sábado, 26 de marzo de 2011

Fantasmas...

Bien, una reflexión sobre algo que llevaba mucho tiempo masticando. Masticándolo, pero no me habían dado ganas de hablar de ello objetivamente, pero me había propuesto hace poco analizar un poco el asunto. Así que sin más, comencemos.

Primero, propongamos unas cuantas citas; unas citas que me han dado buenas ideas, unas citas que me han hecho bajar la cabeza muchas veces, unas citas, que ante todo, dan que pensar:

"Quien no haya vivido el dolor, no conoce la dicha", "No es por ti, ni siquiera por mi. No es eso, es porque un hombre es lo que es y no puede dejar de serlo", "Desde la ventana de una habitación un hombre normal ve como la lluvia cae en la ciudad. Dicen que el agua purifica, piensa -Ojalá fuera verdad-" Todas son de El Chojin.

"El odio es un lastre. La vida es demasiado corta como para vivirla odiando" American history X.

Bueno, aunque haya más, creo que estas nos dan una idea aproximada de lo que quiero decir. Y no, no las he puesto al final como el resto, porque no hago las cosas como el resto, y no lo explico porque no es ni el momento ni la entrada apropiada.

Comenzando, podríamos decir, que todos tenemos un pasado. Un pasado plagado de errores, equivocaciones. De errores se aprende, pero hay errores que te persiguen toda tu vida. Yo al menos los tengo. Errores que hacen que me avergüence de mi mismo. Porque yo tengo vergüenza, amor propio y ese tipo de cualidades humanas. Cualidades que a muchos les faltan, que no tienen remordimientos, hasta me hace parecer más humano incluso teniendo mi en cuenta mi misantropía.

Al caso. Hay muchas estupideces que cometer, eso está claro, ¿y qué sería de nuestra vida si no cometiéramos alguna de vez en cuando? Un muermo, algo aburridísimos, hay errores divertidos. Pero luego, están ese tipo de errores que consigue que me sonroje incluso estando solo. Las cagadas, corrijo, CAGADAS. Ese tipo de sucesos que prácticamente mantienes en secreto, bueno, al menos yo lo hago.

Advertimos al lector de que aquí en adelante se producirá un devaneo digno de ser recogido en libros. Por favor, por su propia seguridad manténgase desinformado. Si sigue leyendo es bajo su propia responsabilidad y el blog no se hace responsable de ningún daño psicológico que pueda causársele.

Entonces, llega un momento, como por ejemplo cuando te estas duchando y dejas que el chorro de agua caliente te golpee en la nuca proporcionándote un relajante masaje tibio, con el cuello hacia abajo y los ojos empañados, te da por pensar... No estas en la ducha ya, son ese tipo de situaciones en las que alguno de tus padres toca en la puerta y te pregunta que si sigues ahí dentro. Al menos a mi me pasa. Bueno, pues en ese tipo de situaciones puedes reírte de algún rememorado chiste que te hayan contado, reflexionar sobre cualquier cosa o, entre una infinitud de posibilidades, ser asaltado por un destello de alguno de tus recuerdos...

Recuerdos de un pasado, no pueden compararse con los traumas de un veterano de Vietnam, pero son mis comidas de cabeza, yo soy así, un mariquita sentimental que piensa en lo que hace y lo que ha hecho, reflexiona sobre ello, piensa que si de verdad ha cambiado o que si como es ahora es bueno y si no lo es, pues vuelve a cambiar para ser mejor. Qué le voy a hacer si me interesa estar bien conmigo mismo, porque para inconformista, yo.

Y cuando ya llevas un rato pensando sobre eso te vienen unas cuantas preguntas: ¿De verdad he cambiado?¿Y si no he cambiado y estoy engañándome a mi mismo y a los que me importan? ¿Esta bien renegar de lo que era o soy un maldito hipócrita? ¿Soy mejor ahora?

Hay muchas veces que pienso que no he cambiado tanto, porque mis antiguas ansias de niñato gilipollas enfadado con todo y que echa la culpa al mundo vuelven... Y reconozco que son difíciles de controlar las ganas de hacer el gilipollas, puede que sea porque es lo que generalmente me rodea. Y aunque pienso que ahora estoy mejor, que soy mas verdadero, que tenga rebrotes me lleva a pensar que soy un simple actor representando un escena para sí mismo y que tarde o temprano mi público me llenará el escenario de abucheos y caeré al abismo...

Dicen que no hay que mortificarse por el pasado, sobre todo si has conseguido en cierto modo enmendarlo. Pero me es imposible mirarme en el espejo y no recordar mi antaño temperamento, mis actos... ¿Y quién dice que si a mi me avergüenzan, no importarán a quien me importa? 

Son mis fantasmas...

Porque llega un momento en el que te planteas quién eres, lo que eres, cómo eres, si te mereces aquello que tienes, qué vas a hacer y sobre todo, qué es lo que vale la pena. Si qué es lo que vale la pena, si verdad todo eso que te revientas el alma para llegar a los escalones para luego no sentirte cómodo y querer seguir escalando, si todo eso vale la pena. Si lo que haces esta bien, porque a pesar de que en un primer vistazo tus impulsos parezcan ser acertados, después de pensarlo un rato, puede que no lo sean tanto, hacer el tonto pasa factura.

Sinceramente, si el hombre es incapaz de satisfacerse a sí mismo y menos a quienes le rodean... ¿cómo íbamos siquiera imaginar contentar a cualquier deidad? Lo dejo ahí...

lunes, 21 de marzo de 2011

Lobo gris.

Cual lobo gris y solitario
ando en oscura noche
sin importar lugar ni horario,
me alejo de cualquier manada
sin importar recibir reproche
pues la calma soledad es mi aliada.
No vale la pena recibir honorario
por una lucha de la cual
el victorioso sale impune,
sea cual sea el valiente animal,
sea justiciero o asesino,
sea negro o albino,
no es más que un personificado mal.

Diciendo esto no me excuso
pues me ha inundado la ira
en algún que otro tiempo
por no comportarme como el que impasible mira
y así, confirmo que al expresarme, no miento

Cual lobo solitario y gris
ando mirando a la luna
y aún así viéndote a ti,
tu que eres de mi sueños la cuna,
a ti que al mirarte no me invade duda alguna
de que estoy vivo,
tú que eres el manto que me expía del frío
y me da motivos,
para mirar al frente
sin importar la situación presente,
sin importar lo pasado pues contigo no hay arrepentimiento
por hechos guardados en mi mente,
contigo no me siento atado a un futuro lejano
pues se para el tiempo con solo rozar tu mano.

Cual gris lobo
huyo de lo que antes fue mi reino
buscando el modo de olvidar lo que tuve un día,
ayudado por la calma que tengo
ahora, que se que tu eres todo,
que se que tu eres la vía
para escapar de mi propia crueldad.
Pensar que antaño fui soldado de la soledad
atacando cualquier muestra de compañerismo
que me daba esta realidad ilusa,
que me daba la mínima escusa
para con el silencio acabar yo mismo.

Mi territorio,mis pasos y huellas
animal errante y nómada,
como único guía,las estrellas,
aliados, el silencio y la nada,
sentimientos, ira hacia la sociedad
y desprecio a la gente
mi ideología como única veracidad
y calma como estar latente.

Acciones para el resto del mundo raras,
comportarme sin llevar una ética,
una ética común,inducida y clara,
sin dar a mis expresiones métrica
porque prefiero ser de acción libre
sin importar que animo demuestre mi cara
sin importar un futuro ininteligible
pues no importa como el mundo acabara.

Ese era mi yo de la soledad soldado,
mi yo amargado y cruel,
mi yo de felicidad silenciado
al que no importaba herida en piel
pues no había mayor dolor
que aún estando muerto seguir vivo,
no había mayor ardor,
que el que el frió estuviese siempre conmigo.

Pero solo importa el ahora
pues yo el lobo gris
que sin mas te adora
simplemente porque estas aquí
he derrocado el silencio
y te he impuesto como autoridad a ti,
he hecho de tu presencia un lienzo
y de tu esencia lo que pienso, lo que pienso
al mirar tu sonrisa al acariciar tu pelo
cuando llega tu olor hasta mi
desde la mas fresca brisa
al mirarte y decirte te quiero,
solo porque estas aquí o allí
sin mas, no importa
da igual cuan sea la vida de corta
pues vale mas estar contigo un segundo
que ser dueño del tiempo y el mundo.


sábado, 19 de marzo de 2011

No tiene título. Aprovecho la entrada para agradecer a los que han halagado mi estilo con la simple lectura completa de mis otras entradas y sus comentarios. Irie!

Se había levantado tarde esa mañana. Apresurada, corría por la vía principal presionando contra su pecho un cartapacio rebosante de hojas, buscando el cartel característico de cualquier entrada al metro de la ciudad. El uniforme escolar, desde los zapatos negros, las medias blancas hasta la rodilla hasta la falda de cuadros escoceses y la rebeca con las iniciales del colegio mayor, junto con su rostro de facciones orientales le daban la apariencia de estar recién sacada de un anime de instituto. Acababa de trasladarse con su familia desde Corea del Sur, con la intención de continuar con su educación, a sus diecisiete años, en el país de las oportunidades.

La avenida, surcada por seis carriles que con cada semáforo en rojo se llenaban de automóviles, ciclomotores y autobuses, se encontraba saturada también en las aceras. Continuamente alguna página de apuntes salía volando tras un choque con algún transeúnte que no se dignaba a dejarle algo de espacio, pero si no cogía el metro de las en punto no llegaría a tiempo para el examen que le esperaba. Al final, la boca de metro apareció ante su vista y tras pagar el ticket entró en el primer vagón que pudo ver con dirección al este de la metrópolis
.
Respiraba entrecortadamente, con fuerza, mientras buscaba con la mirada algún sitio libre donde poder reorganizar el desastre de papeleo que había formado con la carrera. Ga In rezaba la etiqueta mecanografiada sobre la tapa de uno de los libros, junto con una inscripción en el alfabeto de su lengua materna. A su lado, una foto reciente de tamaño carnet de la dueña del manuscrito. Un fleco recto, suficientemente largo como para tapar las cejas sin molestar a la vista, y un corte recto sobre los hombros de un cabello liso color negro azabache enmarcaba un rostro oriental perfectamente pulcro, de tez algo clara, que se escondía tras unas gafas graduadas de pasta negra.


Concluyó en que no encontraría un lugar para sentarse, y se resignó al viaje que le esperaba.

Ga In era en todos los aspectos una estudiante modelo. Inteligente y aplicada, era considerada un genio entre los profesores de su universidad, que la felicitaban y sonreían orgullosos cada vez que le entregaban una matrícula en su asignatura. En los dos meses que llevaba asistiendo a clase, no había faltado más que por una gripe de poco menos de una semana a principio de curso, que no afectó en absoluto a sus estudios. Además, se había visto obligada a rechazar las invitaciones de varios chicos de diversas facultades desde que apareció por el campus. Sin embargo, si no las había aceptado no fue por vergüenza, o porque no le gustaran los hombres. Ella tenía unos valores, una lista de prioridades y por encima de todo, debía terminar la licenciatura en derecho.


Los primeros días no consiguió integrarse del todo. Su inglés no era demasiado bueno: suficiente para pedir ayuda para encontrar algún aula o preguntar la hora. De hecho, no comenzó a hablar con nadie hasta que conoció a su compañera de habitación, con la que compartía sólo algunas de las clases a las que tenía que asistir. Su polo opuesto, llevaba dos años en la universidad y aún necesitaba aprobar ciertas materias de primer año, iendo de chico en chico y de fiesta en fiesta. De cualquier modo, se llevaban bien, e incluso le había tomado algo de afecto esos meses. No la molestaba a la hora de estudiar y tenía mucho respeto por la chica, que tanto se preocupaba por su furuto. A pesar de ello, la obligaba a salir con ella al menos una vez cada dos fines de semana, costumbre que encontraba desconcertante aunque acababa pasándoselo bien.


La máquina frenó bruscamente en la estación a la que la chica se dirigía. Sus apuntes cayeron al suelo, y fueron desperdigados con el barullo de gente subiendo y bajando del vagón. Para cuando pudo recogerlos todos, se había vuelto a poner en marcha, alejándose de su destino. Miró nerviosa hacia el simple reloj de manecillas del interior del metro, se sentó y pensó que no llegaría a tiempo. “Ya iré a la siguiente convocatoria. Es una pena, me lo había preparado bastante bien” pensó. El trayecto estaba lleno de curvas, y avanzaba lentamente. Ga In nunca se había alejado tanto de la universidad. De hecho, el vagón estaba prácticamente vacío: sólo quedaban ella, una anciana sentada en frente suya, y un hombre de aspecto desaliñado que a pesar de todos los asientos libres que había se mantenía de pie, agarrando con una mano una de las barras horizontales del techo. Tras unos diez minutos, las curvas parecieron haber desaparecido, y el metro perdió velocidad hasta pararse en una lúgubre estación, desconocida para la estudiante.

La mujer salió muy apresurada sin dirigir la mirada a la chica, y ella, sorprendida, se tomó sus segundos en levantarse y salir del vagón por la misma puerta que la mujer. Sus ojos oscuros parpadearon para habituarse a la falta de luz, sin encontrar rastro de vida alrededor suya. Fuera de ritmo con un goteo continuo que se oía desde una oficina, vacía y probablemente abandonada, comenzó a andar en dirección a las escaleras mecánicas paradas a escasos metros del final del arcén y las vías del metro. La sensación de subir por allí sin que se movieran la mareó un poco, pero se le pasó rápidamente al salir a la luz del día. El viento que la acosaba antes de llegar bajo tierra se había detenido, y apenas soplaba una brisa que pudiera acariciar su pelo. El sol le obligó a entornar los ojos durante los primeros instantes en que comenzó a andar, hasta que comenzó a fijarse en los edificios que la rodeaban. Ya no se encontraba en la ciudad, cuyos altos edificios asomaban a lo lejos tras los bajos tejados de las pequeñas casas que la rodeaban, sin embargo un muro la separaba de cada construcción, impidiéndole ver más que unas pocas tejas anaranjadas de cada una. El camino no estaba asfaltado, pero tampoco era de tierra, sino un antiguo empedrado liso algo desgastado. Caminaba mirando al suelo preocupada por no tropezar con alguna piedra ausente sin cuidar el camino cuando se apareció ante ella el porche de una gran casa de paredes blancas, mayor que las de alrededor, y probablemente mucho más vieja, con un aire oriental. La mayoría de las contraventanas colgaban de una sola bisagra, si no se habían caido ya, y las paredes se encontraban atravesadas por pequeños surcos en el cemento y la pintura. La cerradura de la puerta principal parecía destrozada, como si la última vez que alguien hubiera entrado no hubiera sido con el permiso de los inquilinos. La reja igualmente forzada y abierta la había dejado entrar hasta mitad de camino entre ella y la edificación sin darse cuenta de estar dentro de un recinto distinto. Al bajar un poco la vista pudo ver el descuidado cesped, sólo en las porciones de tierra en las que brotaba alguna brizna de hierba, y lleno a rebosar de dientes de león.

Ga In siempre había sentido cierta atracción por este tipo de antigüedades, y nunca había podido ver una tan de cerca estando sola. Sus pies volvieron a la vida solos, gravitados por el aura misteriosa de la casa. Un pensamiento rondó su cabeza, mientras se giraba para asegurarse de que nadie podía verla. “Hoy ya no iré a la universidad, y esto parece desierto… Sólo serán cinco minutos ¿Qué problema podría haber si entro a echar un vistazo?

domingo, 13 de marzo de 2011

La historia de R. y Yo.

Estando solo y sintiéndose reflexivo, R., habla consigo mismo. Se dice dirigiéndose a un Yo incierto:

- Entre la espada y la pared me encuentro, acribillado por los caprichos del destino: de mi propio destino; del que construyo día a día con mis actos y sus respectivas consecuencias. Dudo. Dudo sí, dudo. No vivo, sino vivimos rodeados de mentira y opresión, somos la mitad de lo que pensamos ser; y a veces esa mitad se ve reducida a otra mitad, la cual compartimos con otra persona y, por tanto, con una verdad ciertamente problemática. Ciegos de amor y siervos de éste.  
Cuestionarse las cosas, los hechos, no es desde luego señal de una existencia, digamos, exitosa o de una vida llevadera, dichosa, feliz. El camino hacia la verdad es, efectivamente, todo lo contrario al camino hacia la felicidad. "Felicidad", que bien suena... bonito nombre. Me lastima, sin embargo, el verla tan lejos. No por ello soy un amargado, un renegado o un depresivo: soy realista. Y la realidad supone un descubrimiento y una investigación más o menos efectiva de la verdad: de esa otra mitad; la formada por espadas certeras, puntiagudas e impregnadas de sangre, cuyo metal opaco, aunque lúcido, refleja a imagen y semejanza el dolor personificado. Una verdad donde "todo vale", siempre y cuando ese "todo" conlleve la aceptación del todopoderoso interés de unos pocos poderosos.
¿Cuál es, pues, la razón de mi existencia? ¿Por qué sigo en pie? El mundo es un lugar por el que merece la pena batallar. Pequeñeces día a día álzanme una sonrisa, ya que así lo deseo; las aprecio. No es complicado verlas, aunque sí sentirlas e interiorizarlas... una caricia, un beso, un "hola, ¿qué tal?", un chiste. Saber disfrutar de estas aparentes nimiedades insignificantes y corrientes es, más que una recomendación, un estilo de vida, cuyas metas son ciertamente discutibles y complicadas.
La solución a todo este enigma es la más sencilla, como en la mayoría de ocasiones ocurre: mirar a la pared. Ignorar las espadas a tus espaldas. Ver, tan solo, bloques y más bloques unidos y pintados de blanco ignorancia. Una monotoneidad interesantísima a vista de una mayoría abrumadora que nos rodea. No sé qué le ven. No sé qué les atrae. Supongo que es precisamente lo que a mí me falta: felicidad.
Soy un preso. Preso de mí mismo. De mi inconformismo. Puede que sea un error. Todo depende.

Entonces, R., miró hacia abajo. No se sentía mohíno. Se encontraba, más bien falto de expresión. Blanco. Volvió en sí. Dirigió su mirada hacia adelante y observó cómo las espadas comenzaban a herirle de gravedad, con ataques constantes a la totalidad de su cuerpo; su pulso, sin embargo, no cambiaba ni de intensidad ni de frecuencia. La sangre corría por todo su cuerpo. Cualquier observador de tal acto quedaría atónito no solo por la crueldad de éste, sino por la negación de R. a oponer resistencia. Éste se apoyó en la pared, la cual quedaría bañada de rojo, sonrió y de su boca salió lo siguiente:

- Yo, vivir en un mundo paralelo es lo complicado; lo sencillo es hacerlo en uno para lelos: el nuestro. Tú decides.

R. no murió. De hecho, comenzaría a avanzar y no parecía que fuera a parar nunca. 

viernes, 11 de marzo de 2011

España ...

y seguramente el resto del mundo vive generalizando razas y culturas. Luego cuando se equivocan solo saben añadir " da igual si es todo lo mismo " Lo que pasa con la música ( a mi una chica me dijo que el PUNK era una música satánica como metallica ...) , lo que pasa con las culturas orientales, soviéticas o las africanas " no por que todo es lo mismo chinos japoneses, negros, mulatos ... " , " muchacho pibe si da igual serbianos o rusos son todo lo mismo ".

Y ahora esta de moda ser diferente, comprarse gafas de pasta, pitillos vaqueros, hacerse rastas o tener un pelo fino y liso ... A todos esos niñat@s que van de guay por tener dos billetes de 20 en el bolsillo tres de 5 y un par de euros sueltos en monedas de 20, aquellos que se compran cascos de 60 y zapatos de misma o mayor cantidad, a todos aquellos que cambian de la noche a la mañana de poperos a rapers, de regetoneros a metaleros o hard-core, a todos aquellos que critican a los demás porque transiten la verdad ... gracias. Gracias a todos ustedes yo soy superior.

Inspiracion

Unos segundos tranquilos. Mirando la pared, perdido en los insondables abismos que ofrecen como retiro las imperfecciones presentes en cualquier superficie no uniforme, tersa, lisa. Rondando por mis recuerdos, por mis elucubraciones sobre el futuro. Maquinando planes, reflexionando sucesos. La luz de la inspiración, que de vez en cuando se marcha para desaparecer, aporta un candor, una sensación de energía e inquietud en mi pecho. No una inquietud mala. Una inquietud que me obliga a ir más allá, a merodear por cada resquicio de mi mente en busca de algo que me llene o que me altere, algo que me dé razones para ir corriendo en busca de un papel y un boli.

Revelaciones, podríamos llamarlo. Cuando estás haciendo cualquier cosa, el detalle más ínfimo puede hacer saltar la chispa. Gasolina en el cerebro... por lo que la enorme hoguera de la inspiracion ya está encendida, ahora solo queda hacer bien las escrituras con las brasas. Cada fuego tiene un combustible diferente, de ahí que no todas ardan con la misma intensidad ni con el mismo color de llama. Cada persona como es, cada estilo como su persona, su hoguera puede quemar, puede arder como el enorme poder y calor del tártaro. Y también el fuego puede ser una brisa fresca y reconfortante, que llene corazones y cierre heridas, que con un simple soplo llene tus pulmones de amor...

Bajar a tu corazón, rebuscar entre la inmundicia o las joyas. Sacar a relucir lo que más apremie y dejar, ya sea en el papel o en un teclado, cualquier cosa que te permita escribir, tus sentimientos, tu estilo, tu ira, tu rabia, tu amor, tu adoración.... Todo sea por no pegarle a nadie, ¿no? O puede que sea por no poderle decir a alguien que le necesitas. O tal vez sea por dibujar una sonrisa en el rostro de aquella persona que quieres... convertirte en un pintor y estampar una utopía. Igual puede ser para hacer llegar lenguas de fuego y rayos a la moral de aquel al que odias... para que el odio no te carcoma. Elevar también hasta las estrellas con miles de fábulas y metáforas, enamorar, puede que incluso con tus palabras puedas enseñar.

Y hablemos de cuando falta... falta esa sensación en mi pecho, la gasolina en mi cerebro. Miles de chispas a mi alrededor desaprovechadas... Se apoderan de mi las ansias de escribir algo. Lo único que hallo son frases incoherentes, contradictorias a un tema presentado anteriormente. Mi mente miles de veces echa pedazos en un segundo, pues se me viene abajo el mundo sin poder herir a los capullos, sin poder decir a quien quiero que es mi mundo. Y redundo en lo que sufro sin el amor del boli, sin el amor de la sensación en mi pecho. Me incita a gritar por cada esquina: "Vuelve inspiración, necesito usar mis musas". Ya... esas chispas, esas musas desaprovechadas... odio dejarlas tiradas, incluso cuando inspiración está, me cuesta dar avío a sus indicaciones. Una necesidad dar rienda suelta a ese sentimiento en mi pecho, si no está, hallarlo y meterlo ahí de nuevo. Porque vaciar mi corazón para dejar libre de pesos mi alma es una necesidad y no un capricho ni un hobby, es algo importante y serio, al margen de lo que muchos puedan pensar.

sábado, 5 de marzo de 2011

Ocio contemporáneo

Esto se resume completamente en empírica. No hay que pensar demasiado tras haber visitado cualquier lugar de ocio discotequero nocturno.

Un lugar al que mucha gente va a divertirse y, entre otras muchas sustancias, a consumir alcohol. Centrémonos en "Divertirse": Hoy día, divertirse se centra básicamente en hacer cualquier cosa que te haga no ser racional (menos aun si cabe) y hacer el ganso. Costumbres que simplemente varían de lugar y forma, pero no en cantidad, porque asiduos de estas practicas ya hacen el ganso a diario, siempre, con las excepciones que admite toda regla. Y siempre, con el pesar que nos supone al resto de personas que no compartimos estas costumbres, que hemos de aguantar a esta "masa", que en su infinita imprevisibilidad, pueden terminar hasta rompiendo coches por la calle.

Algo más que es digno de admirarse; si algo precede o viene a posteriori de estas prácticas (para quitar la resaca o el mono), es el fútbol. Ya sea estar en casita con las manos ocupadas simplemente de sujetar el mando y rascar en lugares prohibidos. O ya sea dándose el caso de que entre el ansia de hacer un poco de deporte, ¿y cómo no? Vamos al polideportivo a darnos gritos y patadas como los energúmenos que somos, que eso es de lo poco que sale bien. Claro que si el día no es propicio para el deporte, siempre podemos encender nuestra videoconsola e insertar algún juego de esta índole. En este caso, los gritos y las patadas se mantienen, pero en casa, que es más saludable.

Todo sea por no cultivarnos un poco, ya que si aprendieran siquiera a hablar bien, ya no sería tan divertido.

martes, 1 de marzo de 2011

Dos palabras...

Palabras aparentemente insignificantes,

insignificantes solas,separas y sin un motivo,
pero juntas y bien expresadas por un verdadero amante,
por un amante en la realidad cautivo,
se convierten en la expresión mas adecuada,
en un momento y lugar distante,
distante de la maldad de esta vida verdad
una vida en los escombros de mundo enterrada,
una vida obligada a convivir con la soledad...
Pero ya no importa nada más,
solo esas dos palabras que no terminan de expresar
lo que pienso,
no terminan de plasmar
lo que realmente siento.
Se me hace poco usar tan corta oración,
pues por ti oraría sin miedo a perder tiempo,
pues cada segundo contigo se guarda en mi corazón,
se me hace poco usar un verbo solitario
pudiendo crear un largo texto
que resumido esas dos palabras fuera,
pudiendo escribir en verso o prosa, no hay pretexto
para decirte esa expresión mera.
No me malinterpretes,
pues no me importa , en absoluto, decirte "Te Quiero"
más bien muero por en mis brazos tenerte
para decirte que no perderte espero,
que tu le has dado una razón a estas manos inertes
una razón para escribir,para teclear....
y como no, tu piel acariciar.
Se que decir te quiero es bello
pero prefiero que leas algo así
para ver de tus ojos los destellos,
para ver el movimiento de tus labios al sonreir
y que despiertes en mi un esperado latir,
un latir que me ayude a vencer el odio
aunque luego no subiré a aquel podio,
sino que me olvidaré de él
para centrarme en el premio
que tu me has regalado,tu miel,
vivir junto a ti y en tu reino,
reino colmado de felicidad
y obviado por la realidad.