento, mientras escribo, si no tengo falta de inspiración, pienso que está bien, que me gusta, que tiene ritmo y que uso gran variedad de cultismos, pero luego, cuando supuestamente he acabado, leo detenidamente lo escrito y verso tras verso o linea tras linea, la decepción aumenta de una manera justamente acelerada. Al final, dejo la mente en blanco unos segundos para luego exaltarme y decir que es una puta mierda, pero no continuo mandalo todo al lugar más infernalmente marginado en el cual mires donde mires solo veras despojos de la humanidad. No, lo vuelvo a intentar y tras un largo letargo de pensar obtuso, parece que las frases mejoran, que las rimas no son tan básicas y que la idea está más clara. Lo cuelgo o se lo enseño alguien, e inocente me siento orgulloso, pero al pasar un tiempo doy cuenta de una falta enorme de recursos comparando lo mal-escrito por mi, con escritos dignos de admiración.

Y así “termino”. Sí, entre comillas pues este martirio es un circulo vicioso y la única manera que ideo para huir de él es repetirlo infinidad de veces.

Nota: Al que le guste filosofar, que piense la estructura del dichoso círculo y la paradoja que este y su solución amparan. ¿Por que digo que la piense? Porque ,simple y llanamente no tengo la más mínima gana de escribirla.